La economía mexicana se caracterizaba por tener grandes empresas familiares. Pero algo está cambiando. Conglomerados internacionales están adquiriendo dichos negocios.
Ya ocurrió con los bancos. Antes de su estatización en 1982, los grandes intermediarios financieros pertenecían a ciertas familias. Luego pasaron al Estado. A partir de 1989, el presidente Salinas volvió a privatizarlos a ciertos grupos empresariales controlados por familias. Después, en la crisis de 1994, los bancos tuvieron que ser rescatados por fondos del Estado y pasaron a manos de grandes conglomerados internacionales.
Es el caso, por ejemplo, de BBVA Bancomer. Hasta 1982, el control accionario lo tenían dos familias: la de Manuel Espinosa Yglesias y William O. Jenkins. Posteriormente pasó a ser propiedad del Estado mexicano. En diciembre de 1991 fue vendido de regreso al sector privado. Lo adquirió un grupo de regiomontanos vinculados con la familia de Eugenio Garza Lagüera. En 1995 recibió el apoyo del Fobaproa. Ante la falta de capital, los regios se retiraron y entraron los españoles del Grupo BBVA.
En la actualidad, a Banamex lo controla otro conglomerado: Citi. Lo que era Serfín ahora es Santander. Bital pasó a ser la filial del Hong Kong Shangai Bank Corporation (HSBC) en México. De los grandes bancos, Banorte fue el único que quedó en manos de una familia mexicana, la de Roberto González Barrera.
Muchos han criticado este modelo de banca controlado por grandes corporaciones internacionales. Pero, ¿acaso no es mejor que el que teníamos en las épocas en que los bancos eran controlados por algunas familias mexicanas? Los datos sugieren que sí. A final de cuentas, los banqueros mexicanos, hoy controlados por sus matrices internacionales, tienen que aplicar procedimientos estandarizados que les evita tomar decisiones absurdas, arriesgadas o fraudulentas. Esto, más una eficaz regulación de las autoridades bancarias, ha fortalecido a la banca mexicana que se ve muy bien comparada con la de otros países, incluyendo las de las matrices de las corporaciones a las que pertenecen. No es gratuito, en este sentido, que Banamex sea "la joya de la corona" de Citi y Bancomer de BBVA.
La transferencia de la propiedad de grandes empresas familiares mexicanas a conglomerados internacionales está poco a poco, aunque cada vez más, sucediendo en otros sectores de la economía. Ahí está, por ejemplo, la familia Arango que le vendió el Grupo Aurrerá a Walmart. Más recientemente, el grupo belga-brasileño AB InBev adquirió Grupo Modelo por 20 mil 100 millones de dólares: la mayor adquisición en la historia de México. Modelo era propiedad de un consorcio controlado por las familias de Carlos Fernández, Juan Sánchez Navarro, María Asunción Aramburuzabala y Valentín Diez. Ahora el dueño de una empresa emblemáticamente mexicana, con marcas tan importantes como Corona, es parte de una corporación con sede en Lovaina, Bélgica, y que produce alrededor del 25% de la cerveza en todo el mundo.
Ayer se anunció que el conglomerado de pinturas estadounidense Sherwin-Williams adquirió otra exitosa empresa familiar mexicana: Comex. La operación fue por un total de 2 mil 340 millones de dólares, incluyendo la absorción de deuda que tenía la empresa propiedad de la familia de Marcos Achar. De esta forma, un negocio familiar que comenzó en México hace 60 años, que tenía su capital cerrado (no cotizaba en bolsa), con ventas de mil 400 millones de dólares al año en más de 3 mil puntos de ventas, pasó a ser propiedad de una de las 500 empresas más grandes de Estados Unidos, fundada en 1866, con más de 9 mil millones de dólares de ingresos al año y que cotiza en la bolsa de Nueva York. Las decisiones de Comex ya no las tomará la familia Achar en la Ciudad de México, sino la gerencia profesional de Sherwin-Williams en Cleveland, Ohio.
La globalización, y su implacable dinámica de consolidar empresas para ganar participación de mercado, está cambiando el paradigma del capitalismo mexicano. De empresas familiares estamos pasando a filiales de grandes conglomerados internacionales. En esta tendencia, por cierto, también existen corporaciones mexicanas familiares que agresivamente han salido a adquirir empresas en el extranjero. Ha sido el caso de Bimbo propiedad de la familia Servitje y de America Móvil de los Slim. Y algún día estos empresarios también venderán sus negocios porque una multinacional más grande que ellos llegará y les pondrá una oferta multimillonaria sobre la mesa que no podrán rechazar. Nos guste o no, así es el sistema económico capitalista.
Twitter: @leozuckermann
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