domingo, 17 de noviembre de 2013

Diego Petersen Farah - La máscara de Paracho

Siempre ha sido un hombre adusto y no es lo que se llama una sonrisa fácil. Su cara es inexpresiva,  larga y sobria como una máscara. Es seco, parco y cuidadoso al hablar. Firme hasta la terquedad, pero siempre dispuesto a la escucha. Es, pues, todo lo contrario del político moderno, ese figurín de sonrisa perfecta, amabilidad ficticia y dispuesto a negociar hasta a su madre porque en la nueva escuela de la política, lo que importan no son los principios, sino los finales, los resultados. Quizá por eso, aunque sea solo por el contraste, el regreso de Cuauhtémoc Cárdenas -la máscara de Paracho- a las primeras planas de la política mexicana es, paradójicamente, un refresco. 






El ingeniero, que cumpliría ochenta años el próximo primero de mayo, salió del confort de un semi retiro, para plantarse de nuevo en las calles y protestar por lo que él considera una mala decisión con la reforma energética. Se puede o no compartir las ideas que el ingeniero Cárdenas tiene sobre Pemex y la política energética, e incluso habrá quien considere anticuada su forma de ver la política energética, pero si algo no puede decirse, es que no sepa de lo que está hablando. 

Frente el tono mesiánico y amenazador de Andrés Manuel, la firmeza serena y argumentada de Cuauhtémoc Cárdenas, hace posible un diálogo distinto entre el gobierno y las fuerzas de  izquierda. 

En la reforma energética no se trata solo de tener mayoría. Si PRI y PAN se ponen de acuerdo mañana, lo más seguro es que ya estén de acuerdo desde hace rato, pueden sacar adelante la reforma en el Congreso, pero no en la realidad. El petróleo en México es una tema que va más allá de lo pragmático y que no puede verse como un asunto de corto plazo, y aislado de una política energética, como por momentos pareciera en el discurso de algunos promotores de la reforma. Es una tema que, para bien o para mal, pasa por los más profundos -y si se quiere arcaicos- sentimientos nacionales. 

El regreso del ingeniero a la política, y en particular a este tema, puede ser punto en el cual el PRD se ancle para encontrar un discurso coherente en lo que se refiere a la reforma energética. El gran problema de la izquierda mexicana ha sido que comienza defendiendo un principio y termina arropando un sindicato, sea el de Pemex, el de Luz y Fuerza, el del IMSS, etcétera. La figura de Cárdenas puede darle sentido a lo que la izquierda tiene que decir. 

Es muy probable que PAN y PRI vayan a sacar adelante la reforma, pero si escuchan al Ingeniero, no solo harán un mejor reforma, sino que le evitarán al país un desgaste inútil.

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