Hoy se cumplen 75 años del fallecimiento en Francia del vate sevillano Antonio Machado. Una serie de homenajes recuerda al autor de ‘Soledades’
CIUDAD DE MÉXICO, 22 de febrero.- “Estos días azules y este sol de la infancia”. La pequeña anotación fue encontrada en el abrigo de Antonio Machado hace 75 años. Aquel verso sería el último que escribiría luego de ser forzado a salir exiliado a la frontera con Francia, al poblado de Collioure, arrinconado por la toma de Barcelona a cargo del ejército leal a Francisco Franco.
Hasta su muerte, el poeta sevillano estaría acompañado por la poesía.
Y es que como dice José de la Colina: al igual que Luis Cernuda, Antonio Machado sólo concibió como patria a la poesía: “sólo reconocían como patria ese terreno, son ácratas (partidario de la supresión de toda autoridad), apátridas y ateos y sólo reconocen como religión, como patria, como identidad, la poesía”, dice.
Aquella vida destinada a la lírica es recordada hoy a tres cuartos de siglo de su muerte.
Este domingo, la Fundación Antonio Machado Collioure dedicará toda una jornada en homenaje al poeta, que también dedicó su vida a la filosofía. Desde temprano en la población francesa serán dedicadas lecturas de poesía, conciertos y otras actividades artísticas, incluida la develación de una escultura del poeta. Pero los homenajes no sólo sucederán en el lugar que le vio morir, también en otras ciudades —fundamentales en la vida de Machado— como Madrid, Andalucía y Segovia le dedicarán jornadas culturales.
En Madrid, por ejemplo, el lugar donde pasó la adolescencia y al que regresó siempre en la madurez, un grupo de poetas jóvenes han preparado una lectura continua de sus poemas que arrancará en Segovia y en otros actos culturales se han programado recitales y conferencias que evocarán su memoria.
Machado Ruiz nació en Sevilla en 1875, formó parte de una familia librepensadora cuyo padre fue amigo de intelectuales con ideas progresistas. A los ochos años debió partir junto con sus cinco hermanos a Madrid, donde vivió los años juveniles, aquellos días previos al siglo XX habrían de impregnarse en la memoria y aparecerán constantemente en los versos que hoy se consideran un retrato de España.
Siendo aún muy joven mostró predilección por el teatro y comenzó a frecuentar los cafés literarios y no fue sino hasta 1890 que viajó a París, para encontrarse con su hermano Manuel, donde comenzó a trabajar como traductor para la editorial Garnier. Ahí trabó amistad con Oscar Wilde y Rubén Darío, y también cultivó su afición por la filosofía con Henri Bergson. Sus primeros poemarios fueron publicados de regreso a España: Soledades (1903) y Soledades, galerías y otros poemas (1907).
Machado le confesará a José Ortega y Gasset que siente una fuerte predilección por la filosofía, a la que recurre mayormente después de 1913 cuando fallece su mujer. Platón, Leibniz, Kant, el propio Bergson, así como Unamuno y el mismo Ortega, serán sus autores predilectos.
Para 1917 conoce a Federico García Lorca, con el que establece una sólida amistad y dos años después se traslada a Segovia, donde conoce a Pilar de Valderrama, la segunda mujer de la que se ha de enamorar, aunque sólo platónicamente y en secreto. Con el estallido de la Guerra Civil Española parte a Valencia y publica artículos en La Vanguardia, el periódico de la República. La guerra obligará a Machado a partir hacia la frontera francesa, junto con su hermano José y su madre. Apenas un mes después de su llegada a Collioure, el poeta morirá en el exilio, el 22 de febrero de 1939.
Rescatado por Serrat
La voz del integrante de la Generación de 1898 fue rescatada de cierto olvido en la década de los sesenta por el cantautor Joan Manuel Serrat.
El convulso 1968 y la expulsión de Serrat del Festival de la Canción Eurovisión 1968 —por aferrarse a cantar en su lengua la canción que representaría a España— serían el caldo de cultivo del disco homenaje a Machado.
Aparecido bajo el sello Zafiro, con arreglos y dirección del músico Ricard Miralles, la combinación Machado Serrat —con la colaboración de Alberto Cortez al menos en dos canciones de las 12 que integran la producción Dedicado a Antonio Machado. Poeta— fue rápidamente acogida por el público.
El aire nostálgico y profundamente popular de los temas habría de calar hondo y como pocas veces sucede, Serrat logró que los poemarios Soledades y Campos de Castilla volvieran a adquirir voz pública.
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