¿Qué es un rebelde? Un hombre que dice no...
Pero también un hombre que dice sí”.
Albert Camus
Como muchos, la primera línea que leí de Albert Camus ha quedado sellada en mi memoria: “Hoy murió mamá. O quizá ayer, no sé”. Meursault, el narrador de El extraño (o, como se tradujo, El extranjero) no expresa tristeza. El sol argelino, “el sol desbordante que hacía estremecer el paisaje”, vuelve el ambiente “inhumano y deprimente”. En vez de guardar duelo por su madre, Meursault entabla una relación amorosa con una mujer y mata a un árabe sin saber por qué: “Comprendí que había roto el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa donde había sido feliz”. Es detenido y procesado. Su indiferencia es considerada un agravante por el tribunal.
Rieux también es agobiado por el pesimismo, pero como médico trabaja sin descanso para ayudar a las víctimas de una epidemia. El sufrimiento y la muerte se convierten en sus compañeros habituales. La peste cede al final, pero el doctor sabe que puede permanecer oculta durante mucho tiempo para regresar en el momento menos pensado. Aun así, ante las celebraciones de la gente, surge en él la esperanza: “algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio”.
El mito de Sísifo de 1942 unió los caminos de Sartre y Camus al mostrar el absurdo de la vida, pero L’Homme révolté (El rebelde o El hombre rebelde) de 1951 marcó el inicio del rompimiento. Camus se niega a aceptar, al contrario de Sartre, la utopía marxista. Si bien se adhirió al Partido Comunista Argelino en 1935, cuando tenía 21 años, sólo permaneció en su seno un par de años. Con el tiempo fue tan duro en su crítica al fascismo como al comunismo soviético.
“¿Qué es un rebelde? -se pregunta Camus-. Un hombre que dice no. Pero si rechaza, no renuncia: es un hombre que también dice sí, desde su primer movimiento. Un esclavo que ha recibido órdenes toda la vida, de pronto juzga inaceptable un nuevo mandato”.
La rebeldía es “el movimiento mismo de la vida... no puede ser negada sin renunciar a vivir”. Por eso el comunismo, con sus aspiraciones de imperio mundial, no es la utopía que dé sentido a la vida.
La libertad es la aspiración fundamental del ser humano, pero “no hay libertad para el hombre mientras no supere el miedo a la muerte”. De hecho, Camus sostiene en El mito de Sísifo que “el único problema filosófico realmente serio” es “el suicidio”. El hombre es libre porque tiene la posibilidad de escoger entre la vida y su propia muerte.
Este 7 de noviembre se han cumplido 100 años del nacimiento de Camus. A la distancia su figura se agiganta. En parte es la temprana muerte que encontró en 1960 en una carretera a los 46 años; pero también la magia de sus textos literarios y la belleza y claridad de sus reflexiones filosóficas.
Camus supo aterrizar las inquietudes filosóficas de quienes no asisten a los cursos de filosofía. Por eso fue despreciado en su momento por los profesionales de la filosofía. Por eso, quizá, sigue siendo leído a medio siglo de su muerte.
El crítico
Falleció ayer Gustavo García, un crítico de cine sensible, brillante y con un extraordinario sentido del humor. Demostró que no hay que darse ínfulas para ser un crítico importante. Basta con amar el cine con inteligencia y saber compartir la experiencia con los demás.
www.sergiosarmiento.com
Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=202297
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