Barack Obama no estuvo cómodo en México. Llegó con la agenda estadunidense centrada en Ucrania, Siria y Venezuela. Su interés no radicó en las cuestiones de seguridad con su vecino ni en el arranque de una posible reforma migratoria ni mucho menos en el combate contra el narcotráfico. Vamos: en Toluca ni siquiera hubo promesas.
Stephen Harper, primer ministro de Canadá, sabía que el presidente Peña Nieto le pediría eliminar la visa para los turistas mexicanos, y por eso lo colmilleó: sacó el capote y respondió con un ambiguo “en un futuro próximo”. Y nada más. Ni sí ni no.
Obama cumplió con el protocolo, y punto.
Harper cumplió con el protocolo, y punto.
Tampoco hubo frases célebres. A lo más que se llegó y que destacaron los medios de manera chabacana fue el “… no he tenido oportunidad de probar el chorizo legendario de Toluca, y ojalá la próxima vez que venga tenga la oportunidad de probarlo”. Obama sabe que difícilmente habrá una próxima vez en la capital mexiquense.
¿Por qué el Presidente más poderoso del mundo estuvo físicamente en México pero, a la vez, se observó ausente y retraído?
Sí: mucho le pesa estar en su nivel más bajo de aprobación ciudadana durante su Presidencia. Sólo cuatro de cada diez estadunidenses le dan calificación positiva. (Fuente: CNN/ORC).
Pero el propio Obama mostró su verdadera preocupación y prioridad el miércoles pasado:
Ucrania. Así lo dijo:
“Nosotros queremos que el pueblo ucraniano tenga la libertad de asociación, de expresión, sin temor a represalias por parte del gobierno”.
Y aludió a Putin, y no precisamente por los juegos de invierno en Sochi, sino por la postura favorable del exespía de el KGB respecto a Siria.
Y con Venezuela, Obama lanzó un exhorto que, en boca del Presidente de EU, se convierte en advertencia: “Estados Unidos condena enérgicamente la situación en Venezuela; llamamos al gobierno de Venezuela para que libere a los manifestantes detenidos y a entablar un diálogo verdadero”.
Esas eran las preocupaciones de Barack Obama en Toluca: Ucrania, Venezuela, Siria. No nuestra frontera norte ni los migrantes o la seguridad bilateral o el narco. Nada de eso apareció.
De manera contundente y documentada, los influyentesThe New York Times y The Washington Post apuntalaron el desinterés de Barack Obama en su visita relámpago a México.
“Obama estuvo poco más de ocho horas en México, una menos que las nueve horas que duró el vuelo de Washington a Toluca, y mucho menos tiempo al que le dedicó el presidente el fin de semana a su juego de golf en California”, publicó el Post en una nota breve en páginas interiores y sin fotografía.
Evidente el desdén informativo.
The Washington Post destacó que desde que viajaba rumbo a Toluca en el Air Force One, Obama “estaba concentrado en otros asuntos y lo que menos le interesaba era el encuentro en la capital del Estado de México”.
Y más: desde Toluca, Obama se dio tiempo para llamar telefónicamente al primer ministro de Turquía para hablar de la “creciente presencia del terrorismo en Siria”, otro de los dolores de cabeza del mandatario estadunidense.
The New York Times soslayó los temas tratados durante la reunión trilateral toluqueña. “En Washington, el propio partido del presidente Obama (Demócrata) rechaza darle la autoridad que busca para concretar el TPP (Plan de Transporte de América del Norte)”.
En Toluca, un Barack Obama ausente, incómodo.
Un Obama con su propia agenda de prioridades.
ARCHIVO CONFIDENCIAL
MICHOACÁN Y EL ABUELO. A ver, a ver, ¿cómo está eso de que el propio gobierno, además de legalizar a lasautodefensas infiltradas por el narco, le pide ahora al alcalde de Tepalcatepec, Guillermo Valencia, que investigue y presente pruebas de sus acusaciones en contra de Juan José Farías, El Abuelo, a quien tilda de traficante y homicida? ¿Acaso no se supone que sea el propio gobierno, dotado de poderes constitucionales, de recursos ilimitados, de policías, soldados y armamento, el que tiene la obligación de indagar y comprobar denuncias de otras autoridades sobre posibles vínculos de personajes ligados a las autodefensas con el crimen organizado? El asunto no es menor: Valencia señala directamente al Abuelo de ser el cerebro de las guardias comunitarias. “En Michoacán se persigue a los delincuentes malos con el apoyo de delincuentes buenos” es una frase lapidaria de Valencia. En este caso, la investigación le corresponde al gobierno y no al alcalde, quien ya tuvo la valentía de denunciar, con nombres, una situación de alto riesgo.
Twitter: @_martinmoreno
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