El 2 de septiembre pasado el Presidente dijo “tenemos 120 días para que 2013 sea recordado como un año de grandes transformaciones. Un año en que México se atrevió a despegar”. Peña se refería a la ambiciosa agenda de reformas acordadas en el Pacto por México. Han transcurrido, desde entonces, 42 días, equivalentes a un tercio del tiempo mencionado. Quedan escasas 78 jornadas para que se cumpla el plazo y, hasta ahora, todo sigue en el limbo: no queda claro qué reformas se aprobarán y qué alcance tendrán.
El Congreso tiene dos meses y medio para procesar una saturada agenda legislativa. Por lo pronto, no ha aprobado ninguna de las mentadas reformas. Ni las que van más avanzadas en el proceso legislativo (como la ley sobre el endeudamiento de los estados y la reforma financiera) ni las más complejas (las reformas hacendaria, energética y política) ni las que obligadamente tienen que hacerse este semestre (las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones y competencia económica) ni las que prometió Peñadurante su campaña (las de transparencia y anticorrupción). A duras penas, y después de muchas maniobras políticas, se sacó adelante la legislación secundaria de la reforma educativa que, por cierto, sigue cuestionándose en las calles. Como puede observarse, hay un primer problema de cantidad de iniciativas procesándose al mismo tiempo.
El otro problema es el de la calidad de las reformas. Bien comparaba Bismarck el proceso legislativo con la elaboración de salchichas. Entre más veo lo que está sucediendo con reformas como la hacendaria, más me convenzo de que ahí se está elaborando un embutido que poco resolverá el problema de la baja recaudación fiscal en México. Lo sospecho aun más cuando todo indica que será una alianza del PRI con el PRD de Los chuchos la que aprobará esta legislación.
De acuerdo con reportes de la prensa, todo está en duda con el riesgo de que acabemos con una salchichita. De la propuesta original de Peña, ya quitaron el IVA a las colegiaturas. Todo indica que lo mismo ocurrirá con los impuestos a la renta y compra-venta de viviendas. Hay muchas presiones para eliminar la homologación del IVA en la frontera y el cambio de régimen en las importaciones temporales. Ni se diga el cabildeo que se está llevando a cabo en el Congreso para quitar el impuesto de un peso por litro a los refrescos. La prensa menciona, incluso, que se podrían “suavizar” los términos de una de las piezas centrales de la reforma: la eliminación de la consolidación fiscal. ¿Qué quedará al final? ¿Cuánto más recaudará el gobierno? Si de por sí la reforma hacendaria que proponíaPeña era chica, cada vez nos acercamos a un escenario de una reformititita, como diría El Perro Bermúdez.
Sin embargo, la reforma que más me preocupa es la energética. Antes de salir de vacaciones, moderé tres mesas sobre este tema, en las que participaron 13 ponentes de primer nivel. En la primera participaron LuisTéllez, Jesús Reyes Heroles, Gerardo Gil Valdivia yHéctor Aguilar Camín; en la segunda, Juan Pardinas,Juan Carlos Boué, Carlos Elizondo y John Scott; y en la tercera, Cuauhtémoc Cárdenas, Adrián Lajous, Federico Reyes Heroles, Luis Ramírez Corzo y Gerardo Gutiérrez Candiani. Ninguno defendió la propuesta de Peña. O estaban en contra de abrir la industria de hidrocarburos al capital privado o argumentaban que, de hacerlo, habría que permitir formas diferentes a lo que está proponiendo el Presidente (los contratos de participación de utilidades).
Después de escuchar a los expertos, me quedé con la impresión de que la reforma de Peña no va a solucionar el problema energético en México. Que es mejor la propuesta del PAN, que incluye el régimen de concesiones, y, en una de esas, hasta mantener el statu quo como quiere la izquierda.
En conclusión, a 78 días de que termine el año en que México podría transformarse, hay muchas longanizas cocinándose en la parrilla legislativa, con una alta posibilidad de que varias se reduzcan a salchichas cocteleras, que de ninguna forma satisfagan el gran apetito que existe en el país por una economía más dinámica.
Twitter: @leozuckermann
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