Desde hace 13 años, la revista Líderes publica un listado de los que cree que son los 300 líderes más importantes de México. “Es una lista de los que este año son influyentes”, explicó su director Raúl Ferráez sobre el criterio de selección de los que ahí aparecen.
Ferráez ha dicho también, en entrevistas en las que promociona esta edición especial, que los seleccionados surgen de una encuesta “muy selectiva”, que se realiza entre los mismos líderes que eventualmente aparecerán en la publicación. Se eligen entre ellos, pues.
Entre otras ausencias, pues el recuento siempre se renova, en la edición de 2013 no aparece Javier Sicilia, el líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.
Estoy seguro de que a Sicilia le debe tener sin cuidado el aparecer o no en esa publicación. Pero tomando por buena la explicación de Ferráez sobre la metodología que aplican, a todos debería de preocuparnos que en la encuesta realizada a estos “líderes” de México, Sicilia no haya destacado para ser incluido en el grupo final.
El mensaje en todo caso sería peculiar: de un año para otro, importantes empresarios, políticos, intelectuales y deportistas deciden que la agenda de las víctimas, representada mejor que nadie por Sicilia, no es relevante.
“Los liderazgos también tienen un ciclo”, le dijo Ferráez esta semana a Martha Debayle en una entrevista. “En la memoria de la sociedad la influencia es muy corta, muy pronto empiezas a perder esa influencia”, agregó.
No es por Sicilia, es por nosotros que es importante que en un listado de estos aparezca el nombre del poeta que pudo sacar de su invisibilidad a miles de deudos. El ciclo de ese liderazgo no está, ni de lejos, cerrado o en pausa. O no debería estarlo. Porque el problema de la violencia no ha cedido, qué duda cabe, y mucho menos hemos alcanzado una ruta para hacer justicia a miles de víctimas de la guerra contra el crimen.
Javier Sicilia logró que los poderosos prestaran oídos, así fuera por unas horas, a una demanda que siempre desdeñaron. Al grito de “Estamos hasta la madre”, movilizó al país para obligar a legisladores, candidatos e incluso al presidente Felipe Calderón a comparecer ante madres, padres, hij@s y herman@s de desaparecidos cuyas preguntas y exigencias de justicia la clase política nunca había querido escuchar. La cara de estupefacción de una Marisela Morales o de un Genaro García Luna en los encuentros realizados en el castillo de Chapultepec quedará en el registro de los peores momentos de un funcionario público en México.
Ni Sicilia, ni Alejandro Martí o María Elena Morera, entre otros, pidieron ser líderes a partir de haber sido víctimas. Solo el primero de ellos no aparece este año en este recuento votado por otros líderes. Qué preocupante mensaje nos envían los señores “líderes” de México. Lástima que mes con mes solo crezca la lista de víctimas que más pronto que tarde pedirán a Sicilia que hable por ellos. Cuando eso ocurra, ¿entenderán los encuestados de estos 300 que al dejar fuera al poeta del sombrero desdeñan una de las tragedias más importantes del país del que, se supone, son líderes?
salvador.camarena@razon.mx
Twitter: @salcamarena
Twitter: @salcamarena
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.