"Es malo para la mente ser siempre parte de la unanimidad".
Christopher Morley
Si hoy hubiera elecciones nacionales el PRI quedaría una vez más en primer lugar y de una manera amplia. La encuesta publicada por Reforma le da un 40 por ciento del voto, muy por arriba del 22 por ciento que obtendría el PAN.
El PRD aparece en tercer lugar con ese 16 por ciento que ha sido su piso tradicional. Morena, aun antes de participar en su primera elección, registra ya el 7 por ciento de las intenciones del voto; de hecho, desplaza al Partido Verde, que sólo registra un 5 por ciento, de su puesto como cuarto partido del país.
Las reglas no le permiten a Morena ir en alianza con el PRD en 2015. Pero la izquierda -sumando al PRD y a Morena así como a Movimiento Ciudadano, con 4 por ciento, y el PT con 3 por ciento- elevaría su posible participación del voto a 30 por ciento.
La izquierda parece haberse convertido en el verdadero rival a vencer por el PRI. El PAN, que alcanzaba cifras de 36 por ciento y más, no es en este momento un rival.
Si bien quienes viven en el mundo de las redes sociales o de ciertos medios de comunicación están convencidos de que el presidente Peña Nieto es repudiado de manera unánime, las encuestas presentan una realidad muy distinta.
En la encuesta de aprobación presidencial de Reforma que se publicó el 1 de agosto, Peña Nieto muestra un alza de 44 por ciento en diciembre de 2013 a 50 por ciento en julio de 2014. La desaprobación ha bajado a 46 por ciento. El Presidente tiene ya de nuevo un saldo de aprobación positiva.
Los líderes de opinión, sin embargo, lo rechazan en un 60 por ciento y lo aprueban sólo en 40 por ciento.
Los buenos resultados del presidente y del PRI en las encuestas se registran a pesar de que las reformas que han hecho no son populares. El 40 por ciento de los mexicanos desaprueba la reforma energética, contra el 34 por ciento que la aprueba, aunque hay que decir que estos números han mejorado mucho del 70-30 que se registraba en otras encuestas hace apenas algunos meses.
Los ciudadanos desaprueban el desempeño del gobierno en casi todos los temas: narcotráfico, seguridad pública, pobreza, economía, empleo, violencia y corrupción. Los únicos rubros en que hay más aprobación que rechazo son salud y educación.
Quizá en este último tema la aprobación está influida por la reforma educativa.
Los mexicanos, hay que reconocer, son más benévolos en su aprobación de sus presidentes que casi todos los demás pueblos del mundo. En estos momentos sólo el 41 por ciento de los estadunidenses aprueba el desempeño de Barack Obama (Gallup).
En Argentina Cristina Fernández registra 27 por ciento de aprobación (enero, Management & Fit). En Francia la aprobación de Francois Hollande se encuentra en 23 por ciento (julio, Ifop, Paris Match).
El principal reto para el gobierno de Peña Nieto y para el PRI proviene de la izquierda. Miguel Ángel Mancera, que sorprendió con su votación de 63 por ciento en la elección a la Ciudad de México en 2012, se ha desplomado y por el momento no es amenaza, aunque tengo la impresión de que ha tocado fondo y repuntará.
Andrés Manuel López Obrador es el verdadero reto. El que Morena registre 7 por ciento en su primera medición es sorprendente. Conforme la gente se entere de que López Obrador ya no está en el PRD, las cifras de Morena subirán.
Falta casi un año para los comicios de 2015, pero el panorama se está definiendo desde hoy. Por lo pronto el presidente Peña Nieto y los dirigentes del PRI pueden estar tranquilos. López Obrador, sin embargo, puede convertirse en el gran rival, si no en 2015, sí en 2018.
Legislar sin leer
"No estamos obligados a leer toditas las leyes", declaró la diputada estatal priista Flor Esther Gastélum al referirse a la ley que restringía el trabajo periodístico en nota roja en Sinaloa. Pablo Gómez reconoció en 2006 que los diputados del PRD habían aprobado la Ley de Telecomunicaciones sin leerla.
Pero yo sí pensaría que los legisladores tienen la obligación no sólo de leer sino de entender lo que votan.
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