jueves, 22 de noviembre de 2012

Ricardo Alemán - Peña Nieto estrenará un Ferrari último modelo

Ningún Presidente mexicano -en el último medio siglo-, llegó al poder con las condiciones favorables con las que asumirá el cargo Enrique Peña Nieto. ¿De qué estamos hablando?

Casi nada, que Peña Nieto asumirá el poder presidencial no sólo como el hombre capaz de regresar al PRI a Los Pinos -luego de la noche negra de 12 años de cuestionables gobiernos del PAN-, sino como aquel político que hizo realidad "el milagro" de empujar la vuelta de un viejo partido al que apenas en el año 2000, todos daban por muerto.

Pero además, Peña Nieto llegará al poder en medio de una impensable estabilidad económica y política, que contrasta con las crisis políticas, sociales y económicas que marcaron los gobiernos y la sucesión de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón.

Y es que contra lo que les ocurrió a los últimos ocho presidentes –que debieron enfrentar duras crisis económicas, políticas, electorales y sociales-, Peña Nieto llegará al poder con una estabilidad económica impensable, que el mundo entero elogia, lo que contrasta con la crisis económica que dejó Luis Echeverría, con la quiebra del País que heredó López Portillo, con la tragedia económica que dejó De la Madrid y, mucho menos, no llegará con otro "error de diciembre", como el que generaron Salinas y Zedillo.



Peña Nieto no heredará la fractura del PRI que dejó De la Madrid, tampoco el sambenito del fraude salinista, perpetrado por Manuel Bartlett; tampoco el alzamiento zapatista, la muerte de Colosio y Ruiz Massieu, y tampoco la carga del fraude electoral, que persiguió a Felipe Calderón. Si acaso enfrentará la protesta rencorosa de "los morenos"; un puñado de renegados de la democracia que estarán contentos sólo cuando les regalen el poder. O sea, nunca.

Pero tampoco es todo. Peña Nieto arrancará su Gobierno llevando en sus alforjas dos reformas que son vitales para el buen desempeño económico y fiscal de su administración. Nos referimos a las reforma laboral, cuyos cambios no sólo actualizan sino que modernizan la relación obrero patronal, lo que será un importante detonante para la creación de empleos y la inversión extranjera.

No menos importante es la reforma de contabilidad pública -que igual que la reforma laboral, envió al Congreso y apoyó desde el Gobierno el Presidente saliente, Felipe Calderón-, que permitirá que el nuevo Gobierno priista, el de Peña Nieto, mantenga el control fiscal, financiero y contable de los gobiernos estatales. En otras palabras, que mediante estos controles, el Gobierno federal mantendrá el control y el equilibrio en los tres órdenes de Gobierno.

Arrancar el Gobierno federal con esas reformas –el que marca la vuelta del PRI al poder presidencial-, coloca a la administración de Peña Nieto en una plataforma que no había existido en muchos años. Pero esa es sólo una parte de las ventajas del nuevo Presidente y de su Gobierno. Además, iniciará con otras dos reformas propuestas por el propio Peña Nieto y que en horas aprobará el Congreso.

Nos referimos a la reforma administrativa que propone regresar a la secretaría de Gobernación algunas de sus facultades históricas, como el manejo de la fuerza policiaca y la inteligencia, entre otras. Se pretende que la actual secretaría de Seguridad Pública desaparezca para enviar sus funciones a una subsecretaría de Gobernación. De igual manera, el Cisen regresará a Gobernación.

La segunda reforma propone la desaparición de la Secretaría de la Función Pública y, en su lugar, la creación de una Comisión Nacional Anticorrupción. En este caso, el de Peña Nieto será un Gobierno que igual que el de Miguel de la Madrid, arrancará con una marcada inclinación a propiciar la transparencia y luchar contra la corrupción. Por eso la gran pregunta. ¿Será capaz el nuevo PRI de combatir, en su nueva etapa, la corrupción que en sus primeros 70 años lo caracterizó?

Por todo lo anterior, queda claro que Enrique Peña Nieto llegará al poder presidencial en condiciones políticas, económicas y sociales impensables, además de herramientas, instrumentos y reformas que no había tenido en su arranque ninguno de los presidentes del último medio siglo.

Por todo lo anterior, la clase política juega con la metáfora de que el 1 de diciembre, Enrique Peña Nieto estrenará un Ferrari último modelo. Y muchos preguntan. ¿Sabrá manejarlo? Al tiempo.

En el camino

La diferencia entre "morenos" y amarillos será la violencia política de los primeros y la institucionalidad de los segundos. Y la veremos el 1 de diciembre.

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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