martes, 10 de junio de 2014

Federico Reyes Heroles - ¿Empecinados?

Algo de esquizofrenia merodea. Es el mismo País, pero los indicadores “duros” facilitan dos lecturas, con conclusiones muy diferentes. A.T. Kearney presenta un estudio sobre confianza global de los inversionistas. México ocupa el segundo lugar en atracción de inversión en energía. Viento en popa. Eso sin leyes secundarias pateadas por el futbol y los cálculos políticos. Hay más, somos el cuarto País más atractivo en América, debajo de Estados Unidos y Canadá, inevitable. Pero estar debajo de Brasil a nivel mundial no es una buena noticia. Qué decir de la caída de la novena posición global a décimo segunda. Por fin. ¿Vamos bien o no tanto?

Siguen las contradicciones. Los anuncios de grandes inversiones aparecen un día sí y otro también. Las exportaciones se reaniman, sobre todo las automotrices. A.T. Kearney muestra que seguimos siendo atractivos en industria pesada, ligera y servicios financieros.
 
 
 
 
 
 
 

 
Pero hay un renglón sobre un problema que ya lleva varios años: la inversión mexicana en el exterior es superior a la llegada de capitales del mundo. La competencia es ruda. El hecho quiere decir que esos mexicanos encuentran mejores condiciones de trabajo en otros países. Hace poco El País anunció con júbilo la llegada masiva de capitales mexicanos a España, que apenas viene saliendo de una grave crisis. Por qué, si somos tan atractivos para algunos de afuera, caímos tres posiciones a nivel global y los de adentro se van. Entre porcentajes contradictorios y posiciones se pierde el sentido común.

Algo no cuadra, el hecho es que México hoy es un exportador neto de capitales que mucho necesitamos. Algunos alegarán que en el fondo se trata de una buena noticia, pues muestra que hay empresas mexicanas -como Cemex o Gruma entre otras- altamente competitivas. Es cierto, que salgan y hagan negocios, pero ¿serán reinvertidas en México esas ganancias o de nuevo encontrarán mejores condiciones afuera? Cuando exportamos crecemos al interior, dice la promoción de Bancomext. Es cierto. Pero ser exportador neto de capital, es algo muy diferente. Hay dos formas de corregir esta situación. La primera es atraer más inversión foránea, se está haciendo. Pero está la otra mordaza de la pinza: retener tanto como sea posible a los inversionistas nacionales.

Peña Nieto llegó partiendo plaza con una serie de reformas que muchos nunca hubiéramos imaginado en la Constitución en tan poco tiempo. De nuevo, buenas noticias. El mundo aplaude. Moody's nos otorga “A3”, expresión cabalística de mejoría. Pero los pronósticos de crecimiento van a la baja. ¿Por qué? Llevamos meses enfrascados en la discusión. Abrir la llave del gasto público se ha convertido en la gran esperanza de mayor crecimiento. Sin duda el gasto puede ayudar. Pero tiene problemas, implementar proyectos serios por ejemplo en infraestructura, lleva tiempo. Hay otra consideración.

México ha sido consistente en las últimas tres décadas en salir de la trampa de que el Estado sea el gran motor de la economía. De ahí la retirada sistemática de áreas en donde no debe estar. Tres gestiones priístas y dos panistas consiguieron ese objetivo. Venimos de un Estado omnipresente pero quebrado, pésimo negocio. Hace tres décadas la actividad estatal impactaba en alrededor de 80% de la economía. Así nos fue: descontrol en el gasto, brutal déficit, inflación galopante, deuda, control de cambios, decrecimiento. El infierno. Hoy es exactamente al revés, el gasto estatal sólo impacta quizá un 25% de la economía. Entonces, por qué fincar tantas esperanzas en el gasto. Este es otro México en el cual el principal motor económico es el sector privado, de eso se trataba. Ahí el asunto se pone interesante.

Para Hacienda la reforma fiscal es un éxito, se ha recaudado no sólo lo programado sino incluso más, alrededor de 24 mil mdp. Suena muy bien. Pero el hecho es que el sector privado está invirtiendo poco, menos de lo necesario para crecer más. El mundo aplaude las reformas estructurales, pero al interior el asunto se ve muy diferente. Llegan las grandes inversiones y se anuncian otras. Sin embargo, muchas empresas mexicanas se la están pasando muy mal. Todo indica que con gasto, pero sin otras condiciones de operación, para el sector privado la economía no va a despegar a los niveles requeridos. Por si fuera poco la caída en la capacidad adquisitiva del salario es muy seria. El mercado interno no se reanima. El Banco de México lleva al límite la política monetaria. El impacto de la medida llegará en seis meses. Esquizofrenia de nuevo.

En el tablero hay una pieza clave: la reforma fiscal que provocó desánimo y molestia generalizada. Lo que para Hacienda es un éxito, la exacción de muchísimos recursos de la sociedad, tiene otra lectura: una gran adversidad fiscal. ¿Cuatro años más de lo mismo? Es en serio. Todos cometemos errores, dicen que la única diferencia es que los inteligentes no se empecinan y corrigen rápido. Veremos.

P.D. Buendía-Laredo reporta que para los mexicanos hoy el principal problema es el económico. Y eso que la inseguridad es nota de todos los días.



Leído en http://www.am.com.mx/opinion/leon/empecinados-9650.HTML


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