lunes, 23 de junio de 2014

Juan Villoro - Pasiones cruzadas

La identidad tiene un origen confuso. Aldyr García Schlee nació en 1934 en Yaguarón, en la frontera de Brasil con Uruguay. De niño se aficionó a la escuadra celeste y en 1950 fue uno de los pocos brasileños que celebró el “Maracanazo”. Curiosamente, el triunfo de Uruguay le brindó su primera oportunidad de trabajo.

Con el fin de borrar todo vestigio de la derrota, Brasil lanzó un concurso para cambiar de uniforme. La selección vestía de blanco y nadie quería recordarlo.

A los 19 años, Aldyr se impuso a otros 300 concursantes para elegir la nueva vestimenta. La canarinha fue inventada por un fan de Uruguay. Con el tiempo, Aldyr se doctoró en Ciencias Humanas sobre un tema que ya se adivinaba en su diseño textil: la identidad cultural y las relaciones fronterizas. Además ha escrito obras narrativas (Línea divisoria, Una tierra sola) donde recrea los valores híbridos de su provincia.
 
 
 
 
 
 

El sentido de pertenencia es tan caprichoso como la historia de la camiseta brasileña. Los hermanos Boateng son el mejor ejemplo al respecto. El patriarca de la tribu lleva el apropiado nombre de Prince; nació en Ghana en 1953 y es alemán por adopción.

El mayor de sus hijos, George, tenía talento para el futbol, pero se incorporó a una pandilla berlinesa y hoy es criador de perros. Cinco años menor, Kevin-Prince aprendió a jugar en una jaula del barrio de Wedding.

Prince abandonó a sus primeros hijos y favoreció a Jérôme, hijo de una azafata, que creció en el más acomodado barrio de Wilmersdorf. El estilo de juego de los Boateng refleja su educación. Kevin-Prince recorre la cancha con una enjundia que se confunde con  instinto asesino (antes de Sudáfrica fracturó a Michael Ballack, capitán de Alemania). Jérôme cumple con disciplina en defensa.

Los tres Boateng sellaron su amistad con un tatuaje. No les costó trabajo encontrar un motivo común: el mapa de África. La vida es más contradictoria que las emociones y Kevin-Prince y Jérôme juegan para selecciones distintas.

Como el destino vive de coincidencias, el 21 de junio Ghana enfrentó a Alemania en Brasil 2014. En un partido de elevada tensión, los medios hermanos repartieron su suerte: 2-2. Al quitarse las camisetas, entre otros tatuajes apareció la silueta de África. El uniforme es menos genuino que la piel.

“El amor es eterno mientras dura”, escribió Vinicius de Moraes. Esto se aplica a los romances y a las camisetas. Lo saben los Boateng y lo sabe Aldyr, quien diseñó el idolatrado uniforme de la selección que repudiaba.



Leído en http://www.am.com.mx/opinion/leon/pasiones-cruzadas-9945.HTML

 

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