miércoles, 18 de junio de 2014

Eduardo Ruiz Healy - Las guerras en el nombre de un dios (II)


Las guerras que se libran en el nombre de una deidad han ocurrido desde siempre, seguramente porque “la religión es una característica central de las civilizaciones”, como lo afirmó Samuel Huntington en su libro El choque de civilizaciones y el rehacer de orden mundial (1998). Y se seguirán librando durante muchos siglos más porque no avizoro en el mediano plazo un mundo en donde la humanidad llegue a ser predominantemente atea.
Hoy se libra en Irak una guerra entre musulmanes. Por un lado están los sunitas que conforman el denominado Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), y por el otro lado está la mayoría de la población iraquí, que es chiíta, y el propio gobierno de Irak controlado por musulmanes de esta denominación desde la caída del sunita Saddam Hussein.








No entraré aquí en un análisis de las diferencias que hay entre suníes o sunitas y chiíes o chiítas. Basta mencionar que los primeros representan a 90 por ciento del mundo musulmán mientras que los segundos solo son mayoría en Irak, Irán, Bahréin y Líbano.


En cuestión de días el mundo se ha sorprendido de cómo las fuerzas del EIIL han conquistado importantes ciudades iraquíes y se han acercado a Bagdad, la capital de Irak. De apoderarse del país, el EIIL dice que creará el Califato de Irak y el Levante, el cual incluirá partes de Siria y una gran extensión de Irak. Este califato será un estado religioso fundamentalista en donde la única ley que regirá será la Sharia o ley islámica.

Si este Califato llegara a fundarse el mundo entraría en una nueva era de gran inestabilidad social, política y económica.

Para empezar veríamos el inicio de hostilidades entre dos países antagónicos que son superpotencias petroleras: el Califato y la República Islámica de Irán. En vista de que para los sunitas fanáticos del EIIL los chiíes son herejes que merecen la muerte (algo que han demostrado creer a pies juntillas como lo evidencian las fotos y videos en donde aparecen ejecutando despiadadamente a soldados iraquíes suníes), es lógico suponer que harán todo lo posible para destruir a Irán. ¿Suena descabellado? No si recordamos que estos fundamentalistas están convencidos de que actúan en nombre de Alá y sus razones no son de este mundo.

También veríamos un aumento en los precios internacionales del petróleo en caso de que se suspendiera la producción iraquí, que es de unos tres millones de barriles diarios. Algunos analistas de la industria energética calculan que el precio por barril del Brent podría alcanzar y rebasar los 150 dólares, lo que causaría una gran inestabilidad e incertidumbre en la economía.

Peor aún, si los miembros del EIIL deciden que su misión es llevar el islam al mundo y acabar con los infieles, que diosito nos agarre confesados porque las medidas antiterroristas y de seguridad que adoptaron Estados Unidos y otros países después del 11 de septiembre de 2001 parecerán juegos de niños. Dichas medidas restringirán más la libertad de movimiento y pensamiento de millones de personas que vivimos en áreas en donde ésta existe en mayor o menor medida.

Lo que ocurre en Irak está siendo ignorado por un mundo inmerso en el Mundial de Brasil. A la borrachera futbolística seguirá la cruda de un mundo sumido en una nueva y muy grave crisis.
Ojalá (del árabe hispánico law šá lláh, si Dios quiere) me equivoque.
 



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