martes, 31 de diciembre de 2013

Ramón Gómez de la Serna - El día 32

Ramón Gómez de la Serna
1888 - 1963

El día 32

Ya no van a quedar más hojas del almanaque. Nos detendremos antes de arrancar la última hoja. ¿Que habrá dentro? ¿un consejo? ¿una máxima? ¿una promesa?

Hay quienes dejan pegada esa hoja en el cartón. Mal hecho. Ésos se quedan sin algo. Porque hay un secreto que voy a divulgar, y es que, entre el 31 y el 1 del año que comienza, hay un día que no se nota, que pasa desapercibido, que, como todo el mundo está preocupado, nadie ve: el día 32.

Desde la antigüedad existe ese día. Es el día en que los desmemoriados vuelven a adquirir la memoria; el día que se pasa con la cabeza en el hielo; el día en que se duermen veinticuatro horas; el día en que muchos, que no saben jugar al ajedrez, se lo pasan jugando sobre el tablero; el día de matar al gato y decir que se ha muerto. ¡Qué de cosas se hacen ese día 32! Yo sonrío ya cuando arrancan la última hoja y creen que detrás no hay nada más que un papel con engrudo.





- ¡Mañana, ya, primero de año!

- Sí, quizá.

- ¿Cómo quizá?

- Pero ¿cómo no comprende que no puede venir un año después de otro sin una tregua, sin el día de la bandera blanca y del armisticio?

Yo ya me preparo. Miro en los escaparates de repostería lo mejor de lo mejor. Tengo una lista de vinos reservada para el día 32 y me cambio de narices, y en algunos trechos en que mi pelo clarea, logro que se espese, y ese día oigo las estaciones superpolares donde las focas tocan el violín.

¿Que cómo se entra en el día 32?

Ese es mi invento.

Yo tengo un biombo de cuatro hojas amplias y altas y en una de ellas he abierto una puertecita.

¡Qué cuestión tuve con mi mujer cuando encargué esta puertecita de escape!

- Prefiero que llames a tu amigo el psiquiatra y que me interne por fin en un manicomio a que hagas una puerta en ese biombo.

Al fin la convencí, y por esa puerta, en la hoja segunda del biombo, me escapo cuando suenan las doce de la noche del día 31 y me sumerjo en el 32. Ella no recobra el conocimiento hasta que llega el que ella cree que es el día siguiente, y es el subsiguiente.


Ramón Gómez de la Serna, "Cuentos de Fin de año"


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