Este martes pasado, la Comisión Global sobre Política de Drogas hizo público su informe de 2014, con varios avances notables, incluso en relación con la audacia con que esta Comisión y la de América Latina han desplegado en años recientes. Sus veintidós miembros presentaron un texto firmado, entre otros, por Kofi Annan, ex secretario de la ONU; Fernando Henrique Cardoso, ex presidente de Brasil; César Gaviria, ex presidente de Colombia; Ricardo Lagos, ex presidente de Chile; George Papandreou, ex primer ministro de Grecia; Jorge Sampaio, ex presidente de Portugal; George Shultz, ex secretario de estado norteamericano; Mario Vargas Llosa; Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos; y Ernesto Zedillo, ex presidente de México. Varias de las recomendaciones llaman la atención; me limitaré a tres.
Abre el informe: “La criminalización del uso y la posesión de drogas tiene un escaso o nulo impacto en los niveles de uso de drogas en una sociedad abierta…usar el sistema de justicia penal para obligar a la gente detenida por posesión de drogas a entrar en “tratamiento” suele hacer más daño que bien.” Traduzco literalmente del inglés ya que aún no se encuentra disponible la versión del informe en castellano.
Esta es una tesis trascendente, porque de manera elíptica se refiere al tema de las llamadas “cortes de drogas”. En varios países se ha tratado de hacer de las cortes de drogas una etapa intermedia entre la criminalización y la legalización. En teoría, el consumo de drogas sigue siendo un delito, pero en lugar de encarcelar a alguien por él, se le envía a tratamiento. Enhorabuena que la Comisión Global rechace este planteamiento retrógrada.
La segunda tesis del informe se refiere a la necesidad de reenfocar las respuestas de aplicación de la ley al tráfico de drogas y el crimen organizado: “Los gobiernos deben ser mucho más estratégicos, anticipando que ciertas iniciativas de aplicación de la ley, sobre todo los esfuerzos militarizados, pueden exacerbar la violencia criminal y la inseguridad pública, sin realmente reducir la producción, el tráfico, o el consumo de drogas. Desplazar la producción de drogas de un lugar a otro, o sustituir el control de una ruta por una organización criminal por otra, con frecuencia hace más daño que bien…La militarización del esfuerzo anti drogas casi nunca es eficaz y más bien llega a ser contraproducente”. Ojalá Felipe Calderón hubiera leído estas recomendaciones antes de iniciar su guerra contra las drogas. Es una réplica directa a la postura de Calderón y de Estados Unidos. La guerra produce la violencia, no al revés.
Pero sin duda, el cambio más significativo entre este informe y los anteriores se presenta en el quinto apartado, titulado: “Regular los mercados de drogas para darles control a los gobiernos”. La clave aquí es la palabra “drogas”. Hasta ahora la Comisión Global enfocó sus esfuerzos en la marihuana, pensando que la despenalización del consumo de esa sustancia era más factible en el corto plazo. Pero sabía que la mayoría de los argumentos esgrimidos a favor de la marihuana son aplicables a las demás drogas. Sin embargo, hasta ahora no habían querido referirse a las drogas en general. Por eso resulta tan interesante el fraseado de la Comisión: “Permitir y alentar varios experimentos en la regulación legal de mercados de drogas hoy en día ilícitas, empezando con, pero no limitándose a, la cannabis, la hoja de coca y otras sustancias sicoactivas nuevas y actividades que representan riesgos de salud. Se necesitan nuevos experimentos para permitir el acceso legal, aunque restringido, a drogas que hoy sólo son disponibles de manera ilegal. Esto debe incluir la expansión de tratamiento asistido de heroína para algunos adictos, que ha mostrado ser tan eficaz en Europa y en Canadá”.
Se trata de un gran paso adelante, con miras a la Asamblea General Especial en la ONU sobre drogas en el 2016. Poco a poco, la sana hipocresís de la marihuana médica, empieza a ser sustituida por un realismo pragmático mucho más eficaz. Todos aquellos que hemos luchado desde hace años por la legalización debemos felicitar a la Comisión Global y congratularlos de este avance.
La segunda tesis del informe se refiere a la necesidad de reenfocar las respuestas de aplicación de la ley al tráfico de drogas y el crimen organizado: “Los gobiernos deben ser mucho más estratégicos, anticipando que ciertas iniciativas de aplicación de la ley, sobre todo los esfuerzos militarizados, pueden exacerbar la violencia criminal y la inseguridad pública, sin realmente reducir la producción, el tráfico, o el consumo de drogas. Desplazar la producción de drogas de un lugar a otro, o sustituir el control de una ruta por una organización criminal por otra, con frecuencia hace más daño que bien…La militarización del esfuerzo anti drogas casi nunca es eficaz y más bien llega a ser contraproducente”. Ojalá Felipe Calderón hubiera leído estas recomendaciones antes de iniciar su guerra contra las drogas. Es una réplica directa a la postura de Calderón y de Estados Unidos. La guerra produce la violencia, no al revés.
Pero sin duda, el cambio más significativo entre este informe y los anteriores se presenta en el quinto apartado, titulado: “Regular los mercados de drogas para darles control a los gobiernos”. La clave aquí es la palabra “drogas”. Hasta ahora la Comisión Global enfocó sus esfuerzos en la marihuana, pensando que la despenalización del consumo de esa sustancia era más factible en el corto plazo. Pero sabía que la mayoría de los argumentos esgrimidos a favor de la marihuana son aplicables a las demás drogas. Sin embargo, hasta ahora no habían querido referirse a las drogas en general. Por eso resulta tan interesante el fraseado de la Comisión: “Permitir y alentar varios experimentos en la regulación legal de mercados de drogas hoy en día ilícitas, empezando con, pero no limitándose a, la cannabis, la hoja de coca y otras sustancias sicoactivas nuevas y actividades que representan riesgos de salud. Se necesitan nuevos experimentos para permitir el acceso legal, aunque restringido, a drogas que hoy sólo son disponibles de manera ilegal. Esto debe incluir la expansión de tratamiento asistido de heroína para algunos adictos, que ha mostrado ser tan eficaz en Europa y en Canadá”.
Se trata de un gran paso adelante, con miras a la Asamblea General Especial en la ONU sobre drogas en el 2016. Poco a poco, la sana hipocresís de la marihuana médica, empieza a ser sustituida por un realismo pragmático mucho más eficaz. Todos aquellos que hemos luchado desde hace años por la legalización debemos felicitar a la Comisión Global y congratularlos de este avance.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.