domingo, 13 de octubre de 2013

Bulmaro Pacheco - Los estilos del cambio en la política

Manuel María Gándara, del municipio de La Colorada, diputado constituyente del estado y fiscal del Supremo Tribunal de Justicia, fue gobernador de Sonora en seis ocasiones entre 1837 y 1856. Le tocó gobernar con 17 presidentes de México, de José Justo Corro a Ignacio Comonfort, pasando por las primeras andanzas de Antonio López de Santa Ana.

En Sonora también se debatía el destino nacional y la consolidación del México independiente que no acertaba a lograr la estabilidad política por la lucha interna entre facciones y las invasiones externas que en 1847 nos costó la pérdida de la mitad de nuestro territorio.

El general Ignacio Pesqueira, de Arizpe, fue gobernador de Sonora en ocho ocasiones, entre agosto de 1856 y marzo de 1876. Pesqueira fue el hombre fuerte de la época y le tocaron los 12 años de Benito Juárez -y los del imperio de Maximiliano(1864-1867) al cual se opuso- hasta la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada(1872-1876) el sucesor de Juárez.

En un pequeño interregno de menos de dos años -entre 1876 y 1878- gobernó Sonora Vicente Mariscal. De origen oaxaqueño, Mariscal fue enviado al estado por el presidente Lerdo de Tejada para manejar tanto la transición entre el agotamiento del poder de Pesqueira, las reacciones contra la imposición del coronel José J. Pesqueira y el inicio en el poder estatal de una nueva generación política encabezada por Luis Emeterio Torres.





Torres agricultor y trabajador de ferrocarriles oriundo del mineral de Guadalupe y Calvo, Chihuahua, se consolidaría en el poder de Sonora por poco más de 30 años, desde su primer período como gobernador en 1881 hasta mayo de 1911 al triunfo de Madero y los tratados de Ciudad Juárez.

Al grupo de Torres le tocó gobernar en el largo período de Porfirio Díaz, incluyendo los 4 años de su compadre Manuel González(1880-1884).

Manuel M. Gándara murió de una apoplejía en Hermosillo en 1878, e Ignacio Pesqueira de un “ataque de parálisis” en su rancho de Bacanuchi en 1886.

Otros personajes destacados del grupo político de Torres fueron Lorenzo Torres, de Mochicahui, Sinaloa, que gobernó Sonora en 1887. También se ausentó de la entidad en 1911 al triunfo de Madero, y murió pobre en Los Ángeles, California, en noviembre de 1912. Su nombre estuvo asociado por muchos años a la estación “Lencho” en territorio Yaqui, hoy un viejo caserón en ruinas ubicado entre la carretera internacional y la vía de ferrocarril frente a la comunidad Yaqui de Tórim.

Ramón Corral, el político de mayor trascendencia del llamado triunvirato porfirista (Torres, Izábal, Corral), fue el que cubrió -sin ser militar- el mayor escalafón político de finales del siglo XIX y principios del XX. Su nombre estuvo vinculado a varias obras: el Parque Ramón Corral hoy Madero en Hermosillo y el paso del ferrocarril entre Cajeme y Guaymas llamada estación Corral, entre otras.

Fue la generación que impulsó en Sonora la construcción de los ferrocarriles, la introducción del telégrafo, el teléfono, el alumbrado público de las principales ciudades, las primera explotaciones mineras, los molinos harineros, las primeras pavimentaciones,el correo, la educación pública, las primeras campañas contra las epidemias, los primeros escarceos de la educación superior y el servicio bancario local, entre otras.

El estilo de gobierno de ellos reflejó en la entidad el esquema de dominio de la política nacional de la época; fueron fieles a Juárez unos y a Díaz otros, y terminaron desplazados por el movimiento revolucionario. Creyeron en sus proyectos, trataron de modernizar Sonora, con todo y sus limitaciones, y tuvieron una real vocación de poder que canalizaron a través del servicio público. Tuvieron oposición, la misma que se fue larvando contra el largo período de gobierno y contra las frecuentes reelecciones del presidente Díaz.

Corral murió de cáncer en la garganta en París (1912) y allá permanecen sus restos. A sus descendientes no se les conoció mayor fortuna más allá de los escasos bienes que heredaron. El mismo Porfirio Díaz que murió también en París,pero en 1915 no hubiera sorteado sus gastos sin los apoyos de banqueros ingleses y de otras partes de Europa.

Rafael Izábal murió en un viaje por barco a Europa (1910) y sus restos fueron depositados en el Océano Atlántico, aunque -según el historiador Francisco R. Almada- se simuló un sepelio en Hermosillo,pero al profanar su tumba algunos yaquis por el odio que le tenían, nada se encontró.
Torres, el hombre fuerte de esa generación, al salir de Sonora (1911) recuperó su trabajo como inspector de los Ferrocarriles Atchinson, Topeka y Santa Fe en Nuevo México, y murió en Los Ángeles, California (1935).

A su nombre se asocian las estaciones “Don” y “Luis” ubicadas en la línea fronteriza con Sinaloa, y la estación “Torres” ubicada en las cercanías de Hermosillo.Varias calles de la capital tenían su nombre, pero fueron cambiadas al triunfo de la Revolución.

A la caída de Porfirio Díaz y el advenimiento de la Revolución, el grupo de Torres fue desplazado del poder y otro tipo de hombres fuertes en la política hicieron sentir su influencia en Sonora: José María Maytorena Tapia, Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, quienes  dominaron la política local desde finales de 1912 hasta 1935.

