Estremece la maldad:
-A la víctima le quitaron la ropa y la arrojaron en varios sitios, por la ventanilla del vehículo en el que viajaban, al igual que el celular… una bolsa la dejaron en una coladera en Churubusco, en un lugar donde arreglan carros y otra en un canal de desagüe…
Freyre llevó la cabeza y las manos de Hugo Alberto Wallace con un hombre a quien señaló como su padrino de santería… las dejaron cinco días en alcohol, esperando a que las necesitaran como prueba en las negociaciones, pero se descompusieron y César y Brenda acudieron para llevárselas nuevamente. (Yáscara López. Reforma. 8/VI/2014. Declaraciones incluidas en la Causa Penal 35/2006).
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En su excarcelación, escoltado por policías, interrogado por ellos, César Freyre —también expolicía ministerial de Morelos, secuestrador por vocación— habla de sus cómplices. Da nombres. Ofrece detalles. Revela montos. “Me propuse venir a decir la realidad y no quiero mentir”, aclara Freyre. Narra:
“Los que andaban conmigo siempre eran Brenda (Quevedo Cruz) y Jacobo (Tagle Dobín). Todos de una u otra forma tienen participación…
-¿Cuánto le dabas a Brenda?
“Ciento cincuenta… doscientos cincuenta… trescientos… cuatrocientos mil (pesos)…
dependiendo… a todos se les pagaba…”
-¿En cuántos secuestros participó Brenda contigo?
-Más o menos como en tres o cuatro…
(Video de las declaraciones de César Freyre excarcelado, bajo la leyenda “Propiedad PGR”).
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Jacobo Tagle Dobín da cuenta de cómo se descuartizó el cuerpo de Hugo Alberto Wallace Miranda dentro del departamento de Juana Hilda González Lomelí (copartícipe del plagio y sentenciada a 78 años y nueve meses de prisión) en la calle de Perugino 6, departamento 4, Ciudad de México:
“Ellos mismos (los hermanos Tony y Alberto Castillo Cruz, alias Los Panqués, integrantes de la banda y sentenciados a 93 años y medio de prisión) dijeron: ¿Y si lo mochamos?...
“Y dijo César: ¿con qué lo quieren cortar?... Pues con una sierra… sí lo cortamos…
“Y le dijo Freyre si era capaz de hacer eso. Y le contestó que sí era capaz. ¿Ves? Tu hermano es más huevudo que tú…
“Freyre dijo que mejor con una sierra eléctrica, que dónde la podíamos comprar… y yo le dije que había un súper de 24 horas…y fuimos a comprar la sierra…aquí se quedaron Los Panqués e Hilda… y nos fuimos al súper (Freyre, Brenda y Jacobo) en el Corsa (automóvil propiedad de Brenda Quevedo).
“…uno de los panqués gritó: ‘¡Yanqui, ven!’ ¿Y con el tronco (de Hugo Wallace) qué hacemos? Ése hay que sacarlo completo (respondió Freyre)”.
(Video del caso Wallace, bajo la leyenda “Propiedad PGR”)
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Brenda Quevedo Cruz dijo haber sido torturada.
Nos remitimos al dictamen emitido por la Tercera Visitaduría General de la CNDH, el 24 de abril de 2013, enviado al Juez Décimo Sexto de Distrito de Procesos Penales Federales en el DF:
“De la investigación y diligencias realizadas por esta Visitaduría General, no se contó con elementos suficientes para poder acreditar la agresión denunciada, por lo que mediante oficio V3/64379 del 30 de septiembre de 2011, se informó a la propia quejosa, señora Pasiana Enriqueta Cruz Gómez, la conclusión por orientación de expediente referido”.
Pasiana es la madre de Brenda Quevedo Cruz.
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De dos personas en una. De dobles personalidades legales. Éstas sí, bien checadas:
1) Se acreditaba a la mujer, mediante una Permanent Resident Card, como “Nadia Vázquez”, bajo la Clave C1USA0917158090. Trabajaba como mesera en el restaurante Tapas Mojito, en Louisville, EU. Allí fue aprehendida por el FBI. Su fotografía revelaba su verdadera identidad: Brenda Quevedo Cruz.
2) La licencia para conducir emitida por los “Estados Unidos Mexicanos” muestra un rostro y un nombre: “José Antonio Hernández Lozano”. En realidad, esa cara pertenece a César Freyre Morales.
3) Una credencial del IFE de 2004 presenta a “Gutiérrez Jiménez Sandra”, de 29 años de edad, radicada en Tlalpan, DF. Sin embargo, la fotografía no miente: es el rostro de Juana Hilda González Lomelí.
Doble identificación. Dobles vidas.
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Isabel Wallace asegura que fue Brenda Quevedo quien le dio respiración a Hugo Alberto, intentando revivirlo. Fue inútil.
A Hugo Wallace, inicialmente, no lo querían matar. Si lo asesinaban, también mataban el rescate. Pero Hugo se defendió, le echaron encima un colchón, se treparon y lo asfixiaron.
Twitter: @_martinmoreno
Leído en http://www.excelsior.com.mx/opinion/martin-moreno/2014/06/10/964244
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