Dos hechos, ocultos tras la realidad, son los más notables en la captura del jefe de Los Zetas, Miguel Ángel Treviño Morales, la madrugada del miércoles. El primero, que los comandos de la Marina no lo ejecutaran, como era su procedimiento en el sexenio pasado contra los capos del narcotráfico; el segundo, por la forma como lo cazaron al suroeste de Nuevo Laredo, donde había ido a ver a su hijo recién nacido, la traición de quien en su organización le entregó a los militares por dónde y a qué hora lo podían encontrar.
Parece ocioso señalar que un detenido es entregado con vida, pero en este caso no lo es. Los comandos de élite de la Marina, capacitados por las fuerzas especiales de Estados Unidos, están entrenados para matar. En los últimos cinco años no tomaban prisioneros, sino eliminaban a sus enemigos, como sucedió con Arturo Beltrán Leyva, El Jefe de Jefes, muerto en un enfrentamiento en diciembre de 2009 en Cuernavaca. Beltrán Leyva fue sorprendido en un departamento, y la habitación en donde se resguardó estaba totalmente rociada con metralla, aparentemente disparada desde la puerta, mientras que su cuerpo, en la misma puerta, no mostraba herida alguna, salvo en la cabeza.
Otro caso paradigmático de su modus operandi fue la muerte de Ezequiel Cárdenas, Tony Tormenta, jefe secundario del Cártel del Golfo que encabezó su hermano Osiel -preso en Estados Unidos-, en noviembre de 2010 en Matamoros. Los comandos entraron por la frontera de Estados Unidos para no ser detectados por los “halcones” del Cártel y fueron eliminando a los guardaespaldas de Cárdenas hasta llegar al refugio en donde estaba. La DEA, como en el caso de Beltrán Leyva, aportó la ubicación exacta de la bodega donde se encontraba, a la que atacaron durante más de dos horas hasta que abrieron boquetes y eliminaron a todos en su interior.
El temor a que lo mataran es lo que, se puede argumentar, hizo que funcionarios de Estados Unidos a quienes la Marina les envió la fotografía de Treviño Morales momentos después de ser capturado, la distribuyeran por Twitter y se la entregaran al experimentado reportero Alfredo Corchado, del Dallas Morning News, que ha seguido a Los Zetas desde hace casi una década, para que sirviera como prueba de vida. El método es el mismo que usó la DEA en agosto de 2010, cuando la Policía Federal detuvo en Lerma, Estado de México, a Édgar Valdés Villarreal, La Barbie, y les envió una fotografía, que difundieron inmediatamente en las redes sociales.
Ese modus operandi se rompió, como aparentemente la cohesión en ese cártel que perdió su dirección vertical cuando su jefe y uno de los ex militares que fundaron Los Zetas, Heriberto Lazcano, El Lazca, fueejecutado por la Marina en diciembre pasado en Coahuila. El subsecretario de Gobernación, Eduardo Sánchez, dijo que la captura de Treviño Morales fue por el trabajo de inteligencia de la Marina en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Todo apunta a una gran operación táctica de la Marina, y se puede plantear como hipótesis de trabajo, con delaciones del círculo íntimo de Treviño Morales. Funcionarios mexicanos con acceso a los servicios de inteligencia estadunidenses, dijeron que hasta ahora no hay ningún indicio que la información sobre la ubicación y movimientos del jefe Zeta saliera de Washington.
Según el cronograma divulgado por Sánchez, la operación empezó a las tres de la mañana en una carretera de terracería entre Nuevo Laredo, Tamaulipas, y Anáhuac, un poblado muy pobre en Nuevo León. La Marina colocó bases de operaciones en las dos, a una hora tan extraña que permite suponer que sabían que se movilizaría por esa carretera esa noche. A las 3:45, según Sánchez, a 27 kilómetros al suroeste de Nuevo Laredo, un helicóptero artillado de la Marina lo persiguió y lo obligó a detenerse. Comandos en tierra procedieron a la detención.
Treviño Morales y sus dos acompañantes llevaban ocho armas de uso reglamentario del Ejército, incluido un fusil M82 que utilizan las fuerzas especiales estadunidenses, conocido como “Barrett”, por la fábrica que los produce. La “Barrett” puede hacer frente a un tanque, por lo que un helicóptero, aún artillado como el Black Hawk que se utilizó, es vulnerable. Si no dispararon contra los marinos es, seguramente, por la superioridad de fuerza que encontraron.
El saldo fue blanco, la captura enorme. Que esté con vida es una gran noticia para las autoridades, que podrán extraerle información criminal. Que haya sido una infidencia interna, como se puede alegar, es otra gran noticia, pues la unidad del cártel más sanguinario de México, se rompió. Pero su debilidad es ahora su peligrosidad. Más violencia viene en camino para ocupar el espacio de su jefe, una nueva variable a la que ahora no hay que descuidar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.