lunes, 24 de noviembre de 2014

Jan Martínez Ahrens - “México está harto e indignado de atrocidades y barbaries como Iguala”

La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México atraviesa la peor crisis desde su creación en 1990. Su inoperancia en casos como las desapariciones de Iguala o la matanza de Tlatlaya, donde el Ejército ocultó la ejecución a sangre fría de 15 civiles, fulminaron a su anterior presidente y han situado al recién elegido, Luis Raúl González Pérez, de 57 años, ante un reto que él mismo califica de “extraordinario”. Frente a una sociedad conmocionada y harta de abusos, el Defensor del Pueblo mexicano se ha puesto como objetivo recuperar la credibilidad y la confianza. Dos valores que, hoy día, se cotizan muy alto en México.

Pregunta. Ha declarado que quiere una comisión incómoda e implacable, ¿es que no lo ha sido hasta ahora?








Respuesta. Estoy trabajando en cuál es el perfil que asumiré, pero seré implacable con aquellos servidores públicos que se aparten del compromiso de respeto a los derechos humanos.

P. Eso es obvio, no tendría sentido un organismo que permitiese que los funcionarios no cumpliesen con los derechos humanos. Mi pregunta es, antes de su llegada, ¿no ha sido implacable la comisión?

R. El objetivo de esa energía, de ese ser implacable, es evitar que sucedan hechos como los acontecidos y que han generado indignación mundial. Quiero ser enfático, quiero cambiar el paradigma y que una recomendación no se quede en el papel, sino que tenga efectos. A la víctima no le sirve un papel.

P. ¿Y de qué modo se puede conseguir que las recomendaciones de la comisión no queden en papel mojado?

R. Ejerciendo todas las facultades. ¿De qué le sirve ese papel a una víctima si no hay consecuencias jurídicas, si no hay sanciones, si campea nuevamente la impunidad? Ese es un círculo vicioso propiciatorio de las violaciones de los derechos humanos. En la medida en que no hay temor porque no se sanciona, se está invitando a que se cometan nuevas violaciones. Mi reto consiste en recobrar la confianza y la credibilidad, no en especular.

P. En lo que va de año se han registrado 5.098 desapariciones en México, la mayor cifra en la serie histórica. ¿Qué está pasando?

R. Es un tema gravísimo que nos preocupa. Iguala detonó e hizo evidente algo que está en la base del problema. Basta ver las fosas que se encontraron en la búsqueda de estos jóvenes. Ahora hay que averiguar quiénes son. Iguala lo que está poniendo en el escenario es el hartazgo social, la indignación, la vergüenza por la que estamos atravesando, de barbaries y atrocidades como este caso.

P. ¿Cree que el caso Iguala está cerrado?

R. Para nada. Hay investigaciones en curso, tenemos que conocer la verdad de lo que aconteció con 43 jóvenes, hay seis muertos también alrededor de los hechos. Debemos conocer la verdad de lo sucedido, el paradero de las personas.

P. ¿Cómo ve México?

R. Veo crispación social en ciertas zonas de la República. En parte lo detona Iguala, pero también hay condiciones de desigualdad muy manifiestas que hacen evidente que los derechos económicos, culturales y sociales deben fortalecerse. Veo que hay tensión y veo que también hay una expresión legítima de protesta frente a este hartazgo. Esa contestación social es bienvenida y tiene que contribuir a que estos sucesos no se repitan, pero también debo señalar que la violencia que se ejerce para exigir el cumplimiento de la ley no se puede responder más que aplicando la ley y el Estado de derecho. No soy un ingenuo, asumí la responsabilidad en medio de una situación extraordinaria. Lo único que nos puede reencontrar en esa crispación social es el respeto a los derechos humanos, la dignidad y el cumplimiento de la norma.

P. ¿Y cómo se acaba con la otra violencia, la del narco? ¿Cómo sale México de esa espiral?

R. Combatiendo la impunidad. Aquí se busca que cuando la Comisión emita una recomendación haya una consecuencia jurídica o política.

P. A su antecesor se le ha achacado depender excesivamente del poder ejecutivo. ¿Qué les diría a los que piensan que usted puede estar infectado por ese virus?

R. Por fortuna no estoy infectado de ese virus, tengo las vacunas necesarias y me las he puesto recurrentemente en 35 años de ejercicio profesional. El ombudsman tiene que ser independiente de gobiernos, de partidos políticos, de organizaciones civiles. No soy su adversario, sino su coadyuvante. ¿De qué le sirve al país, a las instituciones y a las autoridades que se solapen las violaciones de derechos humanos? Vean el tamaño de la indignación y la protesta. ¿No les sirve más un ombudsman que señale dónde se está actuando mal? Ese es mi plan de trabajo.

P. ¿Cómo calificaría la situación de los derechos humanos hoy en México?

R. De crisis en ciertas zonas del país como Guerrero, Tamaulipas o Michoacán.

P. ¿El Gobierno está cumpliendo su papel como garante de los derechos humanos?

R. Sería equivocado no admitir el avance legal que México ha tenido en el reconocimiento de derechos humanos, empezando por la reforma constitucional de 2011, la ley general de víctimas, la reforma penal… Nuestro gran reto ahora es que esas normas se ejecuten, se cumplan, se vuelvan realidad en temas como la desaparición, las torturas o la migración.

P. ¿Y cómo enjuicia el trabajo de la comisión en el caso Tlatlaya?

R. Llevo cinco días en el puesto. He estado viendo todos los asuntos, voy a revisar ese caso con puntualidad, voy a meterme en las entrañas del caso...

P. ¿Es usted consciente de que la Comisión ha quedado muy mal parada por el caso Tlatlaya? Si no llega a ser por las investigaciones periodísticas, nada se habría sabido.

R. Quiero una Comisión Nacional que sea oportuna, que inicie oportunamente las quejas y los pronunciamientos. ¿Por qué hubo comentarios anticipados a una conclusión que no se tenía?

P. Las responsabilidades establecidas en el informe de la comisión se limitan a un teniente y siete soldados. ¿Cree que se puede reducir a estas personas lo que ahí ocurrió?

R. Por eso voy a revisar, hay diferencias entre el número de los presuntos responsables que da la Comisión Nacional y el que ofrecen las autoridades. Voy a ver si los responsables son todos los que se señalan o hay más. En cinco días no he hecho este trabajo. Tengo muy claro que he de profundizar y si tengo que señalar que las respuestas de la autoridad no satisfacen, lo diré.



Leído en http://internacional.elpais.com/internacional/2014/11/23/actualidad/1416760812_267019.html




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