La política no puede ser el lugar donde la gente no habla”.
Nicolas Sarkozy
Los diputados del PRD y del PT unieron fuerzas el 1o. de septiembre de 2006 para impedir que el presidente Vicente Fox entrara al recinto legislativo para entregar su informe de gobierno y leer su mensaje a la nación. Para lograrlo bloquearon los accesos con sillas. Ni los panistas ni los priistas quisieron enfrentarlos. El presidente Fox entregó su informe escrito en el vestíbulo del Palacio Legislativo.
Andrés Manuel López Obrador, que todavía era perredista, alabó “la dignidad y el decoro” de los legisladores que actuaron como “gente con principios”. Tres meses después Felipe Calderón entró al Palacio Legislativo con un operativo especial y rindió protesta como presidente constitucional entre gritos de los perredistas que ocupaban la tribuna. Un año después Calderón se presentó al Palacio Legislativo para presentar un informe por escrito, pero no se le permitió hablar. Desde entonces el Presidente ha mandado su informe por escrito al Congreso a través de un mensajero... un mensajero de lujo, el secretario de Gobernación, pero mensajero al fin.
Otros presidentes sí han podido hablar en el Congreso mexicano. En 2009 el Senado invitó al entonces mandatario francés Nicolas Sarkozy. Al parecer el presidente del Senado, el panista Gustavo Madero, le pidió que no tocara el caso Florence Cassez, muy cercano al interés del presidente Calderón. Pero Sarkozy, que venía de un país republicano en que no se puede censurar a un mandatario, respondió en el discurso: “Y para que todo quede muy claro, me dijeron que no tenía que comentar, lo cual me da muchas ganas de comentarlo; pero la política no puede ser el lugar donde la gente no habla”.
Hoy las dos Cámaras del Congreso son presididas por perredistas. Aleida Alavez perdió la oportunidad de ser presidenta de la Cámara de Diputados por sus constantes tomas de tribuna. En su lugar ha sido designado Silvano Aureoles, a pesar de que se sabe que el cargo lo dejará para buscar el gobierno de Michoacán. El nuevo presidente del Senado, Luis Miguel Barbosa, afirma que las movilizaciones que impidieron que el presidente Fox entrara al pleno en 2006 y la subsecuente exclusión del Presidente de la sesión conjunta del Congreso del 1o. de septiembre fueron necesarias para acabar con “el día del Presidente”, aunque reconoce que las condiciones han cambiado y podría buscarse una modificación de la ley.
La verdad es que el 1o. de septiembre no fue el día del Presidente desde 1988, cuando Porfirio Muñoz Ledo increpó a Miguel de la Madrid. Desde entonces, hasta el bloqueo de los accesos por perredistas en 2006, cada informe presidencial fue un espectáculo de interpelaciones, insultos, carteles de protesta y hasta un diputado con máscara de puerco (Marco Rascón). Más que el día del Presidente, era el día para descalificar pública e impunemente al Presidente.
Si los diputados pensaron que la exclusión del Presidente significaba un desplante de independencia del Congreso, el resultado ha sido completamente distinto. La ceremonia de inicio del periodo ordinario ha quedado reducida a la irrelevancia. El informe es entregado en unos cuantos minutos. El verdadero informe, el mensaje a la nación que no al Congreso, tiene lugar un día después, en el Auditorio Nacional o en Palacio Nacional. Peor, ha regresado el viejo estilo imperial en el que cada frase importante del Presidente es respondida con aplausos serviles.
Los mexicanos hemos perdido una ceremonia republicana de rendición de cuentas del Ejecutivo al Congreso y a la nación. La actual exclusión del Presidente del Congreso es síntoma de la disfuncionalidad de nuestro sistema político.
Napito exonerado
El que la justicia mexicana haya exonerado al líder minero Napoleón Gómez Urrutia del desvío de 55 millones de dólares de un fideicomiso que debía haber pertenecido a los mineros de Cananea tiene un significado muy triste: en México los sindicatos son los verdaderos dueños del dinero de los trabajadores.
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