Los maestros, algunos vándalos y otros bárbaros, además de otras fuerzas oscuras integradas por golpeadores profesionales financiados por intereses inconfesables —que bien debe conocer la Secretaría de Gobernación— toman las calles de la Ciudad de México y al hacerlo dejan a millones de niños que quedan desamparados a una suerte en la que tampoco repara la Unión de Padres de Familia. ¿Resultado? Nuestros hijos, la gran esperanza del futuro de México y bla, bla y bla… —meros discursos políticos para emocionar al populacho— se quedan sin escuelas al encontrarlas clausuradas, salvo que hayan logrado entrar a los salones de clase para verlos vacíos porque los “forjadores de la nación” estaban recibiendo un tamal, un vaso con atole y una naranja a cientos de kilómetros de distancia para protestar en contra de su capacitación profesional, es decir, de la evolución y del progreso de la patria. Con ello se comete un gravísimo atropello en contra de lo mejor de la sociedad mexicana: ¡nuestros hijos!
¿Quién tenía que haber saltado de inmediato a la arena política y callejera para impedir que se volviera a atentar en contra del futuro de México? La Unión Nacional de Padres de Familia. ¿Qué hizo dicha Unión? Además de acatar las instrucciones retrógradas y pérfidas del alto clero mexicano, no hizo nada. Los representantes de millones de padres de familia que asisten a la tragedia intelectual, al daño flagrante de sus hijos y, por ello, a la catástrofe de la nación, permanecieron impasibles en sus casas o jacales mientras millones de niños, sus hijos, los hijos de México, se quedaban sepultados gradualmente en el atraso. ¿Para qué existe una unión de esa naturaleza con un nombre tan retumbante si no asiste a la niñez cuando ésta se hunde en una nueva debacle que habrá de traducirse en más atraso y en mucha más injusticia social que a la larga constituye el caldo ideal de cultivo para los levantamientos armados, una clara invitación a la violencia social.
Si las calles de la Ciudad de México estaban tomadas por vándalos, golpeadores y un conjunto de maestros manipulados por una cáfila de líderes magisteriales corruptos y venales que habrían abandonado el zócalo capitalino a cambio de un generoso soborno a cargo del Gobierno Federal, ¿qué hizo la Unión Nacional de Padres de Familia, además de emitir boletines inocuos y citar a un par de conferencias de prensa para exhibir su inutilidad, en lugar de protestar también, ¡claro que sí!, en contra de la propuesta para imponer el IVA en las colegiaturas?
Si de mostrar fuerza se trataba, pues ahí estaba la dorada oportunidad para mostrar compromiso, vitalidad y poder de convocatoria al citar a millones de padres de familia —no 20 mil “maestros”— a marchas callejeras para exigir la excelencia académica, en lugar de reunirse a analizar con café la situación para sentir que cumplían con la justificación de la existencia de la Unión que supuestamente consiste en defender a la niñez del vandalismo, la frustración, el atraso y el abandono.
Unión Nacional de Padres de Familia es hoy en día una de las grandes vergüenzas de la nación, un aparato viejo e inútil que habría que renovar o tirarlo a la basura de las organizaciones sociales
@fmartinmoreno
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