Nieto, hijo y hermano de generales, Graco Ramírez (Villahermosa, Tabasco, 1949) juega el papel de estratega del PRD. “Yo creo en la política como arma”, bromea. Gobernador de Morelos, este antiguo marxista-leninista se define como un demócrata con un proyecto de centroizquierda. En la turbamulta del PRD, Ramírez propone la unidad y se postula a sí mismo como aspirante a presidencia de México. Para ello está dispuesto a cerrar acuerdos a izquierda y derecha. Sólo hay un límite: Andrés Manuel López Obrador. Ante el antiguo candidato presidencial del PRD, a Graco Ramírez se le activan los genes y lanza toda su artillería.
Pregunta. ¿Por qué la izquierda mexicana está en crisis?
Respuesta. Todos los partidos están en crisis. La sociedad ha avanzado más rápidamente que las fuerzas políticas. Lo que ocurre es que la izquierda tiene más elocuencia en sus contradicciones porque es más abierta.
P. El anterior presidente del PRD, Agustín Basave, afirmaba que uno de los problemas del PRD es que está en manos de clanes. ¿Cómo se resuelve eso?
R. Basave, a quien propuse y apoyé para ser presidente, no trascendió de la conducta del analista político al dirigente político. Un dirigente sabe a qué se enfrenta y cómo lo resuelve. El partido es complejo porque son corrientes muy bizarras, a veces elementales, otras muy pragmáticas. Es un mosaico de lo que es la izquierda en el país. No hay más. El ideal está en el cielo.
P. ¿Y cómo se resuelve eso?
R. El PRD siempre tuvo la certidumbre de un candidato presidencial. Al faltar esa figura que amalgamaba al partido, ganaron peso las corrientes y eso generó un reparto interno del poder que nos ha alejado de ciertas causas y luchas. Ahora hay reorientar el rumbo, buscando la unidad, sin necesidad de caudillos.
P. ¿Puede vivir el PRD sin alianzas?
R. Claro que puede sobrevivir. Pero la pregunta es: ¿quién no construye alianzas en México? ¿Quién puede solo? La fragmentación política es muy fuerte en este país y para dar firmeza a la gobernabilidad tienes que plantearte una alianza electoral y un Gobierno de coalición. Por eso hay que plantearse la pertinencia de una segunda vuelta para garantizar que el Gobierno no sea de medio punto de ventaja sobre el segundo.
P. ¿Estaría dispuesto a apoyar un candidato panista a las presidenciales?
R. Es aún temprano para hablar de eso. Hay que ver qué pasa en las elecciones de 2007 en el Estado de México, Nayarit y Coahuila.
P. ¿Qué opinión le merece la aspirante panista Margarita Zavala y el presidente del PAN, Ricardo Anaya?
R. Ricardo Anaya ha irrumpido en la vida política con un liderazgo firme y tiene capacidad para construir acuerdos. Y Margarita Zavala es una mujer de trayectoria propia, es un abuso descalificarla por ser esposa de quien es [Felipe Calderón, presidente de 2006 a 2012]. Tiene cabeza propia.
P. ¿No puede hacer daño al PRD la proximidad de Zavala con el calderonismo?
R. No puedo descalificarla por ser esposa de. Dependerá de ella.
P. ¿Estaría dispuesto a pactar con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena)?
R. Morena se escindió del PRD y más que un partido es un comité de campaña de López Obrador. Él escogió un camino populista y conservador. No acepta la agenda de los derechos.
P. ¿De cuáles?
R. De los derechos de los homosexuales, de la mujer, de aquellos contrarios a la discriminación.
P. ¿Cómo definiría a López Obrador?
R. En 1988 le convencí de que dejara el PRI y se viniera al PRD. Pero Andrés Manuel ha involucionado, tiene una visión nacionalista-populista. Su oferta es tan simple como decir yo no robo y no miento y voy a revertir todas las reformas: la energética, la educativa, la fiscal. No ofrece un acuerdo mínimo para la gobernabilidad. Nos está invitando a una locura, a un infierno político. Es llamarnos a una guerra. López Obrador en México y Trump en Estados Unidos son la tormenta perfecta. Un populista que presume de izquierdista, y un populista racista y conservador.
P. ¿Y qué piensa del presidente Enrique Peña Nieto?
R. El primer rasgo es que procede de una cultura priísta, la del Estado de México, que no conoce la alternancia. El segundo elemento es su decisión de apostar por las reformas y alcanzar acuerdos. Tuvo dosis de pragmatismo y visión, pero todo eso ha entrado en contradicción con querer mantener privilegios para los afines. Está en su ADN, y eso lo ha desacreditado, porque parece que gobierna para sus amigos, como los viejos priístas.
P. ¿Cuándo se va a postular usted a la presidencia?
R. Tengo que esperar todavía. Mis responsabilidades de gobernador están ahí. Nadie puede proponerse para ser candidato si no tiene resultados. ¿Cómo puedes presumir de querer gobernar un país, si no pudiste con tu entidad?
P. ¿Competirá con el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera?
R. Sí. Voy a proponer un sistema abierto de debates para que planteemos a la sociedad nuestros puntos de vista. Después deberemos ir a un proceso interno o unas primarias para construir la candidatura única del PRD.
P. ¿Apoyaría una alianza con Morena en 2018 si lo quiere la mayoría de la militancia?
R. Por supuesto. Soy demócrata y mantengo el resultado. Pero la absoluta mayoría de los consejos estatales y dirigentes del PRD en 2016 votaron por la alianza con el PAN, no por Morena.
P. ¿Quién será el candidato del PRI?
R. El que decida Peña Nieto. No importa el nombre.
P. ¿Por qué cree que el PRD nunca ha ganado la presidencia?
R. En 1994, el candidato del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, perdió el debate frente a Ernesto Zedillo (PRI) y Diego Fernández (PAN). En el 2000 perdimos porque Vicente Fox arrasó. Y en 2006, López Obrador dilapidó toda la ventaja que tenía para ganar la presidencia. El único responsable fue él. No acudió al primer debate por soberbia absoluta y por la convicción de que iba diez puntos arriba en las encuestas y que eso no lo iba a cambiar nadie. Hoy presume de que nadie puede pararlo, exactamente como en 2006. Pero desprende un tufillo autoritario que va alejando a los electores. Tiene un desprecio profundo por todo lo que no sea lo que él diga. Si alguien lo conoce soy yo. Sé de su desprecio por los diputados y senadores.
P. ¿Qué pasará en 2018?
R. Para el 2018 hay tres cosas: cambio, continuidad o abismo. Y el abismo es el hombre que se presenta como el único salvador de la patria. Es muy peligroso. Es como Trump.
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