Parte de este trabajo es recordar. El 12 de septiembre de 2009 publiqué aquí un fragmento de una entrevista con el entonces procurador de Justicia del DF, Miguel Ángel Mancera. Me reconfirmó que el caso de la captura de todos y cada uno de los integrantes de la banda de “La Flor”, los que mataron en agosto de 2008 a Fernando Martí y desencadenaron la conmoción nacional, era sólido.
Le dije a Mancera que ojalá lo que estaban presentando como un triunfo sensacional, no terminara siendo el “Diamante de Marcelo”, Ebrard, el jefe de Gobierno. “No lo será”, aseguró. “Vamos a dar un resultado positivo. Aquí no hay chivos expiatorios”.
Lo del “Diamante” tenía que ver con el tristemente célebre “Diamante de Tijuana”, cuando el fiscal del caso Colosio, Miguel Montes, “descubrió” en unos videocasetes que los asesinos eran un grupo que formaron un diamante, un rombo en torno del candidato presidencial del PRI. Uno para caerse y bloquear el paso (El Clavadista), otro que tenía lentes (El Lentes). Cinco personas, al menos, habrían apoyado al sicario Mario Aburto.
Montes mandó llamar a la prensa para dar a conocer la sensacional noticia de la “acción concertada”. Pero las evidencias comenzaron a desmoronarse para terminar entre la ignominia y el ridículo. Nadie volvió a creer nada en esa historia.
Alejandro Martí, el padre de Fernando que ha investigado a muerte el tema, le dice ahora a Carlos Puig, que ni el “Apá”, Humberto Ortiz Juárez, presunto jefe de “La Flor”, ni otros de la banda mataron a su hijo.
Enfermo y estigmatizado, el “Apá” murió un par de meses después de aquella entrevista con Mancera. Parte de este trabajo es recordar.
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