En ese grupo que dominó por casi 15 años la política nacional (1920-1934) y 23 la política local, también hubo altibajos. Maytorena se alió a Villa y rompió relaciones con Calles y Obregón, partiendo al exilio. De la Huerta, diputado local, senador y gobernador de Sonora, ocupó la presidencia de la República por seis meses, y como secretario de Hacienda del presidente Obregón se reveló buscando la presidencia, lo que le costó el exilio de 1923 a 1935. Álvaro Obregón fue presidente de 1920 a 1924 y fue asesinado en 1928 al ser reelecto. Plutarco Elías Calles, que también fue gobernador de Sonora secretario de Estado y presidente de México de 1924 a 1928, tensó sus relaciones con el presidente Lázaro Cárdenas y partió al exilio en 1935.

La Constitución de 1917 -con gran influencia de Álvaro Obregón en los aspectos sociales- y la fundación del PNR impulsado por Plutarco Elías Calles, reencauzaron el relevo del poder en Sonora y fueron gradualmente introduciendo los cambios políticos, económicos, sociales y culturales que convirtieron la política de “hombres fuertes” hacia el desarrollo institucional que incluso ha llegado hasta nuestros días y que -contrario a lo que sostienen los partidarios del “todo o nada” de la historia política local- ha originado la pluralidad política que caracteriza a la entidad.

¿Cuántas veces ha cambiado el curso político de Sonora? En muchas ocasiones y en diferentes épocas. Primero los hombres fuertes, los caudillos militares y políticos que crearon sus propias reglas con incipientes procesos políticos y jurídicos; después, los relevos institucionales con un marco jurídico en evolución y el sistema de partidos en crisis. 

Por sus propias características, en la entidad nunca ha estado ausente el riesgo de conflicto político a la hora del relevo del poder. Antes, porque predominaba el partido prácticamente único, pero que regulaba el conflicto en su interior -con todo y violencia- mediante el arbitraje del presidente de la República. Posteriormente los desacuerdos electorales rebasarían la capacidad de control institucional del gobierno, hasta que se crearon las instituciones reguladoras de los procesos electorales y aún así.

Sin duda, las ocasiones en que las generaciones señaladas en el pasado actuaron para cambiar, influyeron notablemente en el rumbo de la entidad y contribuyeron notablemente a la construcción de importantes tramos de la historia de Sonora y de México.

En infraestructura imaginemos un viaje de Hermosillo a la Ciudad de México en ferrocarril a principios del siglo XX. Hermosillo-Nogales-Benson-El Paso-Ciudad Juárez-Ciudad de México, o por mar cubriendo la ruta Guaymas-Manzanillo-Guadalajara-Ciudad de México.

Fueron muchos los esfuerzos y muchos más los sacrificios. Por eso, tratar de manipular la historia a conveniencia de los partidos en el poder, buscando canturrear la originalidad y la controvertida versión de “la primera vez”,negando el pasado no le funciona a nadie. El peso de los personajes y de la historia que construyeron es muy fuerte. Recordemos cuando un periodista extranjero le preguntó en 1975 al primer ministro chino Chou En Lai su opinión sobre la Revolución Francesa de 1879 y su respuesta fue: “Es muy temprano todavía, como para dar una opinión sobre ese hecho”.
Las generaciones que le han apostado al cambio en Sonora vienen desde el siglo XIX y a lo largo del XX integradas por hombres con vocación de poder y auténtico deseo de cambiar sus circunstancias. Tuvieron convicciones, defendieron sus ideas, fueron auténticos activistas políticos, sufrieron exilios y persecuciones, y la mayoría de ellos vivió y murió en la medianía Juarista. No fueron ladrones. Detentaron el poder y lo ejercieron buscando el cambio.Nada qué ver con lo que vemos hoy.

Algunos personajes de antaño fueron estigmatizados como los “perdedores de la historia” y a otros se les llamó ingenuos porque no abusaron del erario público ni utilizaron al gobierno para enriquecerse el tiempo que estuvieron en el poder. Eran otras generaciones,otras ideas,otra mística. Tuvieron vocación de poder y no de dinero. En la mayoría de los casos se gobernó para hacer progresar a Sonora porque quienes impulsaron los cambios habían vivido el atraso en carne propia.
La deformación de asociar la acción política con el dinero público o conjuntar el poder político con el económico para fines privados se presentó después. Esa deformación no ha distinguido personajes, partidos ni ideologías. Esa novedad de lustros para acá, del “político-empresario” y el “empresario-político” los de las utilidades privadas y pérdidas públicas, ha sido sin duda,el fenómeno que más ha contribuido al desprestigio de la política.

Meterse a la política para hacer dinero y no para servir o utilizar a los políticos para incrementar riqueza sin riesgo alguno, ha dado al traste con la credibilidad ciudadana en la política.

Comunicar Sonora fue un gran cambio promovido por los dirigentes del siglo XIX,pacificarlo también. Atender de fondo los problemas de educación y salud combatiendo el analfabetismo y erradicando enfermedades infecciosas también fue otro gran cambio. Estabilizar la política a través de reformas a leyes y estructuras,un cambio trascendental sin duda. Fundar la Universidad de Sonora y destinarle a la educación más de la mitad del presupuesto estatal contribuyó a la consolidación del cambio social más importante ocurrido en el estado en décadas. Construir las grandes presas. Esos si fueron cambios. Fueron años muy bien aprovechados para la historia de la entidad,que al paso del tiempo fortalecieron lo que ahora somos y lo que han significado para los frutos hasta hoy obtenidos...y presumidos también.

bulmarop@gmail.com



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