sábado, 27 de octubre de 2012

Hilda García - Ni nos ven, ni nos oyen

Sí, así es. Nosotros haciendo malabares, agendas bilaterales y pareciera que ni nos ven, ni nos oyen. Y esto demuestra que por más reuniones que ha habido entre los mandatarios de Estados Unidos y de México, cada uno va por la libre en su lucha contra el tráfico de drogas. Cada uno va por la libre en su manera de operar contra el crimen organizado y de resolver frente a sus ciudadanos. Pero la agenda bilateral no se nota y mucho menos se defiende. 

Durante los tres debates por la Presidencia de Estados Unidos, el mandatario Barack Obama y el republicano Mitt Romney, hablaron poco sobre América Latina como su referente comercial, migratorio, político o de seguridad. Mucho menos hablaron de México en su relación bilateral de apoyo en contra del narcotráfico o de seguridad.  Medio se habló del tema de las armas, pero más en el sentido del derecho de los ciudadanos a portarlas, que en realidad del tráfico y daño que provocan en México. 





Por supuesto que no hablaron del operativo “Rápido y Furioso”, ni tampoco hablaron de la manera como se ha incrementado el consumo de estupefacientes y mucho menos de lo que se hace, desde el punto de vista del gobierno demócrata, con México en esta lucha y qué esperar de Romney quien no ve con buenos ojos ni el tema migratorio, ni el de los vecinos del sur aunque sus antecesores sean mexicanos. 

Muy como asomo salió a relucir la opinión de Dan Restrepo, ex asesor para América Latina del presidente Obama y ahora consejero en su campaña para la reelección, quien pidió modificar los “hábitos” históricos que han condicionado las relaciones entre esa región y Estados Unidos. Durante su discurso en el sexto Foro de Competitividad de las Américas, que se celebra en Cali, Colombia, señaló que en los cuatro años de gobierno de Obama, la Casa Blanca ha tenido la disposición de “trabajar como un verdadero socio” para la región y “dándole la vuelta al paradigma tradicional”.

“Lo que es bueno para las Américas es bueno para los Estados Unidos”, insistió en su discurso el asesor de Obama. Y si bien estos son los asomos e intenciones en el discurso, en las acciones poco estamos viendo en política exterior. O quizá porque, como dicen, perdimos nuestro liderazgo como intermediarios de conflictos en el continente, o porque Brasil se nos adelantó en lo económico, en lo futbolístico y hasta en su imagen pública. Pues sabemos que en esa nación hay muertos en favelas, violencia por mercados de drogas, pobreza… y no se ve con los mismos ojos que a México. 

Y aún cuando ese es el panorama en Estados Unidos, el presidente Felipe Calderón, y el gobernante electo, Enrique Peña Nieto, abordaron durante esta semana la agenda de política exterior y los avances en la colaboración con Estados Unidos durante su quinto encuentro para la transición gubernamental. Durante esta reunión, Calderón explicó los avances en consolidar el principio de corresponsabilidad y el respeto mutuo. En la primera, me parece que avanzamos, sobre todo a partir de la gira de Hillary Clinton en el 2009 a México cuando en su discurso aceptó el tema de la venta de armas como un elemento clave en la violencia generada por los grupos de narcotraficantes en México. En el respeto mutuo, parece que todavía hay mucho por avanzar, pues entre los agentes infiltrados en el país y los operativos como “Receptor Abierto” y “Rápido y Furioso” en los que nadie dice nada, nadie se responsabiliza y tampoco se reclama, queda todavía el respeto medio a la deriva. Sin embargo, muy válido trabajar en una agenda bilateral, pero que tendría que comenzar por hacernos sentir, hacernos ver y tener la posibilidad de negociar. 

México comparte 3,326 kilómetros de frontera con Estados Unidos. Hay 50 millones de latinos y de ellos un poco más de la mitad son mexicanos o de origen mexicano. Compartimos, de acuerdo con los discursos oficiales, una agenda migratoria, un TLC, intercambios académicos, deportivos, tecnológicos y de combate contra el tráfico de drogas.  Sin embargo, los candidatos presidenciales, uno como mandatario y el otro como gobernador, no hablaron de nuestro país ni de nuestra agenda bilateral.

Bien valdría la pena que a partir del 1 de diciembre y en los planes transicionales entre la agenda de política exterior de Calderón a la que organice Peña Nieto, se piense en establecer un rol más activo de nuestro país tanto a nivel de implementación de actividades, foros, intercambios con Estados Unidos, como de una verdadera campaña de relaciones públicas donde se sepa qué queremos y buscamos en nuestra relación bilateral. 

Bien valdría la pena restablecer una relación propositiva y activa con el nuevo gobierno en Estados Unidos y que Peña Nieto y su gabinete refuercen toda una campaña en la que recuperemos el liderazgo político, social y económico de la región. Hoy estamos tan enredados entre nuestros propios hilos que pareciera que a veces, ni por nosotros mismos, permitimos que nos vean ni nos oigan.

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