viernes, 2 de agosto de 2013

María Amparo Casar - Prometer sí empobrece

María Amparo Casar es licenciada en Sociología por la UNAM; maestra y doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la University of Cambridge, King's College; catedrática e investigadora del Departamento de Estudios Políticos del CIDE; columnista en el diario Reforma; miembro de los comités editoriales de la revista Nexos y el Fondo de Cultura Económica, y colaboradora en espacios de análisis como el programa Primer Plano de Once TV México.
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Sin tocar los temas, al menos públicamente, de las reformas energética y fiscal, los integrantes del Pacto por México acordaron promover un periodo extraordinario de sesiones en agosto para aprobar casi una decena de iniciativas pendientes o aún por presentar.



Es de celebrar el anuncio de que el pacto sigue adelante, pero creo que sus integrantes ni están cuidando la mínima congruencia política que se espera de ellos ni tampoco están midiendo lo que ofertan a la ciudadanía.
Llevamos más de dos semanas en que tanto el PAN como el PRD se han descalificado mutuamente, y al PRI y al gobierno por no cumplir con los acuerdos.
Por mencionar un solo ejemplo, al inicio de esta semana el líder de la fracción parlamentaria del PRD en el Senado, Miguel Barbosa, habló de una traición del PAN por estar pactando las reformas energética y hacendaria con el PRI. Incluso recordó las llamadas concertacesiones del PAN en época de Salinas y Zedillo y la leyenda del "PRI-AN". 
Aunado a ello persiste la ausencia de acuerdos y acciones concertadas del Consejo Rector del Pacto por México con los líderes parlamentarios de sus respectivas bancadas, lo cual es el verdadero "talón de Aquiles" del pacto.
En sendo comunicado de la Secretaría de Gobernación (Segob) se afirma que van por un periodo extraordinario como si ellos, el secretario de Gobernación o el propio presidente tuvieran la facultad, primero, de convocar a un periodo extraordinario y segundo, de fijar la agenda de ese periodo. Ni uno ni lo otro ocurre.
A lo más que pueden llegar es a un exhorto con pocas probabilidades de éxito dadas las divisiones internas de los partidos, en particular de sus dirigencias con sus bancadas.
Finalmente, olvidan también que para el primer periodo extraordinario no lograron siquiera que ambas cámaras sesionaran para poder ofrecer un producto legislativo completo. El Senado arguyó, entre otras cosas, que no había materia para reunirse porque no había dictámenes acordados con posibilidad de ser llevados al Pleno.
Pero esto no es lo peor. Me parece más grave aún el tamaño de las promesas que han hecho.
Este jueves comienza el mes y tendría que lanzarse la convocatoria. Suponiendo que se lance en ambas cámaras, los legisladores tendrían, si sesionan día y noche durante los 5 días de cada semana (cosa nunca vista) menos de veinte días para desahogar los siguientes temas: reforma electoral para erradicar el tipo de prácticas ilegales que cometieron los partidos y las autoridades en las elecciones de 2013; las cuatro leyes reglamentarias de candidaturas ciudadanas, consulta popular, iniciativas preferentes e iniciativas ciudadanas; leyes reglamentarias de la reforma constitucional en educación; reforma del DF; reforma financiera, y reforma para regular la deuda de estados y municipios.
A ello se agrega el compromiso del gobierno de investigar y castigar las denuncias sobre irregularidades y delitos electorales que siguen pendientes desde el 7 de julio. ¡SÍ, todo esto durante el mes de agosto!
No sé a usted que le parezcan estos compromisos pero a mí me suenan en el mejor de los casos a falta de realismo y en el peor a pura demagogia.
Dice el dicho que “prometer no empobrece, dar es lo que aniquila”. No es estoy de acuerdo.
Por cada compromiso anunciado y publicitado pero no cumplido, la credibilidad de los políticos disminuye y el aprecio por las instituciones se lva a diablo. Así que acuñemos un nuevo dicho “prometer SÍ empobrece”.



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