La utilización perniciosa que Enrique Peña Nieto está haciendo de la figura emblemática de Lázaro Cárdenas, para justificar y consumar el robo del Siglo, con la privatización del petróleo, es absolutamente vergonzosa y ofensiva.
Peña Nieto nos quiere hacer creer de manera cínica que, la reforma del artículo 27 incorpora la esencia cardenista para proteger la riqueza nacional del petróleo de los mexicanos, pero miente y manipula de manera escandalosa.
El ejecutivo quiere vender el petróleo a la iniciativa privada, según él bajo el concepto cardenista del artículo 27: “Hoy, 75 años después de la expropiación petrolera, el país exige la misma decisión y determinación de aquel entonces. Por eso, el espíritu de esta reforma recupera lo mejor de nuestro pasado para conquistar el futuro”.
Lo que no nos cuenta el señor Peña sobre sus negras intenciones es que detrás de esta reforma se esconde el verdadero propósito del expolio del petróleo: la reforma del artículo 28 de la Constitución Mexicana, una reforma que pretende robar la exclusividad del Estado en el manejo de las áreas más estratégicas de la industria petrolera.
Peña Nieto quiere empezar a repartir la única riqueza del pueblo, una riqueza esquilmada por la corrupción endémica de funcionarios y sindicalistas. Para ello mentirá todo lo que sea necesario, engañará a la opinión pública con todos los subterfugios, incluido el de la ideología cardenista en su reforma energética para vender Pemex.
La imagen del inquilino de Los Pinos y los miembros de su gabinete babeando ante el suculento plato multimillonario del petróleo, quedará para la historia. Para ello cuentan con las voraces compañías extranjeras que pretenden desde hace décadas quedarse con la exploración y la explotación de los yacimientos.
El gobierno peñanietista se prepara para entregar a sus socios el manejo de nuestras reservas. Nos quiere convencer que la transformación de Pemex requiere de las compañías petroleras extranjeras para la refinación y el desarrollo de la industria de la petroquímica.
Con su reforma energética incluso pretende dar a las trasnacionales donde tiene amigos y antiguos compañeros, el almacenamiento y el transporte de nuestra industria petrolera, porque supuestamente los mexicanos hemos sido incapaces de convertir a Pemex en una paraestatal exitosa.
La falacia más grande de su disque transformación, es que no toca el cáncer de Pemex: la corrupción. Peña Nieto no ha tenido el valor de encarcelar al corrupto senador y líder petrolero Carlos Romero Deschamps, a quien por cierto en pleno debate energético, el gobierno concedió aumentos y privilegios a su sindicato para tenerlo contento, particularmente un incremento salarial del 3.99%, mientras los dirigentes sindicales, comisionados y asesores obtuvieron un aumento del 13.4% en los apoyos diarios de viáticos y transporte, además del sueldo.
Dejar a Romero Deschamps en la impunidad, al igual que a los funcionarios corruptos de Pemex y los distintos gobiernos que casi han arruinado a la parestatal es francamente la mayor muestra del fracaso de la reforma del señor Peña y la prueba irrefutable de que todo está sustentado en la mentira y la simulación.
Por eso resulta inaceptable y ofensivo que el Ejecutivo intente compararse con Lázaro Cárdenas a quien por ciento no le llega ni a los talones. Entre Peña y el general, existe afortunadamente un abismo de diferencias.
Mientras que el general nunca permitió contratos de riesgo para manejar Pemex, Peña Nieto quiere celebrar “contratos de utilidad compartida” con el sector privado para vender Pemex.
El general fue un auténtico estadista con visión de futuro, capaz de rescatar el ejercicio de la soberanía nacional a través de su petróleo. La expropiación del 18 de marzo de 1938 fue su gran legado al pueblo de México, un legado que ahora Peña Nieto pretende arrebatar a los ciudadanos en un auténtico robo en descampada y a plena luz del día con cómplices de todos los grupos políticos.
A Enrique Peña Nieto se le olvida que los ciudadanos defenderemos el petróleo. La movilización de la sociedad civil inicia desde ahora y el 8 de septiembre tendrá su máxima expresión.
El petróleo, señor Peña, no se toca, es de todos los mexicanos. No permitiremos que consuma el robo del Siglo, no estamos dispuestos a permitir que lo venda. Todos asumiremos la defensa del petróleo ahora y siempre.
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