"A los políticos les gusta gastar más porque es más fácil que medir los logros”.
Grover Norquist
El gobierno de la república pretende gastar 4 billones 676 mil 237.1 millones de pesos en 2015 si el Congreso le da su bendición. Aunque los funcionarios dicen que es muy poco, que representa “niveles de gasto que no son suficientes para cubrir las necesidades de la población en áreas estratégicas” (Criterios 2015), es en realidad el mayor monto de la historia... como lo ha sido el de 2014 y lo fue el de 2013. Todos los años recientes el gobierno federal ha roto récords históricos. Yo no sé si el gobierno gasta mucho o poco, lo que sí es claro es que gasta más que nunca.
El gasto gubernamental representa el 26 por ciento del Producto Interno Bruto. Casi uno de cada cuatro pesos de la producción de bienes y servicios que generan los mexicanos lo gasta -pero no lo produce- el gobierno. El sector público sustrae en lugar de sumar. Eroga 39 mil pesos por cada uno de los 119 millones de personas que Conapo estima vivimos en México en 2014. Esto representa 195 mil pesos por cada familia típica de cinco integrantes. ¿Usted piensa que su familia recibe 195 mil pesos al año en servicios del gobierno? Y ¿le parece que son servicios de calidad?
El gobierno siempre ha justificado su gasto con el argumento de que combate la pobreza y genera desarrollo. En octubre de 2013, sin embargo, publiqué aquí datos que señalan que mientras el gasto gubernamental para combatir la pobreza ha aumentado 20 veces de 1994 a 2012, de 15,888 millones de pesos a 310,302 millones de pesos, la pobreza pasó apenas de 52.4 a 52.3 por ciento de la población (Coneval). Esa décima de punto se pierde en el margen de error. Quizá el creciente gasto gubernamental haya servido para aumentar la burocracia, pero no para disminuir la pobreza. Por otra parte, estos últimos años de marcas históricas en el gasto público han coincidido con un estancamiento de la economía mexicana.
Cada día nos enteramos de algún nuevo dispendio gubernamental. Que si la Sedena compró un avión Challenger de lujo para 10 pasajeros que implicará una erogación de 662 millones de pesos porque el avión del general secretario ya era obsoleto. Que si las “subvenciones extra” para las bancadas de los partidos en la Cámara de Diputados, sobre las cuales no hay rendición de cuentas, han ascendido a más de 2 mil millones de pesos en 20 meses. Que si la Línea 12 del Metro costó 24 mil millones de pesos pero a menos de dos años de su inauguración ya no funciona. Que si la nómina del magisterio nacional exhibe anomalías con valor de 51 mil millones de pesos al año.
Parte del problema es que todos criticamos el dispendio gubernamental, pero cada grupo político defiende la porción que le toca. Las organizaciones campesinas demandan más subsidios, a pesar de que los que hay sólo han servido para hacer permanente la pobreza rural. Las constructoras exigen que “baje el dinero”, para enriquecerse haciendo obra pública. Los intelectuales critican al gobierno, pero se enfurecen cuando alguien sugiere eliminar el subsidio del Fondo de Cultura Económica.
Mientras tanto, el gobierno fracasa en el cumplimiento de sus responsabilidades fundamentales, esas que nadie más puede cumplir. El caso más notable es la seguridad. El gobierno se enorgullece de que el número de homicidios dolosos ha caído de 24 por cada 100 mil habitantes en 2011 a 19 en 2013, pero omite señalar que en 2007 la cifra era de 8 (Inegi).
Supongo que no todo el gasto gubernamental es inútil. Algunos servicios públicos son valiosos. Pero la idea de que la forma de construir un país más próspero y con menor pobreza es aumentar el gasto público es falsa. El presupuesto es un simple botín que los grupos de poder se disputan para su beneficio.
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