jueves, 10 de enero de 2013

José Gil Olmos - La nueva generación del EZLN


Algunas veces los cambios en las organizaciones o sociedades son difíciles de detectar, salvo si se mira en los detalles.
El pasado 21 de diciembre miles de zapatistas marcharon en silencio en cinco cabeceras municipales de Chiapas. La disciplina era evidente, nadie se salió de la formación, nadie profirió insultos ni pintarrajeó casas o comercios.
Pero lo que pasó desapercibido para muchos y llamó la atención a quienes conocen a los pueblos indígenas (zapatistas o no) es que entre las largas filas había hombres jóvenes cargando a sus hijos, amarrados con rebozos a su pecho, un detalle que representa un cambio de conducta, que es lo más difícil para cualquier individuo u organización.




Una imagen parecida la observé en febrero de 1995 en uno de los refugios de las comunidades de base que huyeron del Ejército y la policía cuando el presidente Ernesto Zedillo giró una orden de aprehensión en contra del Subcomandante Marcos y otros integrantes de la comandancia zapatista.
Una noche, en plena cañada, la comandancia de la zona decidió mover a más de mil 200 zapatistas de una montaña a otra. Al llegar al punto de reunión, una mujer joven traía a un niño en brazos y a otro lo llevaba de la mano. Además, cargaba con un enorme costal con sus pocas pertenencias que había sacado de su casa antes de huir. No podía con todo y se tropezaba. Al verla, un joven miliciano armado con un rifle de asalto se acercó para ayudarla.
"A ver, te ayudo. Amárrame al niño en el pecho", le dijo.
La joven tomó a su hijo y se lo fijó con un nudo hecho con su rebozo sobre el pecho del miliciano zapatista.
"Ahora échame el costal atrás", le ordenó poniéndose el mecapal en la frente al tiempo de que se ponía el rifle de asalto a un costado.
Los dos comenzaron a caminar juntos, ella llevaba al otro niño agarrado de la mano y se perdieron en la oscuridad.
Esa imagen era parte de un gesto de solidaridad ante una situación adversa. Pero los hombres con los niños amarrados en el pecho marchando por las calles de San Cristóbal de las Casas era más bien la señal de un cambio interno dentro del EZLN, un cambio significativo si recordamos que al inicio de la lucha las mujeres eran relegadas, en su mayoría, hasta que se creó la ley de mujeres dentro del propio Ejército Zapatista.
Desde 1994, cuando apareció públicamente, el EZLN dio muestras de su capacidad de adaptación, cambio y transformación no obstante tener una estructura militar como esqueleto de la organización.
Luego de declarar la guerra al Estado mexicano, los zapatistas tomaron como bandera la lucha por los derechos y cultura indígena, a pesar de que este tema no estaba en la Primera Declaración de la Selva Lacandona. Luego empezaron a tomar perfil de movimiento social indígena para unirse a los demás pueblos, conformando el Congreso Nacional Indígena.
Al mismo tiempo, se enlazaron con distintas organizaciones sociales de México y muchos otros países, dando las bases del movimiento globalifóbico. Posteriormente el EZLN dio los pasos de su transformación social al formar los "Caracoles" y las "Juntas de Buen Gobierno" que abarcan a 45 municipios rebeldes, como parte de los diálogos de San Andrés Larráinzar que sostuvo con el Gobierno Federal y que no fueron respetados.
La senda zapatista ha sido, pues, de cercanía con la sociedad, de alejamiento con los actores y partidos políticos, y de cambios constantes internamente.
La imagen del joven zapatista cargando al niño en la marcha del 21 de diciembre muestra en el detalle esa evolución interna, el nuevo papel que hombres y mujeres están teniendo dentro de la organización, el perfil de los nuevos cuadros del EZLN formados en los últimos 19 años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.