“Estimado Alfonso Cuarón: ¿Podrías preguntarle a Peña Nieto por qué diablos sólo a ti te responde?”.
E. Rocha
E. Rocha
Las preguntas de Alfonso Cuarón son sensatas, concretas y fáciles de responder. El cineasta le dio una gran oportunidad al presidente Enrique Peña Nieto de lucirse, pero en lugar de eso vimos 13 páginas a renglón seguido de respuestas retorcidas que nadie leerá.
Si el gobierno hizo de la reducción del precio de los energéticos el centro de su campaña de publicidad por la reforma, la pregunta de cuándo se verán estas reducciones era inevitable. La respuesta concreta de “dos años después de la fecha de entrada en vigor de la ley secundaria” está, sin embargo, escondida en medio de dos laberínticas cuartillas de explicación. La verdad es que la energía en México ha tenido hasta ahora “precios administrados”, o sea, fijados por razones políticas. Esto es parte del problema. La apertura debería ayudar a tener cuando menos precios de mercado. Una mayor producción de gas reducirá los costos, pero no necesariamente los precios.
“¿Qué afectaciones específicas habrán (sic) al medio ambiente con prácticas de explotación masiva?”. La respuesta oficial es una larga exposición de medidas para cuidar el ambiente. Sin embargo, la propiedad privada o pública de las empresas energéticas no tiene nada que ver con la ecología. Todas pueden afectar el ambiente si no operan con cuidado.
“¿Existen planes para desarrollar tecnologías e infraestructuras de energía alternativa?”. La respuesta debió ser un simple y llano “Sí”. Quizá se pudo añadir que la apertura facilitará la inversión privada en energías alternativas. La abigarrada respuesta burocrática no sirve de nada.
“¿Cómo podrán evitarse fenómenos de corrupción con la reforma?”. La respuesta debió apuntar que los actuales monopolios se prestan más a la corrupción que un sistema con competencia y licitaciones abiertas. De hecho, los participantes privados tendrán, al ser socios, un incentivo para lograr un mejor desempeño de los proyectos. Ofrecer una lista de instituciones y procedimientos burocráticos de control, que nunca han evitado la corrupción, tiene poco sentido.
“¿Cómo asegurar que la reforma incremente la productividad de Pemex si no se enfrenta el problema de la corrupción dentro del sindicato?”. El gobierno responde que la nueva ley de transparencia obliga al sindicato a dar a conocer cómo ejerce los recursos públicos que le llegan. Esto no es suficiente. Se debió decir que la corrupción es en parte producto del monopolio que la reforma busca superar.
¿Cómo evitar que la renta petrolera se utilice para crear nueva burocracia? La respuesta debió subrayar que el sistema actual ha generado esa burocracia. Al reformarlo se ofrece, por lo menos, un compromiso para usar la renta petrolera en beneficio de todos los mexicanos. Habrá que ver si lo permiten los políticos.
Cuarón recuerda la crisis de 1982 y las reformas de Carlos Salinas de Gortari. “Usted y su partido cargan con la responsabilidad histórica de esas reformas. ¿Cree realmente que el Estado mexicano tiene los instrumentos para llevarlas a cabo con eficacia, sentido social y transparencia?”. La verdad es que Peña Nieto tenía 16 años en 1982 y muchos de quienes trabajaban con el PRI entonces y bajo Salinas están hoy en el PRD. Una respuesta de fondo, empero, señalaría que México no puede dejar de buscar mejoras sólo porque ha tenido crisis en el pasado.
Las preguntas de Cuarón son interesantes y merecían mejores respuestas. Pero quizá también habría que preguntarle a él: ¿Por qué tuvo que salir de México para trabajar en Estados Unidos y el Reino Unido donde toda la inversión en energía es privada? ¿Será que las mayores libertades económicas generan más prosperidad y ésta permite financiar proyectos cinematográficos como los que lo han llevado a usted a la fama y la prosperidad?
Manifestódromo
La Ciudad de México ya tiene su manifestódromo: es el Paseo de la Reforma. Ayer hubo once marchas. Casi no hay día en que esta elegante calzada no sea escenario de alguna manifestación.
Twitter: @SergioSarmiento
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