miércoles, 11 de junio de 2014

Sergio Sarmiento - Circos y animales

El hombre es un animal listo que se comporta como un imbécil”.

Albert Schweitzer

Si el propósito era prevenir la crueldad a los animales, ¿por qué no prohibir específicamente esa crueldad? ¿Para qué atacar a una industria circense que en general no comete esos actos de crueldad y que de por sí sobrevive en un ambiente de perenne fragilidad?

Quienes han trabajado en los circos me dicen que los diputados no saben cómo se adiestra a los animales. Desde hace mucho tiempo los entrenadores saben que el reforzamiento positivo, o sea la entrega de premios por conductas adecuadas, es la mejor forma de enseñar rutinas a los animales (y a los humanos). Los diputados tampoco entienden que los principales interesados en mantener a los animales contentos son sus entrenadores y los dueños de los circos. Un animal triste y golpeado no proporcionará nunca un buen espectáculo. Parecería que los diputados hicieron su investigación viendo la película Agua para elefantes, pero nunca se tomaron la molestia de acudir a un circo.









Los animales de circo suelen estar bien alimentados. Gozan de servicio veterinario y amor. En la mayoría de los casos tienen mejor trato que las mascotas en los hogares. Hay que ver cuántos perros son abandonados en azoteas donde padecen sed, hambre e insolación. Pero los diputados no se atreven a intervenir en la crueldad a los animales en los hogares porque perderían demasiados votos.


El Partido Verde ha sido el impulsor de la prohibición. De hecho, mantiene al aire en medios electrónicos una campaña de publicidad en la que afirma: “No todos se divierten en los circos... ¿Por qué mantener una tradición que lastima, que priva de la libertad?”. La campaña del Verde es simplemente ignorante. No considera la situación real de los animales en los circos.

No sólo se está castigando a los circos por un crimen que la mayoría no ha cometido, ejercer crueldad contra los animales, sino que además se están promoviendo actos de crueldad hacia esos mismos animales. Porque, ¿qué harán los circos con los animales que ya tienen? ¿Tendrán que seguir alimentándolos y proporcionándoles servicios veterinarios? Lo más probable es que si los circos no pueden ya utilizar animales en sus espectáculos se vean obligados a donarlos, abandonarlos o sacrificarlos.

Pero, ¿a quién podrán donarlos? Los zoológicos están saturados y no pueden ya recibirlos. Algunas especies, por ejemplo los perros que son adiestrados en los circos, difícilmente tendrían cabida en zoológicos. ¿Tendrán los circos que abandonar a sus elefantes y otros animales? Y ¿dónde lo podrán hacer? ¿En las calles, en los parques, en el Ajusco, en la Asamblea Legislativa? Estos animales no están preparados para sobrevivir en un ambiente natural, ni siquiera en los lugares de origen de sus especies. ¿Tendrán los circos que matar a los animales que ahora tienen? La ley que impulsó el Partido Verde y ha aprobado la ALDF promueve así una mayor crueldad contra los animales.

Pero, además, la ley sanciona de manera discriminatoria a los circos. No es una ley general que prohíba el uso de los animales en cualquier actividad. ¿Habrá que prohibir ahora las peleas de gallos y las corridas de toros? ¿Las carreras de caballos? ¿La equitación, incluso la olímpica? ¿El polo? ¿El jaripeo? ¿La charrería? ¿Se debe prohibir a las personas enseñar trucos a sus mascotas? ¿Y qué pasa con los caballos, asnos y mulas que se emplean para carga o labores del campo, a menudo en condiciones de enorme crueldad?

La prohibición de animales en los circos es un ejemplo más de cómo nuestros legisladores y partidos políticos, como el Verde, impulsan iniciativas sin tener idea de lo que ocurre en la realidad... y sin saber, por supuesto, cuáles serán las consecuencias de sus acciones.

Mejor desempeño
La UNAM privilegia a los aspirantes de sus propias preparatorias con el llamado pase reglamentado. Pero uno de los resultados es que los estudiantes que vienen de fuera y presentan examen tienen un mejor desempeño, como lo señala un artículo de Mirtha Hernández en Reforma. No sorprende.




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