miércoles, 3 de septiembre de 2014

Sergio Sarmiento - Triunfalista

“Lo mismo da triunfar que hacer gloriosa la derrota”.

Ramón del Valle-Inclán


Es inevitable que los informes de gobierno sean triunfalistas? Supongo que sí. No es una característica nada más de los gobernantes priistas. Los presidentes panistas no fueron menos triunfalistas en sus informes y los gobernantes perredistas, si bien no han estado en la Presidencia todavía, muestran la misma actitud cuando presentan informes sobre sus gestiones en estados o municipios.

Supongo que un gobernante no va a desperdiciar una oportunidad de presentarse ante la clase política y los medios de comunicación para ofrecer críticas sobre su propio desempeño. No me imagino al presidente Enrique Peña Nieto meditando públicamente acerca de las virtudes y los defectos de su reforma hacendaria. Por el contrario, hasta el impuesto a los gorditos se presentó como una medida destinada a impulsar al país.








El mensaje a la nación del presidente Peña Nieto fue un típico discurso de la clase política mexicana. Durante una hora y media desplegó cifras que demuestran que el país por fin va hacia adelante, después de otros gobiernos que no hicieron todo lo que pudieron o no lograron todo lo que quisieron. Lo mismo que nos han dicho todos los presidentes en el pasado.


El Presidente recalcó que en su sexenio se han hecho 58 modificaciones a la Constitución (enmendar la Carta Magna es una de las costumbres más acendradas de nuestros presidentes). Nos dijo que han sido detenidos 84 de los 122 delincuentes más peligrosos (por lo que no entenderíamos por qué persiste la delincuencia). Apuntó que hay 115 programas que promueven la igualdad de las mujeres y que gastan 21 mil 500 millones de pesos al año (por lo que no queda claro por qué hay todavía desigualdad entre hombres y mujeres) y que la reforma política introdujo una de las legislaciones más avanzadas del mundo en esta materia al obligar a los partidos a presentar listas de candidatos con 50 por ciento de mujeres.

El país se está transformando, nos dijo. El programa Oportunidades (que antes fue Progresa y previamente Solidaridad) hoy se convierte en Prospera. Procampo ya no es Procampo sino ProAgro Productivo. El gasto público está creciendo 10.7 por ciento al año y la inversión pública 28.9 por ciento. Y la economía de México, a pesar de que a nosotros nos parece que se mueve poco, es la que más está creciendo entre los países de la OCDE.

La reforma hacendaria ha sido pesada, pero incluye elementos para reducir la informalidad. El turismo internacional está creciendo 19.6 por ciento al año. Las nuevas plantas automotrices están trayendo una inversión de 10 mil millones de dólares y generarán 28 mil empleos de alta calidad. Siete nuevos gasoductos ampliarán la red de transporte de gas natural en 3 mil kilómetros.

México tiene 24 proyectos ferroviarios y aumentará, con el apoyo del gobierno del Distrito Federal y el mexiquense, la red del Metro capitalino en 20 por ciento. El nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México cuadruplicará la capacidad de la actual instalación al ofrecer seis pistas.

“México es el país que ya se atrevió a cambiar”, dijo ayer el Presidente en el mensaje político de su discurso. “México se mueve. México está en movimiento”. El informe estaba bien estructurado y lleno de cifras. Los asistentes lo interrumpían con aplausos en los puntos en que el Presidente dejaba espacios para ello. El discurso tenía que ser triunfalista. Para eso son los informes de gobierno. Y la mayoría de los asistentes tomaron este retorno a la vieja ortodoxia con entusiasmo.

Ése es el informe que deseaban presenciar y no los de interpelaciones y descalificaciones que tuvimos durante tanto tiempo.

MENOS COMPETITIVIDAD
Las reformas estructurales de Peña Nieto no se han traducido en una mejoría de nuestro país en el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial. México pierde seis lugares y se ubica en la posición 61 de 144 países en parte por la debilidad institucional y la mala educación superior. La eficiencia del mercado de trabajo sigue siendo pésima pese a la reforma laboral.


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