lunes, 17 de febrero de 2014

Germán Martínez Cázares - Madero, no cualquiera

Germán Martínez Cázares
17 Feb. 14

Gustavo Madero fue imperturbablemente leal al Presidente. Para unos, encarnación del mal y la corrupción, para otros, ejemplo de patriota. Soportó el peso de la murmuración y la saña del enemigo; como presidente del partido y frente a la adversidad no abrazó la salida fácil de una misión diplomática, tampoco escurrió su responsabilidad como diputado, siempre advirtió al Presidente -inútilmente- de la conjura asesina que acabó con sus vidas. Gustavo A. Madero y su hermano Francisco I. Madero son héroes tercos de nuestra democracia.

Para reelegirse como presidente nacional del PAN, Gustavo Madero Muñoz deberá sortear, con ese tesón cívico de sus antepasados, las asechanzas de adversarios internos y externos. No será fácil.









Sin duda Madero tuvo errores y deberá corregirlos. Revisar y renovar los liderazgos parlamentarios. Mayor seriedad y prudencia en sus declaraciones, sobre todo las que califican al presidente Peña. Promover la cultura liberal entre los panistas. Auditar y mejorar el método para determinar las prioridades de los diputados panistas al aprobar el gasto público. Y desterrar las coaliciones electorales PAN-PRD, el mayor error de su gestión.

Pero Gustavo Madero no está parado sobre un montón de estiércol como intentan caricaturizarlo sus malquerientes. La subcultura de amaestrar rebaños panistas con prebendas está en todos los grupos, sin excepción. Acusarlo de uso personal de la dirigencia exhibe un encono, no una convicción; es la escena típica del que "va abajo" en las encuestas. Mugre política.

El manejo honesto del dinero es condición necesaria pero no suficiente para conducirse con sinceridad política, ésta exige ver al adversario con tolerancia, disposición a discutir y ánimo de comprenderlo. La política, según Jacques Maritain, es el terreno de "lo posible", está llena de actuaciones "revisables" y "perfectibles"; creerse depositario único de la verdad y proponer "hundir" a Madero, revive una cara nefasta del PAN, la cara fascista.

No se pueden regatear los buenos resultados del desempeño del comité maderista. Por ejemplo, depurar el padrón, construir una mayoría para reformar las reglas y revitalizar el federalismo interno (falta ver costo y conflicto interno de la elección en manos de los militantes). Un año después del tercer sitio en la derrota presidencial, el PAN se recolocó en el segundo lugar de las preferencias electorales.

La participación del chihuahuense en el Pacto por México es un éxito abrumador. Se cosecharon para el país verdaderos frutos panistas. En medio de la incomprensión y la rencilla interna, el terco Gustavo Madero y su diálogo eficaz con Peña, logra transformaciones para el bien común nacional: mayor competencia en las televisoras, sembró democracia y transparencia sindicales, impulsó una educación pública donde se reconozca el mérito de los maestros, etcétera. Pero hay dos proezas históricas aunque se reprochen de graduales: Madero hizo realidad el sueño de Adolfo Christlieb, al recuperar para los ciudadanos la reelección legislativa y, por otro lado, acabó con el monopolio de Petróleos Mexicanos. El PAN empujó la agenda de modernización del país, como no lo habíamos visto desde los grandes y buenos acuerdos de Luis H. Álvarez y Carlos Salinas.

Además, muchas de esas transformaciones detonarán dinámicas de libertad y competencia (¿alguien lo duda después de la controversia constitucional interpuesta por el Presidente en materia de telecomunicaciones?). Algunas de esas reformas suscritas en el Pacto por México carcomen los soportes del viejo nacionalismo revolucionario, causa del atraso del país y ocasión de tantas ventajas electorales para el PRI. ¿Madero entreguista? No. Madero debe volver a ganar. El intento penoso de amontonamiento de candidatos al grito de "cualquiera, no Madero", me recordó a Gerardo Medina al defender a Carlos Castillo de otro montón similar; sus rivales exhiben mohína y ausencia de ideas, y se prestan a la fácil réplica: ¡Madero, no cualquiera!


Leído en REFORMA

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