sábado, 2 de agosto de 2014

René Delgado - Futuro imperfecto

Si los cimientos de la nueva estructura son los viejos pilares de la corrupción y la pusilanimidad, ni sentido tiene pronunciar el discurso inaugural del nuevo tiempo mexicano. Con esos pilares, la estructura no tardará en tambalearse y proponer por horizonte un futuro condicional, aquel que señala posibilidad, duda, vacilación... no certeza.

Quienes consideren que la corrupción en Pemex -la connivencia y la complicidad de ex directivos de la empresa, dirigentes del sindicato y contratistas- basta para concesionar al capital privado la explotación del gas y el crudo, se equivocan. Si no se planta cara frente a la corrupción, ese mal afectará el próximo capítulo en esa industria por glamuroso que parezca.








El telón de fondo de la reforma energética, exhibido pero, a la vez, ignorado por quienes promueven la apertura del sector, ha sido el de la corrupción y la impunidad de quienes han saqueado a Pemex, hecho frente al cual ni un dedo se ha movido y, entonces, nada anima a creer que el nuevo tiempo mexicano se conjugará en futuro perfecto.


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Si concluida la reglamentación de la reforma energética el gobierno no emprende ninguna acción contra el cártel del dirigente de los petroleros, Carlos Romero Deschamps, es evidente que, pese a los inflamados discursos ensalzando el cambio estructural en el ramo de la energía, la historia de la corrupción se repetirá de nuevo, acaso, con uno que otro protagonista nuevo.

Enerva la brutal exhibición de la corrupción y la complicidad entablada, en distintos momentos, entre la dirección de Petróleos Mexicanos y la dirigencia sindical, pero más enerva el silencio y la inacción de quienes hoy promueven la reforma legislativa sin actuar decididamente contra el mal que ha sangrado y sangra a la empresa nacional. El cinismo con que la canalla ha saqueado a esa empresa nacional provoca rabia, pero más rabia provoca la forma en que presume la impunidad de su felonía. La sonrisa de Carlos Romero Deschamps corona la burla por el agravio cometido contra la nación.

Puede ser que, con el ánimo de legitimar la apertura del sector al capital privado, se esté dejando aflorar la mugre acumulada por décadas en Petróleos Mexicanos y que más tarde, apostándole al olvido, las cosas se dejen como están y que relojes, yates, viajes, negocios y presuntas trapacerías de Carlos Romero Deschamps y sus amigos queden como la anécdota de una dirigencia sindical sin par y sin castigo, pero el derrame de la corrupción impune no será la mejor carta de presentación para alentar la inversión en el sector.

Si hoy como ayer y, quizá, también mañana, la ley queda no como una norma a cumplir y acatar sino como una mera recomendación, los inversores nacionales o extranjeros tendrán que asumir el sobrecosto de la corrupción y el peligro de apostar su capital en un país donde el Estado de derecho es un decir.


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Curiosamente, hoy queda claro que la política del todo-o-nada no sólo es vicio en el que incurre la izquierda con frecuencia, también la practica el gobierno.

Por más de una razón resultaba atendible la idea de iniciar la transformación del sector energético a partir de una profunda reforma administrativa y no por una reforma constitucional que abriera de golpe la puerta a la inversión privada. El saneamiento administrativo, fiscal, laboral, industrial y tecnológico de Petróleos Mexicanos hubiera dado oportunidad de diagnosticar con mucha mayor precisión el siguiente paso a dar. Pero no, el gobierno optó por el todo. Renunció a sanear la empresa y colocarla en verdaderas condiciones de competencia y procedió a abrir el sector al capital privado. El destino de Pemex bien puede ser el del desmantelamiento gradual, pero ¿cuál es la suerte de la explotación de los recursos energéticos del país en el nuevo esquema? Quién sabe. Como de cero se quiere pasar a cien en un tronar de dedos, la corrupción amenaza con desbielar la radical idea.


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Colocado el país frente a la conclusión de la reforma legislativa en materia de energía y frente a la manifiesta corrupción en Pemex y la CFE, la consulta popular que sobre el tema promueve la izquierda adquiere otro valor.

En esa tesitura, quizá, el año entrante resulte mucho más interesante el resultado de la consulta popular sobre la materia que el resultado de la elección de la próxima legislatura. La corrupción pero, sobre todo, la impunidad que garantiza la felonía está frente a la posibilidad de constituirse en el eje de la campaña a desplegar desde ahora y hasta junio del año entrante.

La decisión gubernamental de mover la estructura del ramo de la energía sin fincarla en pilares distintos a los de la corrupción económica y la pusilanimidad política concluye en el absurdo de construir un futuro imperfecto. Si la intención fue impulsar la apertura del sector energético a partir de la presentación de un diagnóstico catastrofista, se les pasó la mano a los estrategas. Si la intención fue promover que la energía sería mucho más barata a partir de la reforma, la evidencia es que por lo pronto -a raíz de la reforma- la ciudadanía contrajo una deuda a saldar por años, acompañada de la burla de los verdaderos beneficiarios del recurso nacional.

Sin querer los promotores de la reforma son, al final, los promotores de la consulta popular. Pero, bueno, así son las paradojas y el futuro imperfecto.



· PROCURACIÓN DE JUSTICIA, NO MANIOBRA

Hace dos semanas, en el Sobreaviso, se planteó la duda de si el impactante operativo de la PGR en el albergue La Gran Familia, realizado justo del inicio del debate final de la reforma energética, era una simple coincidencia o una maniobra distractiva.

El paso de los días y la gravedad de los testimonios y las evidencias recogidos en ese albergue, encabezado por la señora Rosa Verduzco, reivindican la actuación del procurador Jesús Murillo Karam, a quien obligado es reiterarle respeto.

El operativo procuraba justicia, no distracción. La señora Verduzco puede no pisar la cárcel, pero sí ser sometida a juicio.


sobreaviso12@gmail.com


Leído en http://www.plazadearmas.com.mx/noticias/columnas/2014/08/02/rene_delgado_8604_1009.HTML


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