Deseo
No podía dejar de mirarlo.
Llevaba días observándolo con detenimiento, viéndole crecer, maravillada por como la naturaleza podía dar forma a algo aparentemente tan frágil y vulnerable hasta convertirlo en objeto de atracción.
Una mezcla de deseo y ternura se apoderaba de mi cuando le tenía cerca. Espera, me decía a mi misma, no es el momento… aun no. Aun no está preparado, solo tienes que esperar un poco más, solo un poquito más hasta que sus formas sean perfectas, hasta que esté listo para entregarse a ti.
Y por fin había llegado el día. Lo miré largamente. Despacio, acaricié su piel, sentí su fuerza, su forma, aspiré su aroma con los ojos cerrados y con los ojos cerrados abrí mi boca, lentamente y me acerqué a él.
El primer tomate de mi huerto era, simplemente, exquisito.
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