Durante el Día de Muertos del año pasado, una "bala mágica" desafió las leyes de la física, cuando cayó desde el cielo, atravesando metal y concreto de un cine en Ermita Iztapalapa. Hirió en la cabeza, de una forma exacta y milimétrica a un niño que se encontraba en esos momentos en la sala, como docenas de otros menores. Según la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), eso fue lo que causó que el pequeño perdiera finalmente la vida.
Al parecer no es el único caso en que dicha Procuraduría asemeja más a una mala combinación de Disney y CSI México City; algunas semanas después, cual película de Guy Ritchie, un capo del narco era asesinado en un hospital privado al sur de la ciudad, por sujetos disfrazados ni más ni menos que de médicos del complejo.
Ante este franco susto, las autoridades "competentes" agotaron todos sus recursos en investigar la identidad de estos misteriosos sicarios.
Nuevamente como héroe de película, el nuevo Jefe de Gobierno, Miguel Mancera, rechazaba cualquier brote de inquietud, alarma o seguridad, parece que para él, este tipo de violencia es normal y nada impresionante, al igual que en el caso del cine de Iztapalapa y el asalto en Plaza de las Estrellas, ambos durante el último trimestre de 2012.
Por si fuera poco, la brillante solución del nuevo jefe no fue otra sino una grandiosa campaña de "despistolización" en distintas delegaciones de la ciudad, en la que los pobladores de manera voluntaria entregan sus armas de fuego a cambio de artículos diversos.
Lo que no me queda claro es, ¿tiene alguna utilidad esta "iniciativa"? Como si se tratase de un mal presagio, hace unos días la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) realizó la captura de 25 perros sin hogar que deambulaban en el Cerro de la Estrella.
¿El motivo? El reciente asesinato de 4 personas y una supuesta llamada telefónica que reportaba la existencia de una jauría de perros salvajes (sic) en aquella parte de la ciudad, por lo que la policía procedió a la captura indiscriminada de dichos canes, así fue explicado por Jesús Rodríguez Almeida, Secretario de Seguridad en esta ciudad.
Es imperativo destacar que el delito de esos perros abandonados fue únicamente tratar de sobrevivir como puedan en un hábitat sobresaturado por "personas" humanas y corrompido por sus vicios.
No contento con su teoría conspiracionista de los perros sicarios, probablemente el mismo Mancera fue el que le ordenó al delegado en Iztapalapa, Jesús Valencia informar públicamente que los perros detenidos se encontraban en perfecto estado de salud y debidamente atendidos.
El día de hoy se anuncia la captura de 8 perros más, el Secretario de Seguridad nuevamente hace gala de su limitado entendimiento de las interacciones básicas entre los seres vivos (cuestión que se cubre en la clase de biología de la primaria) así como de sus abstractas formas de investigación: según él, a falta de denuncias en contra de personas responsables de los asesinatos, pero si en contra de la jauría de bestias infernales, se ordenó su captura por parte de elementos de la SSPDF quienes los encontraran descansando y se los llevaron sin que ofrecieran resistencia alguna.
Esta garrafal incoherencia salida de un mal guión televisivo tan sólo es una muestra más de lo que está dispuesto a hacer el actual Jefe de Gobierno, echando mano de funcionarios tan ingenuos como ofensivos en sus métodos.
Miguel Mancera no sólo se presenta como un excelente administrador citadino, sino que además se rodea de personajes de risible criterio y ética como Norberto Ribera, o Jesús Rodríguez Almeida, a la hora de anunciar públicamente alguna nueva gracia.
Lo único que me resta pensar es que tal vez en algún punto aspira de verdad ser un héroe de película por la cara que pone ante los medios siempre que comente este tipo de ridiculeces.
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