A través del embajador de Estados Unidos en México, Anthony Wayne, el equipo de transición del gobierno entrante ha ido afinando los detalles para que se celebre en Washington una reunión entre Barack Obama y Enrique Peña Nieto. Aunque no hay fecha exacta definida, los planes apuntan a que se encuentren la segunda quincena de este mes.
Del lado mexicano, el negociador central es Emilio Lozoya Austin, vicecoordinador de asuntos internacionales del equipo de Peña Nieto, bajo la supervisión de su coordinador general, Luis Videgaray. Desde luego, todo se trabaja bajo el escenario de que el actual presidente estadounidense logrará hoy su reelección.
Sin embargo, para cuidar las formas, el gobierno entrante de nuestro país envió un mensaje al cuartel del candidato republicano Mitt Romney: que el presidente electo de México se mantendría al margen de la elección del vecino, que no realizaría ninguna gira a Estados Unidos durante la temporada electoral estadounidense y que si la victoria favorece al republicano, estará deseoso de reunirse con él a la brevedad. La casa de campaña de Romney recibió con beneplácito el mensaje, sobre todo porque México no es prioridad en la agenda política ni ha figurado en los debates entre aspirantes a la Casa Blanca.
Por eso las negociaciones sobre la reunión Obama-Peña se llevan a cabo en sigilo. La fecha tentativa es 27 de noviembre. Videgaray y Lozoya, Wayne como intermediario con la Casa Blanca y el Departamento de Estado, afinan los temas que abordarán los presidentes, en caso de que se cristalice el encuentro: entre los dos vecinos hay demasiadas cuestiones y para una reunión bilateral con el tiempo medido hace falta que cada parte escoja sus prioridades y le informe a la otra para que esté preparada con una respuesta.
Por lo que nos dicen fuentes tanto de la embajada como del equipo de transición del sexenio entrante, la comunicación es muy buena y su flujo abierto ha logrado remontar las incomodidades que durante la campaña presidencial mexicana se despertaron en Estados Unidos, sobre si el regreso del PRI a Los Pinos implicaría pactar con el crimen organizado, cosa que aterraba al vecino del norte por la posible pérdida de control en su frontera sur, que implicaría no sólo que la violencia de la guerra contra el narco invadiera suelo yanqui, sino que terroristas pudieran aprovechar el eventual desgobierno para ingresar a su territorio.
Del lado mexicano, habrá “tomatazos”: una de las preocupaciones principales es que por privilegiar a los naranjeros de la Florida están por detener las exportaciones de tomate mexicano de Sinaloa. Y también es previsible que el equipo Peña trate de darle un nuevo enfoque al tema de seguridad dentro de la agenda bilateral.
SACIAMORBOS
Los equipos de abogados de Obama y Romney están de guardia: si el asunto queda muy cerrado, lloverán las impugnaciones y las demandas de recuento de votos a nivel estatal. Un escenario que todos consideran seriamente es irse a dormir hoy sin presidente de la superpotencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.