A principios de la década de 1960 Federico Campbell vivía en la azotea de un edificio de la calle Damas de la colonia San José Insurgentes del sur de la ciudad de México.
Estudiante de la UNAM originario de Tijuana, había llegado ahí por su amistad con Fernando Macotela, hoy director de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, pero también por la enorme generosidad de la madre de Macotela y de su tía Tati que vivían en un oscuro apartamento interior en un pequeño conjunto en el número 88 (si no mal recuerdo) de esa calle.
Macotela leyó un día unos poemas que Campbell había escrito en un cuaderno y le dijo “Esto es bellísimo”.
Transcribió a máquina un texto y lo llevó a un vecino, Huberto Batis, quien publicó “Recuperación de Taormina” en Cuadernos del Viento, la revista literaria que Batis dirigía en ese tiempo (Moisés Castillo, “Federico Campbell: Me siento un farsante como escritor”, Animal Político, 24 septiembre 2011).
Campbell nunca volvió la vista atrás.
Desde entonces se dedicó a escribir tanto textos literarios como periodísticos.
La historia se repite con frecuencia.
En 1971 yo tenía 17 años, era estudiante de la Preparatoria 8 y dormía con frecuencia en ese mismo oscuro apartamento (a mí no me tocó la azotea).
Lo hacía porque no tenía donde más dormir, por invitación de mi amigo Juan Andrés Mora, de la Prepa 6, hermano de Macotela, y por la nunca agotada generosidad de su madre y su tía Tati.
Macotela era un personaje misterioso a quien yo no conocía todavía porque vivía en Francia como consejero de la embajada mexicana.
Tenía en el apartamento de Damas, sin embargo, una enorme biblioteca, acomodada en filas de dos al fondo, que yo devoraba de manera sistemática.
El 10 de junio de ese 1971 se produjo la matanza del jueves de Corpus.
Al día siguiente varios de mis amigos de la Prepa 6 que habían asistido a la manifestación me contaron su historia.
Escribí un artículo con los testimonios.
Juan Andrés me llevó a ver a Federico Campbell, que trabajaba en una revista en la colonia Cuauhtémoc.
Él leyó el artículo y me dijo que iba a tratar de publicarlo. Más tarde supe que se lo había llevado a José Emilio Pacheco, quien lo incluyó, efectivamente, en el siguiente número del suplemento cultural de la revista Siempre! Desde entonces nunca quise hacer otra cosa que periodismo.
Recuerdo a Campbell como un hombre de extraño sentido del humor y obsesiones muy marcadas, como la que tenía por el escritor italiano Leonardo Sciacia.
Era también un editor de enorme generosidad.
A pesar de mi juventud, me pidió ayuda para un artículo sobre Marcel Proust.
Más tarde, cuando fue director editorial de la revista Mundo Médico, me contrataba colaboraciones que me proporcionaron un muy bienvenido ingreso en tiempos de enorme precariedad económica.
Campbell marcó mi vida. No sé qué habría pasado conmigo de no haberme ayudado cuando lo hizo.
Con el paso del tiempo nos encontramos varias veces, casi siempre por azar. Yo vivía en la Condesa; él un tiempo en la calle de Estocolmo, en la Zona Rosa, otro tiempo también en la Condesa.
Hablar con él era un privilegiado intercambio de ideas y de citas literarias.
Alguna vez me recitó las primeras líneas de varias obras que habían marcado su vida.
Campbell tendía a la depresión.
Se quejaba de ser disperso y no lo suficientemente disciplinado para escribir constantemente.
Quizá por eso admiraba a Juan Rulfo, un gran escritor de sólo dos obras.
Era memorioso también.
“La memoria es la identidad personal” decía. Quizá por eso me cuesta tanto trabajo entender su partida este 15 de febrero. Por eso se vuelve tan fuerte el recuerdo de ese oscuro apartamento de la calle de Damas donde la generosidad de otros nos permitió ser quienes finalmente fuimos.
MUERTES POR INFlUENZA
Al 14 de febrero, la Secretaría de Salud reportaba 477 muertes por A H1N1 y 520 por todos los tipos de influenza.
En 2009-2010, cuando se ordenó la paralización del país, hubo 1,316 muertes por A H1N1.
Twitter: @sergiosarmient4
Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/campbell-1392619661
Los derechos de autor son propiedad de los columnistas y sus periódicos; las columnas de los foristas son responsabilidad de ellos mismo; los comentarios, mentadas de madre y albures en Disqus son, también, responsabilidad de los foristas. Este lugar no tiene fines de lucro Aquí no se censura ni se modera. CUANDO SE PUBLIQUEN DATOS PERSONALES, POR SEGURIDAD, LOS POSTS SERÁN BORRADOS. Contacto: lafaunademilenio@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.