sábado, 22 de marzo de 2014

Jaime Sánchez Susarrey - 1994: año aciago

El 17 de noviembre de 1993 fue aprobado, en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, el Tratado de Libre Comercio. Y el 28 de noviembre, fue postulado Luis Donaldo Colosio candidato del PRI a la Presidencia de la República.


La popularidad del presidente Salinas de Gortari estaba entonces por los cielos. En 1991, el PRI había recobrado la mayoría -casi compuesta- en la Cámara de Diputados. Sin embargo, había una serie de tensiones profundas.


La oposición más clara era sostenida por el PRD, que se había opuesto a todas y cada una de las reformas emprendidas.


En el interior del PRI también había resistencias soterradas. Las corrientes nacionalista-revolucionarias rechazaban los cambios.







Pero la serie de logros que se había apuntado Salinas de Gortari, desde el arresto de La Quina (1989) hasta el TLC, pasando por la renegociación de la deuda externa y el control de la inflación, hacían irrelevantes a la oposición perredista y a la disidencia priista.


Así que todo anunciaba que la elección de 1994 se realizaría en paz y que el candidato del PRI se impondría sin mayores problemas. La resistencia más fuerte la encabezaba Manuel Camacho, que se había negado a felicitar a Colosio, luego de su postulación, pero no tenía capacidad de hacer mella.


Todo esto cambió drásticamente de la noche a la mañana. El levantamiento zapatista, la madrugada del 1o. de enero de 1994, los enfrentamientos violentos y la cobertura de la prensa nacional e internacional voltearon el mundo al revés. Súbitamente, México estaba en "guerra".


Así comenzó el ascenso de Camacho y el calvario de Colosio. El primero fue nombrado, el 10 de enero, comisionado por La Paz en Chiapas, y captó la atención nacional e internacional. El segundo arrancó, el mismo día, su campaña en Huejutla, Hidalgo, y fue noticia de tercera página.


Entre el 10 de enero y el 3 de marzo sucedieron cosas extraordinarias, por no decir, "mágicas". Los zapatistas, que se habían preparado durante 10 años para alzarse en armas, aceptaron negociar, apenas dos semanas después del levantamiento, y renunciaron a su objetivo de derrocar al "gobierno usurpador".


Con la misma desenvoltura iniciaron un diálogo por la paz, en la Catedral de San Cristóbal, el 21 de febrero.


En un tiempo récord, que no tenía ni tiene precedente en la historia, se alcanzaron 34 acuerdos. Las negociaciones duraron 10 días, ni más ni menos.


Durante ese periodo, Manuel Camacho estuvo bajo los reflectores y se desató una ola de especulaciones. La campaña de Colosio, se decía, no prendía. Era un candidato débil. Su sustituto sería Manuel Camacho.


El rumor corría. Y las preguntas se sucedían: ¿será usted candidato a la Presidencia de la República? Ni sí ni no, sino todo lo contrario, respondía el comisionado por la Paz.


Al "concretarse" los acuerdos por la Paz, Camacho volvió a la Ciudad de México coronado de laureles.


A partir de ese momento, las especulaciones sobre la declinación de Colosio y la postulación de Camacho se volvieron demenciales. Luis Donaldo vivió el peor momento de su calvario.


En ese contexto, se efectuó una reunión entre Colosio y Camacho el 16 de marzo. Fue secreta y privada. Sobre la misma hay dos versiones: la de Camacho que afirma que pactó con Colosio, y la de los cercanos a Luis Donaldo que señala que éste resumió el encuentro en una frase: Camacho no tiene remedio.


Seis días después, de manera sorpresiva, Camacho dio una conferencia de prensa y manifestó que no contendería por la Presidencia de la República. Colosio se encontraba en Culiacán. Allí recibió la noticia e hizo un reconocimiento público de Manuel Camacho.


El calvario parecía haber terminado. Colosio se sentía, por fin, liberado. Era el 22 de marzo. La campaña podría arrancar sin la sombra del comisionado por la Paz. Al día siguiente continuó su gira por Tijuana, donde Mario Aburto le disparó dos balazos: uno en la cabeza y otro en el abdomen.


Camacho escribió, posteriormente, que su renuncia pública a la aspiración presidencial lo exoneraba de cualquier sospecha.


A la distancia, se pueden hacer varias inferencias: 1) el levantamiento del EZLN fue una puesta en escena, que incluyó niños y mujeres armados de fusiles de madera; 2) el principal beneficiario de la misma fue Manuel Camacho; 3) el principal perjudicado fue Luis Donaldo Colosio; 4) se dijo entonces que la misma bala que había matado a Colosio había terminado con la carrera política de Camacho: falso, el ex comisionado sigue allí, tan campante, como Johnnie Walker.


1994 fue un año aciago.




@sanchezsusarrey

Leído en http://www.enlagrilla.com/not_detalle.php?id_n=34342

    

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