jueves, 10 de enero de 2013

Lorenzo Meyer - Scherer, la política y la política de Scherer

O P I N I Ó N
L O R E N Z O  M E Y E R
Análisis: Agenda Ciudadana
Scherer, la política y la política de Scherer

Don Raúl Vera es, entre los obispos mexicanos, garbanzo de a libra. Hay que felicitarle y felicitarnos por su jubileo

"CON TRAZOS RÁPIDOS PERO PRECISOS, VIDA, LA BREVE AUTOBIOGRAFÍA DE JULIO SCHERER MUESTRA LOS OBSTÁCULOS, LAS POSIBILIDADES Y LOS LÍMITES DE LA VOLUNTAD DE HACER PERIODISMO LIBRE EN UN ENTORNO AUTORITARIO".

El personaje

Julio Scherer García cumplirá el próximo abril 87 años intensamente vividos, como bien se desprende de la lectura del último de los 16 libros en su haber: Vivir, (Grijalbo, 2012). Hoy y en México, don Julio es la encarnación misma de ese periodismo que en un entorno autoritario se impuso como razón de ser el remar a contra corriente para hacer llegar al ciudadano información que los "que mandan" procuraban mantener confinada en las cámaras y los corredores del poder. Es por eso, aunque no solo por eso, que vale la pena prestar atención a lo que el periodista tiene que decirnos en su breve autobiografía sobre la naturaleza de la prensa en nuestro País, sobre todo si resulta que el presente es sólo una variante del pasado.



Don Julio ingresó como joven reportero al mundo del periodismo. Justo cuando el autoritarismo priista alcanzó una de sus cimas en el trágico año de 1968, él asumió la dirección del periódico en el que se había formado: el Excélsior. En su calidad de director y con conciencia de lo que hacía –entendía muy bien las reglas no escritas del sistema en que operaba pues las había vivido- don Julio optó por arriesgarse y lanzar a su periódico en una dirección en la que inevitablemente habría de encontrarse con las mojoneras que marcaban los límites no legales pero efectivos que el régimen en que Excélsior había nacido y prosperado ponía a la libertad de prensa. Ocho años más tarde, y por decisión del Presidente Luis Echeverría, Scherer y quienes le habían apoyado en su empeño subversivo del orden efectivamente existente, fueron expulsados del periódico aunque no del periodismo.

Al fundar en 1976 el Semanario Proceso, justo antes de concluir el sexenio de Echeverría, Scherer y los suyos consiguieron dar un paso más para ampliar los límites de la libertad de prensa en México pese a los obstáculos que enfrentaron. Es la naturaleza de ese esfuerzo lo que ocupa buena parte de Vivir, y es ese esfuerzo lo que el resto de los mexicanos estamos obligados a reconocer y sostener.

Prensa y autoritarismo

"Excélsior se parecía al PRI como una gota de agua a otra", (p. 26) nos dice don Julio. Y es que el régimen había moldeado a todos los medios de información importantes a su imagen y semejanza. De ahí que la censura en la prensa no siempre tuviera su origen en una oficina de Gobernación; lo más frecuente es que ésta se diera desde dentro, como un resultado natural del omnipresente conflicto entre los intereses políticos y económicos de los dueños o responsables de un periódico y los principios de la libertad de prensa. Ahí está, por ejemplo, el caso -que debió de ser uno de muchos- cuando, como director de Excélsior, Rodrigo de Llano vetó como algo rutinario la publicación de una columna semanal escrita por Scherer –se titulaba "Desayuno"- no porque tuviera errores, falsedades o le faltara calidad, sino simplemente por contener críticas al regente de la capital –Fernando Casas Alemán- y al que el director del diario consideraba que se debía tratar no como un político que debía rendir cuentas sino como un "amigo de la casa". Lo menos importante era el interés público al que, se suponía, debía servir el diario.

La supuesta identidad entre el interés del gobernante y del régimen con el interés de la patria, es algo muy común y se da en cualquier sistema político, pero es particularmente acentuado en los de naturaleza autoritaria. De ahí que el esfuerzo de Scherer por ampliar la independencia de la línea editorial de Excélsior, fuera interpretado por el Presidente Gustavo Días Ordaz (GDO) como una traición a México, (p. 29). Dice mucho sobre la naturaleza del gobierno de GDO el que las columnas críticas de un historiador -Gastón García Cantú- fueran motivo no sólo de enojo presidencial sino de reuniones en "Los Pinos" para decidir como contrarrestarlas. En un contexto donde la defensa legal era irrelevante y donde la sociedad civil podía ser masacrada con total impunidad –el 2 de octubre-, Scherer debió de operar valiéndose de los propios talones de Aquiles del sistema: de sus contradicciones interna. Si GDO representaba la derecha del PRI, el ex Presidente Lázaro Cárdenas representaba a su izquierda y el director que buscaba ensanchar los márgenes de su libertad buscó a Cárdenas, le expuso lo delicado de la situación de su periódico y logró que el ex Presidente aceptara aparecer junto al director en una fotografía de primera plana. Ese fue el salvoconducto para que Scherer pudiera seguir adelante con su empeño, aunque sólo por un tiempo (p. 35). Cuando al final del siguiente sexenio volviera a darse la confrontación entre los límites del autoritarismo priista y el empeño de Excélsior por burlarlo, ya el general Cárdenas llevaba seis años de estar sepultado en el Monumento a la Revolución y no fue posible ya combatir el fuego infame del echeverrismo con el fuego del cardenismo.

El surgimiento de la sociedad civil

Cuando Echeverría fraguó el golpe del año 76 contra el Excélsior de Scherer, no hubo en la sociedad mexicana fuerza suficiente para hacer pagar al sistema un costo significativo por acabar con ese raro enclave de libertad de expresión. Sin embargo, cuando en 1981 el sucesor de Echeverría, José López Portillo, decidió castigar a Proceso retirándole la publicidad oficial –"no me parece sano que le paguemos para que nos pegue" dijo el Presidente-, el tiraje del semanario aumentó y el público, el ciudadano, neutralizó el golpe del Gobierno, para "nuestra sorpresa" –dice Scherer. Desde entonces cierta prensa puede vivir sin patrocinios del Gobierno –publicidad oficial, pagos y favores a periodistas o a su empresa- y apoyada por sus lectores. ¡Todo un avance en la vida política de México!

El papel de la ética personal

En el recuento sobre las formas que a lo largo de tres decenios el régimen priista empleó para intentar destruir o neutralizar los proyectos periodísticos de Scherer, no podía faltar las emprendidas por Carlos Salinas, el "maniático del poder". Aquí don Julio es excesivamente económico en datos y simplemente nos dice que el maquiavélico personaje de "Los Pinos" decidió tentar a un personaje particularmente cercano a Scherer, a Vicente Leñero, con la idea de usar el poder de la presidencia para convertir a Leñero en el sustituto de Scherer al frente de Proceso, echar de nuevo al periodista incómodo de su medio y neutralizar la crítica del semanario al poder, (pp. 76-77). Una maniobra similar a la que usó Salinas en San Luis Potosí, con éxito para dividir al navismo, pero esta vez la ética de Leñero impidió que tuviera éxito.

Para terminar

Es justo en este tema de la ética individual, donde es obligado reconocer la importancia de la decisión de un personaje como Julio Scherer de Vivir de acuerdo a valores fundamentales –en este caso a los de un periodismo opuesto a las reglas del entorno en que debió desempeñarse. Esas decisiones contribuyeron a las pequeñas pero significativas victorias de la decencia y del espíritu democrático sobre el persistente y corruptor autoritarismo mexicano.

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.