viernes, 3 de enero de 2014

Jenaro Villamil - 2014, los aniversarios por venir

Una buena pista para observar nuestro tiempo es cerrar los ciclos que se abrieron (o no se han cerrado) desde hace 20 o 10 años.
 
El 2014 tiene varios aniversarios que recuerdan no sólo la impostura democrática en México sino los crímenes a la democracia irresueltos: desde el levantamiento zapatista, coincidente con el inicio formal del TLCAN, hasta los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, con el sello del desarreglo salinista, hace dos décadas.
 
Ninguno de los dos crímenes se ha cerrado de manera clara. El asesinato de Colosio inaugura el desarreglo salinista y la sombra poderosa del narcopoder que no ha cesado desde entonces. El homicidio de Ruiz Massieu marcó también el preludio de una guerra intestina entre la tecnocracia sobreviviente: el salinismo y el zedillismo. Ahora, Raúl Salinas de Gortari goza de cabal salud y de exoneraciones.
 
 
 
 
 
El zapatismo chiapaneco cimbró hace dos décadas el panorama nacional e internacional. Después del gran despliegue y la innegable capacidad de comunicación política de la “primera guerrilla del siglo XXI”, el EZLN se ha replegado en sus municipios autónomos. La situación de la población indígena en México es más precaria ahora que hace veinte o diez años, cuando entró en vigor la nueva ley para las comunidades originarias del país.
 
Se cumplen diez años de los videosescándalos del 2004 que fracturaron para siempre al PRD. Cada uno de los protagonistas está ahora en trincheras y condiciones impensables a una década de esa gran conjura: el empresario Carlos Ahumada encerrado en sus trampas y desarreglos en Argentina; Rosario Robles en el gabinete de Peña Nieto; René Bejarano con un poder innegable al interior del PRD; López Obrador sobreviviente del sistema y de un infarto; Televisa al frente de la gran tragicomedia nacional; Salinas de Gortari con un poder revivido y Vicente Fox y Marta Sahagún viviendo la parodia de sí mismos y del “cambio” que nunca llegó.
 
El TLCAN cumple dos décadas. No promovió la democracia ni el desarrollo económico en México, como prometió Salinas y sus defensores. Benefició a un puñado de 44 grandes empresas que concentran las exportaciones y destruyó un modelo de economía media y pequeña frente a los gigantes del comercio y la distribución. El campo mexicano se devastó y eso explica el repunte del narco en zonas como Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Sinaloa.
 
Ahora, el gobierno de Peña Nieto plantea a través del embajador mexicano en Estados Unidos, Eduardo Medina Mora, el “relanzamiento” del TLCAN. No para beneficiar lo que eran reclamos mexicanos –en especial, un acuerdo migratorio para beneficiar a la mano de obra de nuestro país- sino para cumplir con la agenda norteamericana pendiente: petróleo y telecomunicaciones. Subrepticiamente, esto acentuará la injerencia norteamericana en materia militar y de inteligencia en nuestro territorio.
 
A los veinte años del TLCAN y a los 14 de los llamados “acuerdos paralelos” en materia ambiental y laboral, es claro que el balance ha sido muy desigual. México no ingresó a las “grandes ligas” sino canceló un proyecto de multipolaridad para alinearse por completo a la potencia hegemónica de la posguerra fría. Sin obtener para los intereses nacionales nada a cambio.
 
Momentos Internacionales
 
A nivel global, en 2014 se cumplen diez años de los atentados de marzo en España que le dieron un giro espectacular a las elecciones de ese año y marcaron la presencia de Al Qaeda en Europa.
En marzo de 2004, los atentados de Al Qaeda en Madrid marcaron el fin trágico de la era de José María Aznar y el inicio de una esperanza quebrada con José Luis Rodríguez Zapatero. El PP y el aznarismo retornó al poder en una España fracturada por la crisis económica. En abril de este año se cumplirán los 75 años del final de la guerra civil española, preludio de la Segunda Guerra Mundial y de la dictadura más oscura y longeva en Europa.
 
En Cuba se celebra en enero los 55 años de una revolución sobreviviente de muchas cosas: de la guerra fría, del desorden mundial, de sus propios errores, de un bloqueo económico absurdo que ha servido para justificar la cerrazón interna. Algo sucederá este 2014 en la isla de los Castro.
 
El 20 de enero, Barak Obama cumple cinco años al frente de la administración de Estados Unidos. El primer presidente negro en la historia norteamericana acabó pareciéndose, cada vez más, a la herencia de la administración de George W. Bush, incapaz de reaccionar a tiempo y a fondo frente al escándalo desatado por Edward Snowden.
 
Dos fechas serán claves en el escenario norteamericano de este año: noviembre se renovará el Congreso y el 31 de diciembre cesa el mandato internacional en Afganistán, el país que inauguró tristemente el ciclo de las “guerras justas” de invasión de Estados Unidos en los últimos 13 años.
En Europa se celebran dos fechas claves: los 100 años del asesinato del archiduque de Austria que dio origen a la Primera Guerra Mundial; y los 75 años de la invasión alemana a Polonia, que dio inicio formal a la Segunda Guerra Mundial.
 
Ambos sucesos –junto con los 75 años del final de la Guerra Civil española- provocarán una inevitable reflexión sobre la Europa de hoy, el reacomodo mundial y los nuevos desafíos globales.
 
 
 

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