Servando Gómez Martínez, alias La Tuta, es posiblemente el hombre más buscado de México. Líder de Los Caballeros Templarios, el cártel que ha sometido a vasallaje a amplias zonas del estado de Michoacán y cuya depredación desató la revuelta de las autodefensas, su captura se ha convertido en un objetivo político de primer orden para el Gobierno de Enrique Peña Nieto. Pero este narco, lejos de buscar el anonimato de otros grandes capos como el enigmático Ismael El Mayo Zambada, dueño y señor del cártel de Sinaloa, ha optado por mantenerse en primera línea mediante un insólito y devastador recurso: la vídeoguerra. Desde hace meses, este escurridizo narco, antiguo maestro y amante de la nicromancia, más que balazos lo que dispara periódicamente desde su escondrijo son grabaciones en los que destacados personajes, desde exgobernadores a hijos de mandatarios y alcaldes, aparecen con él en actitudes serviles y acatando sus órdenes. Cada vídeo ha dinamitado una vida política. Y sacado a la luz la enorme corrosión de la autoridad en Michoacán. El último torpedo lo ha dirigido contra los medios de comunicación.
Un vídeo de 24 minutos y 57 segundos exhibe con crudeza cómo el influyente corresponsal de Televisa en Michoacán, Eliseo Caballero, y el director de la agencia de noticias local Esquema, José Luis Díaz, se pliegan a los designios del narcotraficante.
La grabación, realizada antes de la disolución de las autodefensas y hecha pública por la periodista Carmen Aristegui en MVS radio, muestra una sala de paredes desnudas y suelos de terrazo gris. Los tres implicados están sentados alrededor de una sencilla mesa blanca. La Tuta lleva la voz cantante.
Inquiere por qué no le pueden hacer más entrevistas en medios de comunicación, se ufana de la cobertura que logran sus vídeos y muestra sus celos por la popularidad alcanzada por el sicario Broly Banderas, cuyo vídeo, colgado en Youtube, obtuvo más de cinco millones de visitas, frente a los 186.000 del suyo más popular. En la conversación, posiblemente atemorizados, los informadores adoptan un tono de voz y una actitud de lacerante humildad y le dan al capo consejos para contrarrestar los logros mediáticos alcanzados por las autodefensas y el Gobierno.
Por esos meandros discurre la reunión hasta que los periodistas, en el tramo final, sacan la lista de peticiones. José Luis Díaz solicita (“yo quisiera pedir esto respetuosamente”) una camioneta, y Elisendo Caballero una ayuda para “unas cámaras que cuestan 6.000 dólares”. Dicho lo cual, y tras unos comentarios distendidos, La Tuta escenifica el acto supremo de la corrupción: saca un fajo de billetes de su bolsillo, los cuenta uno por uno y los deposita en dos montones. Caballero y Díaz, en silencio, los toman. Luego, el narco se levanta, llama a su edecán y se va.
Los periodistas han alegado que fueron obligados a acudir a la cita. Pocas horas después de la emisión del vídeo, Televisa despidió a Caballero e hizo notar que este nunca había informado con anterioridad del encuentro. “Nuestra audiencia puede tener la certeza de que no tiene cabida en nuestra organización quien viole la confianza y vulnere la credibilidad que el público día a día confiere a Noticias Televisa”, señaló la cadena en un comunicado.
El nuevo zarpazo de La Tuta deja en evidencia el dominio que aún ejercen Los Caballeros Templarios en Tierra Caliente. Un territorio al que el presidente Peña Nieto, alarmado por la revuelta popular de las autodefensas, envió a principios de año un ejército de casi 10.000 policías federales y soldados bajo las órdenes del comisionado especial Alfredo Castillo, al que se otorgó poderes especiales, por encima de cualquier autoridad local. Aparte de la disolución de las autodefensas, absorbidas en guardias rurales, la persecución emprendida por este adelantado ha dado como resultado la caída de sucesivos cabecillas. Pero no del principal. Este se ha burlado una y otra vez del cerco. Y desde las sombras, ha enviado sus vídeos. La emisión de cada uno ha generado la consecuente tormenta y minado los éxitos logrados por el enviado presidencial. “La Tuta se escapa de la persecución porque cuenta todavía con apoyo social, durante años ha repartido dinero en zonas depauperadas”, indica una fuente policial.
Entre los caídos en esta vídeoguerra, figuran personajes tan encumbrados como el priísta Jesús Reyna, secretario de Gobernación (Interior) de Michoacán y gobernador interino durante 2013, en la época más virulenta del enfrentamiento con Los Templarios. Otro fue Rodrigo Vallejo Mora, hijo del gobernador Fausto Vallejo. Su fulminación vino seguida días después de la retirada de la vida política de su padre. La lista es larga. Sólo en 2014 han sido emitidos seis vídeos. A estos paquete-bomba mediáticos hay que sumar las apariciones de La Tuta en vídeos colgados en Youtube, donde se pavonea y platica sobre las pretendidas virtudes de su organización. Un grupo criminal con ínfulas pseudoreligiosas y que mantiene a amplias zonas de Tierra Caliente sometidas a constante pillaje. Su negocio, como destacan los expertos consultados, más allá del narcotráfico, se ha extendido a casi todas las esferas de la vida económica local, desde la minería a la producción de aguacates. Nadie duda en México de que las fuerzas de seguridad le pisan los talones. Pero La Tuta, de momento, sigue libre y disparando vídeos.
Leído en http://internacional.elpais.com/internacional/2014/09/23/actualidad/1411487246_569145.HTML
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