Resentido, da.1. Dicho de una persona: Que muestra o tiene algún resentimiento; 2. Dicho de una persona: Que se siente maltratada por la sociedad o por la vida en general.
Resentimiento. 1. Acción y efecto de resentirse.
Resentirse. 2. Tener sentimiento, pesar o enojo por algo.
Estas tres definiciones pueden encontrase en la 22 edición del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española. Sirven para describir perfectamente bien a muchos de los izquierdistas de verdad y de mentiras, sobre todo a estos últimos, que se oponen verbal y hasta físicamente a la aprobación de la reforma energética.
Estos individuos están resentidos por diversos motivos: porque el sistema político o económico no los trató bien, porque el partido político al que pertenecieron no les otorgó lo que creían merecer, porque alguien o algo influyó para que se sintieran maltratados por la sociedad o por la vida en general.
Veamos quienes son algunos de ellos.
En la Cámara de Senadores están Manuel Camacho Solís (PRD), Manuel Bartlett (PT), Layda Sansores (MC), David Monreal Ávila (PT), Lorena Cuéllar Cisneros (PRD), Martha Palafox Gutiérrez (PT), Sofío Ramírez Hernández (PRD), Armando Ríos Piter (PRD), Zoé Robledo Aburto (PRD).
Ocho de estos nueve tienen algo en común: todos militaron en el PRI, partido que los trató muy bien hasta que decidió no hacerlo, lo que aparentemente provocó en ellos el resentimiento que muestran con sus palabras y sus actos. De los nueve, tres son hijos de quienes fueron priístas distinguidísimos y durante su niñez, adolescencia y edad adulta pertenecieron a la clase dorada de nuestro país, clase que conforman los políticos del más alto nivel sin que importe el partido al que pertenezcan. Uno es hermano de un muy distinguido expriísta que como perredista llegó a ser gobernador de su estado.
Los ocho expriístas son Bartlett, Camacho, Cuéllar, Palafox, Ramírez, Ríos Piter, Sansores y Monreal. Todos se fueron del PRI cuando dejaron de tener el poder e influencia que alguna vez disfrutaron y usaron para provecho propio y de sus incondicionales.
Los hijos de exgoberandores priístas son Bartlett (hijo de un defenestrado gobernador de Tabasco), Sansores (su papi fue gobernador de Campeche y presidente nacional del PRI) y Robledo (hijo de un gobernador de Chiapas que fue acusado por el propio PRD de ganar gracias a un descomunal fraude electoral).
Dos de los ocho creyeron que serían candidatos a la presidencia. A Bartlett lo frustró y enojó la candidatura presidencial de Carlos Salinas, mientras que Camacho sigue sin aceptar que Salinas decidió que Luis Donaldo Colosio fuera el candidato del PRI. Pese a ser derrotado por Salinas, Bartlett todavía se humilló ante él al aceptar ser su secretario de Educación Pública y luego, como regalo de consolación aceptó ser gobernador de Puebla. Quiso ser candidato presidencial del PRI en 1999 pero acabó conformándose con ser senador.
Ramírez abandonó al PRI cuando su jefe político, el actual gobernador de Guerrero, Ángel Eladio Aguirre, hizo lo mismo después de que el PRI no lo hizo candidato a la gubernatura del estado que hoy ha contribuido a arruinar. Monreal hizo lo mismo cuando su hermano Ricardo renunció al PRI después de que éste no lo ungió como su candidato a la gubernatura de Zacatecas.
Sansores se fue del partido que su papi presidió cuando el PRI no la eligió como su candidata a la gubernatura de Campeche.
Ríos Piter colaboró con gobiernos priístas y panistas antes de decidir que en el PRD podría avanzar más rápidamente su carrera política, decisión que el tiempo ha demostrado fue la correcta.
Cuéllar y Palafox también se fueron del PRI al ver frustradas sus aspiraciones a ocupar cargos más importantes.
Si se analiza cuidadosamente, ninguno de los nueve se fue del PRI motivado por razones ideológicas. Simple y sencillamente se largaron del partido porque éste ya no les siguió dando fama y fortuna.
Los nueve, tal vez porque saben que nadie cree que son verdaderos izquierdistas, han sido algunos de los opositores más vociferantes a las reformas impulsadas por el presidente Enrique Peña y el PRI. Seguramente que otra sería su conducta si no se hubieran ido del PRI.
Resentidos y, además, hipócritas. Y se dicen nuestros representantes…
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Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=209368
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