“Tengo un sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación en que serán juzgados no por el color de su piel sino por el contenido de su carácter”.
Martin Luther King, Jr.
Michael Brown, un joven negro de 18 años de edad, fue abatido por un policía blanco en Ferguson, un suburbio de San Luis, Missouri, la noche del 9 al 10 de agosto. El joven, que no estaba armado, caminaba fumando unos puros delgados con un amigo por el centro de una calle cuando un policía, Darren Wilson, les ordenó que subieran a la acera.
Los jóvenes no lo hicieron. El policía descendió de la patrulla y trató de subir a Brown al vehículo. El policía dice que hubo una confrontación física con el detenido quien, afirma, le trató de quitar el arma.
El cuerpo de Brown presenta seis heridas de bala, dos en la cabeza y cuatro en el brazo derecho. La policía ha mostrado un video que exhibe a Brown robándose los cigarros de una tienda unos minutos antes y actuando con violencia contra el cajero. Wilson tenía un reporte de ese incidente y estaba buscando a un joven negro con la descripción de Brown.
La policía afirma que el primero de los disparos ocurrió en el interior de la patrulla mientras el oficial y el joven peleaban por el arma. Los otros se hicieron ya fuera del vehículo. Tanto Brown como el oficial Wilson han sido descritos como personas tranquilas por sus conocidos.
La muerte de Brown generó protestas en Ferguson. La comunidad negra acusó al policía de haber matado a Brown simplemente por su raza. Algunas de las manifestaciones han sido pacíficas.
Otras llevaron a actos de vandalismo contra comercios. Las autoridades respondieron con gas lacrimógeno y han detenido a decenas de presuntos vándalos. También han declarado un toque de queda y han pedido el apoyo de la Guardia Nacional, una organización cuasi militar.
La violencia en Ferguson ha revivido la siempre tensa relación entre negros y blancos en Estados Unidos. El recuerdo histórico de siglos de esclavitud y segregación sigue envenenando los lazos entre las dos razas. Buena parte de la comunidad negra piensa que se le discrimina y que la policía detiene a los negros simplemente por ser negros. Parte de la comunidad blanca piensa que los negros son responsables de la mayor parte de los delitos.
Quienquiera que haya vivido en Estados Unidos sabe que esa relación es y será muy difícil de enmendar. Las comunidades desconfían una de la otra. Ha habido una mejoría inmensa en el último medio siglo, especialmente desde la legislación en derechos civiles de la década de 1960, pero acontecimientos como el de Ferguson demuestran que apenas por debajo de la superficie sigue habiendo una desconfianza que se convierte fácilmente en odio.
Es posible que el policía Wilson se haya excedido en el uso de la fuerza. Pero al parecer Brown sí era responsable de un delito previo y buscó retar al policía cuando éste quiso detenerlo.
La explosión de violencia es preocupante, pero quizá engañosa. Los videos muestran que la mayor parte de la comunidad negra que participó en las manifestaciones lo hizo de manera pacífica y respetuosa. Un grupo relativamente pequeño participó en los actos de vandalismo. Pero los hechos subrayan la acrimonia entre blancos y negros, particularmente en comunidades del sur como en Missouri. Los siglos de abusos y violencia no pasaron en vano.
Las autoridades deben ahora aclarar exactamente qué ocurrió en Ferguson. Subsisten dudas importantes acerca de cómo se produjo la muerte del joven Michael Brown. El trabajo de restañar las heridas será, sin embargo, mucho más difícil. Ferguson, como buena parte de Missouri, es un pueblo dividido en dos razas que desconfían una de la otra.
Desplante político
Millones de niños han regresado a clases en el país. Lo hacen ya en el marco de una reforma que busca subir la calidad de la educación. Lo importante ahora será mantener evaluaciones que nos permitan saber si el esfuerzo ha valido la pena o si sólo hemos visto un acto político.
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