miércoles, 13 de agosto de 2014

Olga Pellicer - El trágico destino de Gaza

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Al momento que se publique este artículo es muy probable que Israel haya dado por terminada su “Operación margen protector”. Deja en Gaza destrucción, impotencia, dolor, desilusión ante la incapacidad humana para detener el horror. Han muerto 1,814 palestinos, de los cuales, según información proporcionada por la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU, 1,312 son civiles, entre los que se encuentran 214 mujeres y 408 niños. Las ciudades están llenas de escombros, las casas han sido bombardeadas o saqueadas, escuelas y hospitales destruidos, las calles están a oscuras; el odio que albergan los palestinos es, seguramente, muy grande.
 
Según el primer ministro Netanyahu se puede hablar de “misión cumplida”. El objetivo principal de la operación era desactivar los pasadizos subterráneos a través de los cuales los grupos de Hamás buscan atacar a la población de Israel; según los altos mandos del ejército en ello han tenido éxito. Los daños sufridos, 64 soldados y tres civiles son, en comparación con lo ocurrido en Gaza, notablemente menores. Hablan de las condiciones tan desiguales en que se desarrolla esta lucha, de la distancia entre el poderío militar de uno y lo improvisado de las armas del otro, de lo desproporcionado de las acciones israelíes y de la humillación que sufre el pueblo palestino.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Es evidente lo irracional y condenable de esta guerra. A pesar del júbilo que despierta en los sectores de extrema derecha de Israel, que desgraciadamente están en el poder, lo que ha sucedido dista de ser un paso para un futuro de estabilidad y seguridad para el país. Por el contrario, aleja cada vez más el camino a la existencia de dos Estados capaces de convivir. Fomenta el fanatismo de los líderes de Hamás; quienes han perdido hijos, casa, parientes, amigos promoverán, con mayor fuerza, la venganza y las creencias que propician la violencia.
 
Desde el punto de vista del aislamiento internacional de Israel las consecuencias son ambivalentes. Sin duda lo desorbitado de sus acciones, como fue, entre otros, el bombardeo de una escuela refugio de la ONU, tuvo consecuencias. Los gobiernos europeos, insistentes en el derecho de Israel a defenderse de los ataques de Hamás y, por lo tanto, renuentes a condenarlo abiertamente, cambiaron su posición. No han vacilado en referirse claramente a las masacres cometidas y han iniciado la suspensión de venta de armamento a ese país. Esta última decisión afecta intereses económicos importantes por ejemplo para el Reino Unido, uno de los importantes proveedores de armas a Israel.
 
Ha sido a nivel de la sociedad y la opinión pública donde el rechazo a Israel se ha hecho cada vez más visible. Muchos comentarios de prensa recibió la renuncia de una secretaria de Estado británica, Sayeeda Warsi, para quien la política de Cameron respecto al conflicto de Gaza es “moralmente indefendible, no favorece los intereses del Reino Unido y tendrá consecuencias negativas a largo plazo”. Sus palabras reflejan bien las tensiones existentes al interior del partido conservador, vivamente criticado por numerosos sectores de la población que han salido a manifestarse a favor de los palestinos.
 
En América Latina, cientos de personas han salido a la calle a pedir el rompimiento de relaciones con Israel. Los gobiernos de Brasil, Ecuador, Chile, Perú y El Salvador, entre otros, han llamado a consultas a sus embajadores en Tel Aviv. Venezuela y Bolivia han roto relaciones.
 
Ahora bien, el actor más importante es Estados Unidos y, una vez más, la debilidad para imponer soluciones en aquella parte del mundo se ha puesto de manifiesto. Los intentos de Kerry de lograr un acuerdo con la mediación de Egipto no han tenido éxito y sí han obligado a reanudar amistades con militares egipcios cuya llegada al poder había sido criticada y cuyo récord en materia de derechos humanos es muy negativo.
 
La posición de Obama, según comentarios de prensa, es de gran decepción por la negativa de Netanyahu a evitar los daños que una operación como la desencadenada en Gaza causa a la población civil. Sin embargo, poca importancia tienen los sentimientos de Obama cuando, al interior del Congreso estadunidense, la opinión mayoritaria es a favor de Israel y cuando la cercanía de las elecciones no permite poner en peligro los votos en numerosos distritos movilizados por el lobby judío.
 
¿Qué se espera para el futuro? Con la mediación de Egipto, se inician de inmediato pláticas de paz entre Israel y el gobierno de unidad palestino (que incluye representantes de Hamás). Las delegaciones ya están en el Cairo en un ambiente de profunda desconfianza mutua y con abismales diferencias de puntos de vista sobre qué se debe negociar. Uno de los puntos más difíciles será el relativo al desarme de Hamás que piden los israelíes. No considero viable que se pueda negociar en estos momentos un acuerdo de paz de largo aliento, el cual sólo tendría significado si establece el pleno reconocimiento del Estado palestino. Se requiere de otro contexto y otros líderes para avanzar en esa dirección.
 
En otro sentido iría la posibilidad del gobierno de unidad palestino de ratificar el Tratado de Roma y acudir a la Corte Penal Internacional para presentar una denuncia contra Israel por crímenes de lesa humanidad en Gaza. De obtener un fallo favorable, sería una gran victoria moral para los palestinos. Se corre el riesgo, sin embargo, que también se presenten acusaciones contra líderes de Hamás, terroristas según Estados Unidos y los países de la Unión Europea. Además, en opinión de algunos analistas, acudir a la Corte no favorecería la búsqueda de un verdadero acuerdo de paz.

Sin duda se iniciará la reconstrucción de Gaza con el auxilio de Naciones Unidas. Sin duda se debe reconocer, con enorme dolor, que a menos que cambien liderazgos en ambas partes y se modifique radicalmente la posición de Estados Unidos, los habitantes de Gaza estarán a la espera de otro ataque igualmente violento y destructor; tal ha sido hasta ahora su destino.
 
 
 
 
 
 

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