sábado, 27 de octubre de 2012

Jaime Sánchez Susarrey - La liga

La teoría de la liga sirve para ilustrar cualquier forma de negociación. Si la liga no se estira no sirve para nada, porque no se obtiene nada. Pero si se estira demasiado y se rompe, tampoco sirve de nada, porque al romperse no se obtiene nada. La cuestión está, en consecuencia, en tensarla lo necesario sin jamás romperla.

Ernesto Cordero, coordinador de la fracción panista en el Senado, Javier Lozano y Gil Zuarth jugaron a tensar la liga y ganaron. La alianza con los partidos de izquierda les permitió reintroducir la transparencia y democracia en la reforma laboral.

No sólo eso. Lograron doblegar al PRI, que finalmente se sumó a la aprobación de cuatro apartados de transparencia sindical (364 bis, 365 bis, 391 bis y 424 bis). El giro fue de 180 grados porque los priistas habían denunciado que ambos capítulos (transparencia y democracia) violaban la autonomía sindical contemplada en el artículo 123 Constitucional.



¿Hubo posibilidad de un rompimiento, o entrampamiento, de las negociaciones que podría haber puesto en riesgo la aprobación de la reforma laboral? Sí, sin duda. Si el PRI se hubiese amachado en la posición de que la transparencia y la democracia eran violatorias de la autonomía sindical, como lo manifestaron varios líderes obreros, las negociaciones se podrían haber roto.

Baste recordar que fueron esos mismos líderes quienes declararon, una vez que las cosas se "complicaron" en el Senado, que el equipo de transición debía informar al Presidente electo lo que efectivamente estaba ocurriendo y recomendaron frenar la reforma y dejarla para mejores tiempos.

Fue por eso que la Secretaría del Trabajo, Rosalinda Vélez Juárez, defendió la aprobación de la reforma electoral en el Senado sin que se le hicieran modificaciones. Y fue por eso, también, que organizaciones empresariales se manifestaron en el mismo sentido. El riesgo era perder lo mucho por lo poco.

Cabe precisar que si los capítulos de transparencia y democracia sindical constituyen un avance, no son la panacea ni producirán milagros. Y para entenderlo basta citar el desplegado de Altos Hornos de México del pasado 23 de octubre: "En Altos Hornos de México y subsidiarias, por ejemplo, el hoy controvertido Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros y sus secciones sindicales- con más de 23 mil obreros en 12 secciones-, mantiene desde hace dos décadas elecciones en asambleas o a puerta de factoría con voto secreto para la designación de sus dirigentes".

Así que el voto libre, secreto y directo no es una garantía definitiva contra dirigentes sindicales que se eternizan en sus puestos. A menos que se considere que Napoleón Gómez Urrutia es un ejemplo de liderazgo democrático y transparente.

El giro del PRI no se puede comprender sin hacer referencia al Presidente electo. Porque de otro modo resulta imposible explicar que los viejos liderazgos obreros priistas votaran en el Senado a favor de los capítulos de transparencia.

De hecho, la resistencia de los viejos líderes fue vencida, también, en el contenido económico de la legislación, ya que apartados como la subcontratación, los contratos por hora o la acotación del pago de salarios caídos son vistos por ellos como un retroceso.

Como parte de las paradojas y las contradicciones que se han dado en la reforma laboral vale mencionar que el sindicato de trabajadores de Telmex, muy cercano a López Obrador y al PRD, es dirigido por Francisco Hernández Juárez desde hace 36 años.

En la misma sintonía se puede mencionar a Martín Esparza, conspicuo líder del Sindicato de Trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, muy cercano también a López Obrador, quien lleva años y años al frente de su organización.

Y por si lo anterior fuera poco, también vale señalar que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación tiene vasos comunicantes con el PRD en todos los estados donde tiene fuerza.

De ahí la contradicción flagrante: ¿cómo creer en la vocación democrática de la izquierda en materia sindical cuando está ligada –y en ocasiones financiada- por ese tipo de líderes y organizaciones?

Amén de un dato elemental: el Partido de la Revolución Democrática, Movimiento Ciudadano, el Partido del Trabajo, para no mencionar al Movimiento que encabeza López Obrador, se oponen puntual y tajantemente al contenido económico de la reforma.

Así que si efectivamente la reforma laboral dependiera de la voluntad y voto de los partidos de izquierda, y de los sindicatos que la acompañan, estaría muerta y enterrada.

¿Qué es lo que viene? La Cámara de Diputados deberá discutir y, en su caso aprobar o rechazar, las modificaciones que hicieron los senadores. Lo que deja abiertas dos vías: si las modificaciones se aprueban, la ley pasará inmediatamente al Ejecutivo para su publicación. Y el proceso habrá concluido.

Ahora bien, si la mayoría de los diputados no aprueba uno o varios de los artículos, la reforma deberá ser reenviada a la Cámara de Senadores donde serán votados de nuevo. Y en caso de que prevalezca una diferencia entre ambas cámaras, la ley no podrá ser presentada de nuevo hasta el siguiente periodo de sesiones –lo que equivaldría a su congelamiento.

Salvo que ambas cámaras se acojan al apartado E del artículo 72 Constitucional y decidan por mayoría absoluta de votos de los legisladores presentes, en cada una de ellas, que la ley se promulgue sólo con los artículos aprobados, que equivaldrían a más del 98 por ciento de la reforma.

De manera tal que, por cualquiera de las dos vías, se puede esperar que la ley será promulgada y publicada... tarde o temprano.

Leído en: http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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