La oposición de los legisladores de izquierda que nunca han pertenecido al PRI es fácil de entender. Recordemos que para ellos nada emanado de ese partido representó alguna vez algo bueno para el país. Nada, mientras no fuera una política o reforma constitucional de corte socialista como lo fueron las que expropiaron el petróleo, nacionalizaron la energía eléctrica, o le dieron al Estado la rectoría de la economía, por mencionar tres que hasta la fecha han demostrado ampliamente su inutilidad.
Es decir que para estos comunistas disfrazados de socialistas democráticos las únicas políticas adecuadas de algunos presidentes priístas fueron aquellas que contribuyeron a que nuestro país se pareciera cada vez mas a la extinta y fracasada Unión Soviética.
Por eso defienden a capa y espada lo que queda del México socialistoide cuyas bases estableció Lázaro Cárdenas durante su sexenio y llegó a niveles gigantescos durante los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo.
La oposición de los legisladores que antes fueron priístas y ahora militan en algún partido de izquierda también es fácil de entender. Después de todo, aparentemente son herederos del nacionalismo socialistoide que animó a Cárdenas, López Mateos, Echeverría y López Portillo. Y anoto que aparentemente porque todos ellos en su momento aplaudieron las políticas privatizadoras y mal llamadas neoliberales de Miguel de la Madrid y/o Carlos Salinas de Gortari.
Por ejemplo, Cuauhtémoc Cárdenas, como gobernador priísta de Michoacán (1980-86) nunca protestó públicamente contra las acciones realizadas por el gobierno de De la Madrid para privatizar el monstruoso sector paraestatal que dominaba la economía en aquellos años. No se fue del PRI en 1987 por alguna diferencia ideológica con los neoliberales, sino por una única y sencilla razón: el PRI no lo hizo su candidato a la presidencia de la república.
Como priísta Manuel Bartlett no solo fue secretario general del PRI (1981-82), sino Secretario de Gobernación durante el sexenio de De la Madrid (1982-88), Secretario de Educación Pública (1988-92) de Carlos Salinas y gobernador de Puebla (1993-99) durante el gobierno de Ernesto Zedillo.
Finalmente, el PRI lo hizo senador plurinominal (2000-06), después de que no le diera la candidatura presidencial que buscó en 1999. Que yo sepa nunca criticó en público las políticas privatizadoras de los presidentes priístas que gobernaron México entre 1982 y 2000. Se fue del PRI por una sencilla razón: ya no tenía nada que hacer ahí a la llegada de una nueva generación de políticos que no querían relacionarse con quien fue un represor de derechos humanos y políticos durante el gobierno de De la Madrid.
Curiosamente, cuando fueron priístas, Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal nunca se manifestaron en público ni bloquearon calle alguna para rechazar las políticas privatizadoras de los gobiernos neoliberales. El tabasqueño abandonó el PRI en 1988 después de darse cuenta que éste no lo haría candidato a la gubernatura de su estado. Por la misma causa se fue del PRI Monreal en 1998, después de que el partido lanzara a otro como su candidato a la gubernatura de Zacatecas. Se fue al PRD y ganó la elección. Hoy es diputado federal por el PMC, aunque antes militó en el PT. Mañana podría pertenecer a Morena.
En resumen, los izquierdistas que nunca fueron priístas quisieran que México se pareciera a Cuba o Venezuela. Por eso votan en contra de la reforma energética.
Los que alguna vez militaron en el PRI siguen enojados y resentidos con el partido que los maltrató después de haberles dado tanto. Votan en contra por estar en contra. Por fregar, pues.
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