miércoles, 21 de mayo de 2014

Martín Moreno - PAN: pierde Calderón… gana Peña

Lo interesante será observar cómo actuarán Felipe y su grupo...


Varias reflexiones —y preocupaciones— nos deja la reelección de Gustavo Madero al frente del PAN.
Primero, lo innegable: la derrota —una vez más— no tanto de Ernesto Cordero, sino de Felipe Calderón dentro de su querido PAN. No es exagerado decir que los panistas despreciados ayer por Calderón, hoy son los que le dieron el triunfo a Madero. Haber gobernado Calderón con “club de amigos”, soslayando a otras corrientes blanquiazules y cerrarse a la inclusión política, le ha costado caro. Hoy, Felipe cosecha lo que sembró. Y de allí se explica en parte el frentazo del domingo.

Segundo, que Calderón nada más no puede con el pragmatismo de Madero. Cuando el entonces Presidente de México intentó enquistar a Cordero como candidato presidencial panista, le pidió a Madero cobijar, arropar e impulsar a Ernesto. Madero se negó y el resultado lo sabemos todos:







Josefina Vázquez Mota fue la ganadora, lo que provocó la furia de Calderón quien, nublado por la ira —pésima consejera—, dejó que Josefina, y el PAN, se hundieran. Con Vázquez Mota derrotada, Calderón le planteó entonces a Madero “refundar” al partido, pero una vez más, Madero lo bateó. Y el domingo pasado, por tercera ocasión, Madero volvió a noquear a Calderón.
Tercero, la indiscutible lealtad de Ernesto Cordero hacia Felipe Calderón. Vaya paradoja: Cordero —lo dicen los números, no el columnista— fue un secretario de Hacienda que mantuvo la estabilidad económica en tiempos difíciles, justo cuando el “efecto jazz” cimbraba los mercados y provocaba una debacle financiera que, hasta hoy, tiene postrados a varios países. Cordero logró estabilizar la nave y aún con daños financieros, la situación pudo ser peor. Para su mala fortuna, aquella frase de que “con seis mil pesos se pagan casa, carro y colegio privado”, lo marcó para mal, eclipsando su desempeño en Hacienda. Desde entonces, Cordero aceptó contender por la candidatura presidencial cuando Calderón se lo pidió, y perdió. Ahora quiso ganar la dirigencia panista para reposicionar al calderonismo, pero volvió a tropezar. Si algo debemos reconocer a Cordero es su inquebrantable lealtad hacia Felipe Calderón.

Cuarto, la consolidación del maderismo dentro del PAN provoca dolor entre Calderón y su grupo. No es para menos: Madero ha sido la “bestia negra” del calderonismo. Y cuando en julio de 2015 se efectúe la elección del nuevo presidente del PAN, el “candidato oficial” será alguien cercano a Madero, con todo el apoyo de la estructura partidista que se fortalecerá durante los meses que le restan al chihuahuense al frente del PAN. Y ese “candidato oficial” impulsado por el maderismo será quien lleve las riendas de la elección del candidato presidencial panista para 2018. Sí: un abanderado que respondería a las influencias políticas de Madero y de su grupo.

Quinto, el desplazamiento de Calderón y su equipo, porque, a pesar de que Cordero obtuvo la nada despreciable cifra de 43% de la votación —más alta de lo esperado—, lo cierto es que los órganos de dirección dentro del PAN son controlados prácticamente en su totalidad por Gustavo Madero. Dentro de este esquema, la hegemonía del calderonismo —que llegó a ser casi absoluta— se ha ido diluyendo.

Sexto, las innegables buenas noticias para Peña Nieto y su gobierno. Con Madero al frente del PAN y el maderismo proclive a negociar con el gobierno, en Los Pinos están de fiesta porque saben que habrá menos obstáculos —sin que ello signifique que tendrán un picnic— para aprobar las leyes reglamentarias que hoy se discuten en el Congreso y todo lo que venga a futuro, lo cual se le hubiera dificultado al gobierno con Cordero al frente del PAN. Con Madero, Peña, su gobierno y el PRI, ganan la mano para mantener a un aliado tan valioso como indiscutible como lo marcan los hechos durante 17 meses de gobierno peñista.

Séptimo, la recomposición interna dentro del PAN, donde se antoja que Madero no le permitirá a Calderón y a su grupo sacar la cabeza y reposicionarse rumbo al 2018. Aunque en el discurso Madero llama a la unidad y promete conciliar con Cordero, en la praxis política Madero seguramente cerrará los espacios a todo lo que huela a calderonismo. Lo interesante será observar cómo actuarán Calderón y su grupo: si intentan una alianza con Madero para evitar un PAN fracturado que le convenga al PRI y a sus intereses, o pintan su raya y siguen enfrentados a Madero, provocando una división que sólo llevaría al PAN a más fracasos. Por lo pronto, Cordero reconoció de inmediato su derrota y eso es, a estas alturas, una buena señal.

Y octavo, ¿dónde queda parada Margarita Zavala?

Ese será tema de otros Archivos del poder.


                Twitter: @_martinmoreno


Leído en http://www.excelsior.com.mx/opinion/martin-moreno/2014/05/20/960231

 


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