domingo, 4 de mayo de 2014

Sara Sefchovich - Las leyes secundarias

O P I N I Ó N
S A R A     S E F C H O V I C H
Las leyes secundarias

Para escribir mi ar­tículo que entrego cada semana, dedi­co tiempo a leer, in­formarme, debatir con algún colega y luego para redactar con cuidado el tema elegi­do para comentar. Además, debo enviarlo con suficiente anticipación para que en la redacción del diario puedan organizar la página en la que se lo incluye.

Y sin embargo, nuestros representantes en el Congre­so, parecen no necesitar pre­paración para hacer las leyes que van a guiar a un País de más de cien millones de habi­tantes ni tampoco más tiem­po que unas cuantas horas.

Por eso pudieron en el periodo ordinario anterior, pasar montón de reformas importantísimas como la energética, de telecomuni­caciones, laboral, educativa, fiscal y otras y por eso deci­dieron que en este periodo que terminó hace unos días, podían emprenderla con las leyes secundarias que con­vertirían en realidad aque­llas reformas.






El periodo cerró sin que se lograra el objetivo, pero no porque los legisladores piensen que ir a velocidad es malo, sino porque políti­camente no se pusieron de acuerdo en el yo te apoyo hoy pero tú me das mañana. Tan no piensan que la prisa es mala, que en un solo día, el penúltimo del periodo, desahogaron 86 puntos y en el último la Secretaría de Ha­cienda (¿qué desde cuándo es legislador?) les hizo lle­gar, ¡al medio día! las pro­puestas para esas leyes.

Cuando en el sexenio sa­linista se entró al TLC, los funcionarios de la época nos convencieron de que había que hacer todo con prisa, en fast track como se le llama­ba entonces, pues eso era lo mejor para el País (por cier­to, idéntico a lo que hoy nos dicen).

Y así se hizo: las reformas se llevaron a cabo con tal celo y prontitud, que fueron incluso imprudentes dijo José Luis Calva: demasiado abruptamente se liberaliza­ron la inversión extranjera y el sistema financiero, se hi­zo la apertura comercial, se desregularon varias activi­dades económicas y se des­mantelaron los instrumen­tos de fomento económico. Ello hizo que el resultado no fuera el crecimiento de la economía que nos habían prometido sino al contrario, una crisis brutal con fuga de capitales, devaluación, truene de miles de empresas manufactureras y de buena parte del sector agrícola.

Empezó entonces el ciclo de pedir préstamos al extran­jero, que vino acompañado de un duro programa de ajuste de los que imponía el Fondo Monetario Internacional. Un año y medio más tarde, "se habían perdido dos millones de empleos, los bancos tenían problemas porque poca gente podía pagar los créditos que habían obtenido con tasas ar­tificialmente bajas y con un peso sobrevaluado y la inver­sión, el Producto Interno Bru­to y el consumo habían caído estrepitosamente" escribió Macario Schettino. "México ocupa el lugar de honor en un selecto club de países depre­dados y empobrecidos por la globalización" afirmó en aquel momento Tom Wise, del Instituto de Desarrollo Global y Medio Ambiente de Boston.

La lección fue clara: las leyes se deben pensar con cuidado, las reformas se deben planificar y realizar por etapas, preparando y apoyando a los que se verán afectados y no arrasando con todo. Las leyes secun­darias precisamente son las más importantes para que se establezca con claridad lo que se puede o no se puede, lo que se debe hacer y cómo. De allí que se requiera hacer­las con cuidado para cubrir cada situación posible, lle­nar los vacíos y evitar con­tradicciones o posibilidades de interpretación diferentes.

Sin embargo, no parece que eso se haya aprendido y que los errores del pasado sirvan para mejorar el pre­sente.

¿Qué se gana haciendo las leyes a todo vapor? Nada, más que cometer errores que luego resultan muy onerosos para México. Ojalá los legis­ladores se dieran cuenta que un buen caldo requiere de un cocimiento lento, de la cuidadosa selección y pre­paración de la verdura y la carne, y si se hace con prisa nomás no queda bien.

sarasef@prodigy.net.mx
www.sarasefchovich.com
Escritora e investigadora en la UNAM

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104


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