Las relaciones de Estados Unidos con América Latina atraviesan un
ciclo de pasable indiferencia. Aun así, el triunfo de los republicanos
del martes pasado tendrá una influencia para nada desdeñable en la
región.
Una de sus consecuencias deriva del debate sobre la inmigración,
determinante en la orientación del voto hispano. Un informe del Centro
Pew demuestra que la predilección de los latinos por el partido de Obama
se mantuvo. Los demócratas atrajeron al 62% de ese electorado, los
republicanos solo el 36%. De modo que las preferencias de los comicios
de medio término del año 2010 se mantuvieron con variaciones mínimas.
A pesar de la fidelidad de los hispanos, este año se registró una
novedad que inquieta a los demócratas: en varios estados los candidatos
republicanos mejoraron su relación con los latinos. Sucedió en Colorado,
donde los latinos son el 14% del padrón: allí el republicano Cory
Gordner arrebató el escaño del Senado a Mark Udall. En Nuevo México fue
reelecta Susana Martínez, y en Nevada, Brian Sandoval, también
republicanos. Ese partido se impuso con Greg Abbott en Texas, el segundo
estado en cantidad de hispanos. En Georgia se reeligió Nathan Dean y el
44% de sus votantes fue latino.
Mientras los republicanos quieren ver en estos progresos un anticipo
de la carrera presidencial de 2016, los demócratas creen que es urgente
una reacción. El jueves Obama prometió flexibilizar las sanciones
migratorias por decreto, antes de que la oposición asuma la mayoría del
Senado. El desencanto electoral de los hispanos se atribuye a la demora
en esa decisión.
Una política migratoria más tolerante en Estados Unidos provocaría un
cambio en la región. Los hispanos incorporados a ese mercado de trabajo
remiten a sus países unos 67.000 millones de dólares al año. Para
México, por ejemplo, es la principal fuente de divisas. En el primer
semestre de 2014, recibió 11.000 millones de dólares. Si los migrantes
se van legalizando, los envíos se incrementan. Las tarjetas de crédito
compiten para canalizar esos giros. Para México las remesas equivalen al
2% del PBI; para El Salvador, al 16%; para Honduras, al 15%; y para
Guatemala, al 10%. Se trata de un plan Marshall organizado entre
privados, que no está contaminado por la corrupción.
El triunfo republicano también promete consecuencias energéticas. Es
probable que deponga las últimas resistencias de los demócratas a la
construcción del oleoducto Keystone XL desde Canadá. Esa obra
transportaría hacia Estados Unidos 830.000 barriles diarios de petróleo,
que podrían reemplazar a los 661.000 que se importan desde Venezuela.
Es el arma secreta de Obama contra Nicolás Maduro.
El avance republicano no es indiferente para Maduro, a quien la
crisis del chavismo vuelve cada vez más vulnerable. Los opositores a
Obama exhiben matices frente a Cuba. Quienes gobiernan estados
productores de alimentos, por ejemplo, suelen ser complacientes con los
Castro. En cambio, con Venezuela la aversión es monolítica.
Es una dureza significativa porque la política venezolana parece
caminar hacia una crisis terminal. Esta hipótesis obliga a prever un
dispositivo internacional de contención, en especial desde la OEA. Allí
está abierto el juego para reemplazar al secretario general, José Miguel
Insulza.
La OEA ha perdido gravitación. El liderazgo de EE UU, crucial durante
la Guerra Fría, no ha sido reemplazado por el de ningún otro país.
Brasil, sin ir más lejos, lleva dos años sin designar embajador.
Hasta ahora hay solo dos candidatos a la secretaría general de la OEA
—el canciller de Uruguay, Luis Almagro, y el exvicepresidente de
Guatemala, Eduardo Stein—, tras la retirada de la candidatura del exjuez
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y excanciller de Perú
Diego García-Sayán.
Pero se esperan novedades. Por ejemplo, Evo Morales podría respaldar a
su antecesor Carlos Mesa, a quien designó portavoz de la demanda
marítima de Bolivia contra Chile.
Más interesante sería que Rafael Correa promueva a Ivonne Baki, una
de las mujeres más destacadas de la región. Exembajadora de Ecuador en
Estados Unidos, Baki fue en 2003 ministra de Comercio y, en 1998,
negociadora de la paz entre su país y Perú. En 2007 Correa le encargó el
proyecto ambiental Yasuni.
La candidatura de Mesa, y mucho más la de Baki, entrañarían una
innovación: con ellos Morales y Correa darían un paso hacia el centro y
tenderían un puente que va más allá de los países del ALBA y alcanza a
Estados Unidos.
Obama estará en una encrucijada diplomática. Los republicanos
presionarán con una agenda intransigente, una de sus pretensiones es
aislar a Venezuela. El Departamento de Estado quizá le aconseje otra
estrategia: aceptar la oferta bolivariana y, de la mano de Correa o de
Morales, devolver a la OEA su protagonismo continental.
Leído en http://internacional.elpais.com/internacional/2014/11/10/actualidad/1415648860_082001.html
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