sábado, 15 de diciembre de 2012

Jaime Sánchez Susarrey - 15 días

Durante la campaña por la Presidencia de la República, Mario Vargas Llosa fue contundente: "Sería una pena que México retornara a ser el monopolio de un partido tan absolutamente corrupto como fue el viejo PRI; sería una pena que México, que hoy es una democracia imperfecta, como lo son todas las latinoamericanas, pero democracia al fin y al cabo, retornara a ser el monopolio de un partido tan corrupto".

A ese siniestro panorama se sumaron una serie de descalificaciones y clichés. No sobra recordarlos y enumerarlos:

1. Gelboy. Enrique Peña Nieto no tiene nada bajo el copete. Es un invento de las televisoras. O, como decía López Obrador, es un producto chatarra.

La mejor y más contundente prueba fue su incapacidad para citar tres libros en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Un Carlos Fuentes encendido se pronunció en su contra y lo descalificó: ¡Confundió el título de uno de mis libros!



2. Peña Nieto es un peligro para la democracia. Así arrancó Josefina Vázquez Mota su campaña por la Presidencia de la República. A lo que luego añadiría: Peña no cumple sus compromisos. Peña encabeza el retorno del PRI cavernario. Su Presidencia será un retroceso, un verdadero salto al pasado, que tanto tiempo y esfuerzo nos llevó dejar atrás.

3. Peña Nieto será rehén de los liderazgos corporativos. No sólo no se enfrentará a ellos, sino se convertirá en su cómplice y defensor. Bajo su gobierno, el autoritarismo sindical y la falta de transparencia serán la regla.

4. Peña Nieto es parte, e instrumento, de la mafia en el poder. Nombrará como Secretaria de Educación Pública a Elba Esther Gordillo o, al menos, dejará que ella designe a un testaferro para que la administre. No habrá, en consecuencia, la más mínima posibilidad de una reforma educativa. Votar por Peña es votar por una bolsa Louis Vuitton para la Maestra. Es entregarle la SEP al SNTE para que continúen las plazas heredadas y la no evaluación de alumnos y maestros.

6. EPN, siendo Gobernador, atentó contra los derechos humanos y actuó autoritariamente. "Atenco no se olvida", se convirtió en una de las banderas y advertencias del movimiento #yosoy132.

7. EPN mostró su desdén por los votantes al no acudir al debate que organizó el movimiento #yosoy132. Eso confirma, por lo demás, que no es un hombre abierto al diálogo y la negociación. Su proyecto es restaurar la hegemonía del PRI, como en el viejo régimen.

8. Y, ya en vísperas del 1º de julio, aparecieron reflexiones sesudas. Hay que optar por el voto útil antes que entregarle la República al peor de todos. Fue así que buena parte de la "inteligencia" de este País se dividió en dos: los que optaron por Vázquez Mota y los que sufragaron por "un caudillo anticuado"; todos votaron sin convicción, para evitar el desastre mayor.

9. Sin embargo, gran parte, o la totalidad, de ellos eran presos de una esperanza fallida: si Marcelo Ebrard hubiese sido candidato, habrían optado por él con los ojos cerrados (¿Y Tláhuac? ¿Y New´s Divine?).

10. Por supuesto no faltaron las condenaciones y descalificaciones contra Vicente Fox. ¿Su pecado? Haber reconocido cuatro cosas: el regreso al viejo régimen era imposible; la ventaja de Peña Nieto era irremontable; su programa contenía reformas indispensables; era deseable que obtuviera la mayoría en el Congreso para que pudiera impulsar su proyecto.

La distancia entre el 1º de julio y los 15 días de ejercicio del poder han puesto las cosas en su lugar. Semejante afirmación, sin embargo, no se refiere a la inexistencia de algún indicio de restauración del viejo régimen.

Y no lo hay porque nunca fue posible. El entramado institucional, más allá de las veleidades de cualquier Presidente, lo hacía simple y llanamente imposible.

Pero lo que sí han puesto en claro estos 15 días es el verdadero temple y objetivos de Peña Nieto. El supuesto rehén y cómplice del corporativismo sindical fue quien destrabó la reforma de la Ley Laboral, que Felipe Calderón envió al Congreso. La transparencia y la elección democrática quedaron inscritas, pese a la abierta oposición de los viejos líderes sindicales. El supuesto aliado incondicional de Elba Esther forjó y consensó la iniciativa de reforma educativa con el PRD y el PAN. El efecto inmediato será acotar el poder de la Maestra (SNTE), someter las plazas a concurso, hacer evaluaciones efectivas y obligatorias a los maestros.

El supuesto gobernante autoritario, que habría solapado los abusos y las violaciones de los derechos humanos en Atenco, ha levantado el veto presidencial para que se publique la Ley de Víctimas que fue aprobada en el Congreso -y cuenta con la anuencia del movimiento de Javier Sicilia.

El candidato que despreció el debate organizado por el movimiento #yosoy132, mostrando así su renuencia a escuchar y negociar, fue quien acordó el Pacto por México con 95 objetivos, entre los que se cuentan elementos para una nueva reforma electoral.

En suma, los fantasmas y los clichés que circularon durante la campaña presidencial han reventado en 15 días como verdaderas pompas de jabón. Sería iluso esperar que quienes los forjaron, creyeron y esparcieron reconozcan lo que hoy está ocurriendo.

La mayoría de ellos seguirán aferrados a sus prejuicios y "convicciones", pese a cualquier evidencia. Es interesante, sin embargo, constatar una aparente paradoja: Vicente Fox vio con claridad y precisión lo que la "inteligencia" de este país ni siquiera percibió. Ese punto de vista fue compartido por los ciudadanos que le dieron la victoria a Peña Nieto. De ellos se puede decir cualquier cosa, menos que sean una horda de masoquistas. ¿O sí?

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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