martes, 24 de junio de 2014

Eduardo Ruiz Healy - Un análisis negativo en el peor momento (I)

El Instituto Oxford para Estudios de la Energía, un centro independiente de la Universidad de Oxford, Inglaterra, también conocido por sus siglas en inglés OIES, difundió ayer su estudio Awaiting the Mexican Wave, Challenges to energy reforms and raising oil output (Esperando la Ola Mexicana, Retos para las reformas energéticas y el incremento de la producción petrolera). El documento no podría haber llegado en peor momento que el actual, justo cuando se discuten las leyes secundarias de la reforma energética en el Congreso de la Unión.

El estudio, elaborado por los investigadores Amrita Sen y Shweta Upadhyaya, en pocas palabras dice que mientras México ofrece “significativas oportunidades” en la industria petrolera, “retos financieros y políticos limitarán la inversión extranjera hasta después de 2016, lo que evitará cualquier impacto material en la producción mexicana o en la oferta mundial petrolera hasta después de 2020. La aguda baja en las tasas de producción de los campos existentes y los distintos sectores de la industria que no son incluidos en las reformas también limitarán la inversión extranjera”.








En otra parte afirma que “a fin de cuentas, el principal problema de México es que sus cuencas petroleras han madurado. Casi el 25% de la producción viene de campos en que se han agotado más del 65% de sus reservas y más de 45 por ciento viene de campos en donde se han extraído más de 75 por ciento de las reservas. En total, México depende actualmente de campos maduros para más de 80 por ciento de su producción. Las cifras comparables para sus vecinos norteamericanos son 47 por ciento en Estados Unidos, y 51 por ciento en Canadá, con un promedio global de 55 por ciento. Pemex ha estado batallando para reponer su base de reservas existentes en vista de que sus reservas probadas cayeron de 50 mil millones de barriles en 2007 a 10 mil millones de barriles en 2013. A pesar de que en la última década Pemex incrementó cinco veces sus inversiones en capital a casi 25 mil millones de dólares en 2013, sus reservas han caído”.


Más adelante se anota que “la naturaleza de largo alcance de las reformas energéticas, que terminarán con el monopolio de Pemex y permitirán una mayor inversión extranjera, hace que el camino que hay adelante esté lleno de dificultades, en parte porque la velocidad de la reforma excede la habilidad de México para reorganizar su industria energética. Por ejemplo, los reguladores de la industria no tienen actualmente el personal necesario para manejar los procesos de licitación de contratos. El la zona estadunidense del Golfo de México transcurren de 3 a 7 años desde que una licencia se concede por primera vez hasta que se llega a producir petróleo, a pesar de que esto ocurre dentro de un régimen fiscal y legal más estable que el de México, con conocimientos geológicos superiores, una infraestructura muy bien desarrollada y un sector de servicios fuerte y vibrante. Con base en esto argumentamos que las actuales reformas del sector energético muy probablemente no tendrán un impacto material en la producción mexicana antes de la próxima década y que las proyecciones elaboradas por Pemex de elevar la producción por 0.7 millones de barriles diarios entre ahora y 2018 son poco realistas”.

Líneas abajo se anotan los cuatro factores en que los analistas basan su pesimismo respecto al futuro de la industria petrolera mexicana. Estos los revisaremos mañana.


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